ASOCIACIÓN CULTURAL LOS SITIOS DE ZARAGOZA

El miércoles 12 de julio de 2017, coincidiendo con el 250 aniversario del nacimiento del Coronel D. Antonio Sangenís y Torres, Comandante de Ingenieros en los Sitios de Zaragoza la Asociación Cultural los Sitios quiso rendir homenaje a este importante héroe de la defensa de Zaragoza en 1808 y 1809.

Los actos conmemorativos comenzaron a las siete de la tarde con la conferencia en el salón Seminario del Centro Laín Entralgo con el título: “Antonio Sangenís. El Ingeniero ilustrado que defendió Zaragoza” a cargo del historiador y biógrafo D. Carlos Ruiz Lapresta. La sala quedo pronto rebasada de público asistente. Al acto asistieron entre otros: D. Enrique Collados, concejal del Excmo. Ayto. de Zaragoza, el Cnel. D. Felix Ayo, Delegado de Defensa en Aragón, el Coronel D. Luis Antonio Quintas Gil, Jefe del Órgano de Apoyo al Comandante Militar, D. Baltasar Bonilla. Teniente Coronel de Pontoneros, entre otros y estuvieron presentes dos descendientes de Sangenis: nuestra Secretaria, Doña Mónica Sanz, y Doña Gabriela Moncasi.

Tras la conferencia, el público asistente formó una comitiva (de unas 70 personas). que se dirigió a la placa que recuerda a esta importante defensor de Zaragoza, en la calle Asalto. En dicha comitiva participaron recreadores de la Asociación “Paseos al Pasado” con indumentaria de época. Dos húsares de la Asociación “Heroínas y Húsares de Aragón” portaron la corona de laureles.
A los pies de la placa se realizó una solemne ofrenda floral, colocando una corona de laureles que fue entregada por D. Enrique Collados, concejal del Excmo. Ayto. de Zaragoza y
Dª. Monica Sanz, descendiente de Sangenís.

Para terminar los “Voluntarios de Aragón” efectuaron una salva de honor y gritaron encendidos vivas en recuerdo de este famoso héroe y de todos los que defendieron Zaragoza.

Coronel Antonio Sangenís y Torres
Nació en Albelda (Huesca) el 12-07-1767. Murió en Zaragoza el 12-01-1809

Teniente de Infantería terminó en julio de 1789 sus estudios en la Real Academia Militar de Matemáticas de Barcelona siendo nombrado en 1790 Ayudante de Ingeniero. Trabajó en la construcción de baterías de costa en Asturias. Intervino en la Guerra del Rosellón. Fue profesor de Matemáticas y Fortificación en la Academia del Cuerpo de Ingenieros en Alcalá de Henares.

En esta situación, siendo Sargento Mayor del Cuerpo, tras los sucesos del 2 de mayo en Madrid el Regimiento y la Academia de Ingenieros desoyeron las órdenes de Murat y salieron de la ciudad dirigiéndose unos a Valencia, donde se unieron a las tropas del Conde de Cervellón y otros, entre ellos Sangenís y varios profesores, a Zaragoza donde se presentaron a Palafox que le nombró Comandante de Ingenieros de la plaza.

Trató de convertir a Zaragoza , ciudad abierta y sin fortificaciones, en una plaza al menos con fortificación de campaña, organizó un Batallón de Gastadores o Zapadores y consiguió en poco tiempo unas obras defensivas que, aún defendidas por paisanos con muy poca instrucción militar, sirvieron para que, después de dos meses de ataques, los franceses no pudieran superar la resistencia de la plaza y el 14 de agosto levantaran el sitio.

Aprovechó Sangenís el paréntesis hasta diciembre para perfeccionar las obras de manera que el segundo sitio, que comenzó el 21 de diciembre, obligó al ejército francés, con muy experimentados zapadores y muy buen material de sitio, a atacar a la ciudad como plaza fuerte con todos los medios del sistema de ataque de Vauban. Y ni aún así consiguieron después de dos meses de agotadores trabajos, incesantes bombardeos y dura guerra de minas conquistar la ciudad, que sólo capitularía extenuada por la epidemia y el agotamiento de sus víveres y municiones.

Antes de que ésto último sucediera, el 12 de enero de 1809, observando los trabajos del enemigo desde la batería alta de Palafox (que hoy se conserva en la calle del Asalto), Sangenís fué muerto por una bala de cañón. Había sido ascendido por Palafox a Coronel por méritos de guerra y fue enterrado en el Pilar.
Su muerte en combate evitó a Sangenís, que había dicho «…que no se me llame si se trata de capitular pues nunca seré de la opinión de que no podemos defendernos…», pasar por el mal trago de la capitulación.

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