Noticias de Los Sitios.
El 12 de junio de 1808.
La Alfranca y Palafox.
La página web de la Asociación.
Trafalgar 1805. El cambio de coyuntura.
Fernando VII y Godoy.
Los reporteros de los Sitios.
Breve relato del Primer Sitio.
¿Sabía que …?
Parece mentira cuán rápido pasa el tiempo. Un año más volvemos a vernos en esta tarde veraniega para recordar cómo se alzó el pueblo zaragozano frente al ejército napoleónico en 1808. Precisamente en la conferencia se pretende explicar la evolución de la sociedad española en aquellos años de comienzos del siglo XIX que lo hizo posible. Y lo hará el profesor y novelista José Luis Corral, autor de la exitosa “Trafalgar”. Para el homenaje a los héroes contamos, como es habitual, con las bandas de la Diputación Provincial de Zaragoza y del Regimiento de Caballería “Numancia”.
Queremos agradecer muy especialmente la presencia y trabajo del Regimiento de Pontoneros, que ha vivido duros momentos en las últimas semanas, como todos los miembros del Arma de Ingenieros.
En este boletín damos cuenta de iniciativas de la Asociación que pretenden mantener vivo el recuerdo de Los Sitios. Esperamos que fructifiquen, pues se empieza a notar cierto cosquilleo en la sociedad zaragozana ante la cada vez más cercana llegada del Bicentenario. Parece que las semillas sembradas por la Asociación en los largos años de sequía empiezan a brotar.
EL 12 DE JUNIO DE 1808…..
… llegó la gente de Belchite y otros lugares, y se tuvieron noticias favorables del campamento de Tudela, e igualmente se aseguró la derrota del enemigo en Cataluña.
Prosiguieron en darse fusiles, y salieron varias compañías hacia Tarazona. Se llevaron a la cárcel algunos franceses domiciliados y personas sospechosas, entre ellos a D. José Viga, italiano, director de máquinas hidráulicas del Canal Imperial.
Este día llegaron 200 ingenieros zapadores de Alcalá y algunos Guardias de Corps escapados de Madrid, la mayor parte sin caballos ni armas.
Del Diario de Los Sitios de Zaragoza,
de Faustino Casamayor.
Ed. Comuniter, 2000.
NOTICIAS DE LOS SITIOS
ÉXITO EDITORIAL
El 11 de marzo tuvo lugar la presentación de nuestro XIV Premio, obra de Felipe Gómez de Valenzuela. Casi increíblemente para cuantos llevamos unos años peleando con el poco interés de nuestros conciudadanos hacia estos temas, se está vendiendo muy bien. Los socios pueden recoger su ejemplar en nuestra sede.
PUBLICACIONES
Se pueden conseguir los boletines anteriores en FOTOKOPIAS, C/ Corona de Aragón, 22-24, 50009 Zaragoza, Tel/fax 976 56 58 53 (preguntar por Charo)
LIBROS EN INTERNET
En http://cervantesvirtual.com se pueden encontrar numerosos libros de todas las épocas y estilos literarios como el Bosquejillo de Mor de Fuentes o el Zaragoza de Pérez Galdós (http://cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=4598).
CHARLAS
Algo se mueve en Zaragoza. Así puede interpretarse el interés de ciertas entidades por conocer algo más sobre Los Sitios. En los últimos meses se han dado charlas en la Universidad Popular, el distrito Universidad y el Ayuntamiento de Longares. Está prevista una mañana, a las 18 horas, en el Centro Cultural Casablanca y otra en el Pabellón Municipal de Juslibol, el día 20 a las 19, como inauguración de las Jornadas Culturales.
PROMESAS ELECTORALES
El número 2 del PP en el Ayuntamiento de Zaragoza, Domingo Buesa, mantuvo una reunión con varios asociados durante la campaña electoral. Destacó que el Museo de los Sitios era una asignatura que debía aprobarse antes del 2008 y se comprometió a construirlo en tres años y a tenernos en cuenta en su definición. También prometió solucionar la ubicación de la Asociación en el Museo. Esperemos que el nuevo equipo de gobierno asuma tales objetivos.
XIX PREMIO LITERARIO
Se convoca el certamen para trabajos sobre la Guerra de la Independencia. Deberán ser inéditos y pueden entregarse en nuestra sede hasta el 9 de enero de 2004. Se identificarán con pseudónimo; en sobre aparte se adjuntará documento acreditativo de la identidad del autor. Se presentarán por triplicado, a una cara, en A-4, y con un mínimo de 100 páginas para el Premio Especial y de 20 para el de Jóvenes (hasta 18 años). Se adjuntará en soporte informático. La entrega de premios se realizará en el Paraninfo el 20 de febrero. El Premio de Investigación Histórica está dotado con 1.500 euros y medalla. Para el Premio a Jóvenes la Academia General Militar cede libros por 300 euros y medalla.
EDIFICIOS EN PELIGRO
Heraldo publicaba el 1 de junio una extraña noticia sobre la rehabilitación de la Casa de Los Sitios, en la calle Doctor Palomar. Por un lado hablaba de iniciativa privada y por otro dejaba caer la intención de los propietarios de venderla a alguna institución pública. ¿Estamos ante una nueva “Casa Palafox”?. Esperemos que “Don Quien Corresponda” tome las medidas para que esa esquina no siga el triste camino de tantos otros inmuebles víctimas de la piqueta o de una inmisericorde “rehabilitación”. Al respecto, hemos enviado una carta al párroco de Santiago, pidiéndole respeto a los restos de Los Sitios en las obras de restauración de la iglesia.
ACTO EN EL ARRABAL
Un año más disfrutamos de la hospitalidad de la Asociación de Vecinos Tío Jorge-Arrabal, que el 24 de mayo conmemoró la entrada de Palafox en Zaragoza en 1808. En este caso, además, se le entregó a nuestro Presidente de Honor una placa para la Asociación. Muchas gracias.
LA ALFRANCA Y PALAFOX
De cara a la conmemoración del segundo centenario de Los Sitios, en 2008,
La Alfranca recobrará al fin su importancia histórica.
Alfonso Zapater
Publicado en Heraldo el 16 de febrero de 2002
Se asienta cerca del Ebro, en término municipal de Pastriz, a 17 kilómetros de Zaragoza capital. En realidad, el topónimo corresponde a una finca de igual nombre, la torre de La Alfranca, que tiene su mejor acceso desde La Puebla de Alfindén. Es una explotación agrícola, administrada por el Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario. Así es como yo la conocí, hace de ello ya varios lustros. Allí residieron en el pasado alrededor de cuarenta familias. Yo acudí buscando el recuerdo de Palafox, a sabiendas de que en Aragón somos poco aficionados a bucear en nuestra historia para desentrañar los orígenes del presente y aprender lecciones provechosas.
Al fondo se levanta la torre de Palafox, conocida también como palacio de los Marqueses de Ayerbe, escoltada por árboles corpulentos, quién sabe si testigos ya del primer capítulo de Los Sitios, los que vieron llegar un día a Jorge Ibor, el «Tío Jorge», en compañía de Bus, Aced y otros patriotas del Arrabal, en busca de su caudillo.
José Rebolledo de Palafox y Melci se instaló allí en mayo de 1808. Había llegado a Zaragoza el día 4 de ese mes, con la intención de constituir un consejo de regencia que debería presidir el infante don Antonio. Los amigos de Palafox habían preparado el secuestro de Su Alteza, a su paso por Tolosa. Pero estos planes fueron descubiertos por el capitán general de Aragón, Jorge Juan de Guillelmi, y Palafox recibió la orden de trasladarse inmediatamente a Madrid. Fue entonces cuando decidió ocultarse en su torre de La Alfranca. El 24 de mayo estalló la ira popular, al conocer la renuncia del rey de España, Fernando VII. Los grupos capitaneados por el «Tío Jorge» invadieron la casa del capitán general, al que obligaron a entregar las armas al pueblo. Al día siguiente se presentaron en La Alfranca y regresaron a la ciudad llevando en triunfo a Palafox.
A mí me deprimió, en aquella visita que recuerdo, el abandono de aquel histórico escenario, la dejadez que se apreciaba en él. La iglesia contigua, de ladrillo caravista y dos cortas torres octoganales, no había corrido mejor suerte. Un cartel recordaba la generosidad y el celo de los Marqueses de Ayerbe, familia vinculada a Palafox. Confío en que el sino de La Alfranca cambiará a mejor con motivo de la conmemoración del segundo centenario de Los Sitios de Zaragoza.
EL CENTRO MEDIOAMBIENTAL DE ARAGÓN
Alejandro Toquero
Publicado en “Viajar por Aragón”, febrero de 2003.
En la finca de La Alfranca existe un conjunto arquitectónico notable y muy poco conocido en el que destacan la casa palacio de los marqueses de Ayerbe, el convento de San Vicente de Paúl y la fachada principal de las caballerizas. Después de pasar por distintos usos y ser testigos de épocas de esplendor y de otras de abandono, en estos momentos el Gobierno de Aragón ha asumido su recuperación con el objetivo de ubicar en la finca el Centro Medioambiental de Aragón. Las obras avanzan a buen ritmo y en pocos meses este centro abrirá sus puertas al público, por lo que las diez mil personas que el año pasado visitaron la reserva natural y su centro de interpretación es previsible que se incrementen notablemente. En la casa palacio, rodeada de jardines y estanques, se ubicará una exposición histórica y en el convento de San Vicente de Paúl se instalará el centro de interpretación de la naturaleza, con más de mil metros cuadros de superficie expositiva. Se trata, sin duda, de un magnífico proyecto, de un observatorio privilegiado que deberá compartir intereses y objetivos con la cercana reserva natural de los galachos de La Alfranca de Pastriz, La Cartuja y el Burgo de Ebro. Ojalá lo consiga.
Ubicado en la antigua Finca de La Alfranca, a dos km de Pastriz y tres de La Puebla de Alfindén. Abierto al público los fines de semana y festivos de todo el año excepto agosto y fiestas navideñas. De 10 a 14 horas y de 15 a 18 horas.
Visitas guiadas al observatorio. Fines de semana: 11, 12, 13, 16 y 17 horas. Teléfono: 976 277638.
LA PÁGINA WEB DE LA ASOCIACIÓN
En la actualidad, cualquier labor de difusión como la que pretende la Asociación Cultural “Los Sitios de Zaragoza” debe contar con esa poderosa herramienta que es Internet.
Cualquier investigador acude a ella con una naturalidad y una confianza muy chocantes para cuantos se han curtido en el estudio de la Historia con procedimientos muchos más pegados al papel mohoso y la oscura biblioteca o el recóndito archivo. Y ello a pesar de las dudas de credibilidad que plantea la Red, pues en ella se vuelcan informaciones difícilmente contrastables o, en muchas ocasiones, directamente falsas o erróneas.
La Asociación era consciente de ello y hace años se dieron unos tímidos pasos para cubrir este flanco del conocimiento histórico. Se consiguió un importante avance con el trabajo desarrollado por Francisco Perla Mateo, estudiante de 3º de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad de Zaragoza e hijo de nuestro querido José Luis Perla, que diseñó una estructura inicial de página, con buenas relaciones cruzadas entre sus diversos componentes.
Pero el mayor problema de cualquier página web es su necesidad de permanente actualización. Y esa labor ha sido asumida con gran entusiasmo por Angel Muñoz, un nuevo socio “fichado” hace pocos meses y que está desplegando toda la experiencia acumulada en su http://www.terra.es/personal4/filomenas/, de la que ya dimos cuenta en estas páginas.
El resultado se presenta ahora en sociedad. Con un formato atractivo y que permite los rápidos saltos entre todas sus secciones, la página informa de los diversos aspectos de la Asociación y su trabajo, estructurados en tres grandes bloques:
1. Asociación: Que incluye sus objetivos, historia y estatutos, así como la hoja de solicitud de inscripción para nuevos socios.
2. Los Sitios: Con diversos aspectos de carácter histórico, incluido un listado bibliográfico y los enlaces con otras páginas web, como la de nuestros Voluntarios de Aragón y de otras asociaciones similares a la nuestra.
3. Pero es el apartado de Actividades el llamado a ser la “estrella” de la página, pues en él se están incluyendo los avisos a los asociados y aficionados, las Rutas, la convocatoria del Premio Literario y las publicaciones de la Asociación o sobre Los Sitios. De hecho, se pueden encontrar todos los boletines publicados hasta la fecha, incluido el que ahora mismo está leyendo.
Se dispone, además, de un contador, que permite comprobar el número de entradas recibidas, y un libro de visitas con las opiniones de quienes quieran pedir información, dar ideas o aportar conocimientos a “nuestro tema”, del que tantos creen saberlo todo y todos ignoramos tanto.
Pero es sólo el principio. Para que la página se mantega viva y sirva a nuestros fines es precisa la colaboración de todos. ¿Tiene usted la biografía de algún personaje?, ¿un trabajo sobre una acción, una fecha o la uniformidad de algún Cuerpo?, ¿un documento original y poco conocido?, ¿alguna noticia sobre una actividad de maquetismo o reconstrucción?, ¿la presentación de un libro?. En esta página será bienvenida y se puede difundir de la misma forma que los trabajos ya incluidos.
Tenemos la posibilidad de dar un gran salto adelante. Internet es un medio de difusión y crecimiento para el futuro. Aprovechémosla.
«TRAFALGAR 1805: EL CAMBIO DE COYUNTURA».
José Luis CORRAL LAFUENTE nació en Daroca (Zaragoza) en 1957. Es licenciado en Filosofía y Letras (Sección de Historia) por la Universidad de Zaragoza, con la calificación de sobresaliente «cum laude» y premio extraordinario de licenciatura. Se doctoró en Filosofía y Letras (Sección de Historia) por la misma Universidad en 1983, también con sobresaliente «cum laude». En la actualidad es profesor y director del Departamento de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza.
Como investigador ha dirigido diversos proyectos sobre la Historia y la Arqueología del Aragón medieval, ha participado en medio centenar de congresos nacionales e internacionales y ha dirigido más de medio centenar de cursos y seminarios. Como historiador ha publicado más de ciento cincuenta libros y artículos sobre Historia, Arte y Arqueología de Aragón y de la Edad Media, entre otros Historia de Daroca (1983), Cartulario de Alaón (Huesca), La formación territorial de Aragón (1985), La cultura islámica en Aragón (1986), La Comunidad de aldeas de Daroca en los siglos XIII y XIV (1987), Historia de Aragón (1992), Zaragoza musulmana (1998), Historia del dinero y de la moneda (1998), Historia contada de Aragón (2000), Mitos y Leyendas de Aragón (2002) o La torre y el caballero (2002).
Ha realizado diversos guiones para radio y televisión y dirigido programas de radio y suplementos especiales en prensa diaria. Por su guión y dirección histórica en la Historia de Aragón en vídeo recibió la medalla de plata en el XXXIV Festival Internacional de Cine y TV de Nueva York en 1992. Ha sido asesor histórico del director Ridley Scott en la película 1492. La conquista del paraíso, de Paramount. Es colaborador semanal en el programa «La rebotica», de Radio Zaragoza, y escribe un artículo semanal en El Periódico de Aragón.
Ha participado en numerosas actividades literarias y encuentros de escritores, y fue invitado por el Ministerio de Cultura para participar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Méjico (noviembre de 2000) en el año dedicado a España.
Como escritor ha publicado las novelas históricas El salón dorado (1996), El amuleto de bronce. La epopeya de Gengis Kan (1998), El invierno de la Corona (1998), El Cid (2000) y Trafalgar (2001), su última novela en Edhasa, ambientada en la España de 1804 a 1808. Ha publicado la novela corta El espejo griego (1999) y el relato El corazón rojo (1998). Además ha escrito varios relatos para obras colectivas.
En su conferencia pretende reflejar cómo, a principios del siglo XIX, España ha dejado de ser una gran potencia. Agotada tras varios siglos de esfuerzos, tal vez demasiado grandes para sus posibilidades, España ha pasado a ocupar un segundo nivel en la política internacional. En 1804, recién proclamado Napoleón como emperador de los franceses, son Francia e Inglaterra la potencias entre las que se dirime la hegemonía mundial. España, atenazada por la tradicional alianza con Francia desde la llegada al poder de los borbones, se verá obligada a combatir en una lucha desigual en el mar contra la poderosa Armada británica, que en los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX irá minando la resistencia y el poderío naval español hasta la derrota fatídica del cabo de Trafalgar en octubre de 1805. Trafalgar es el verdadero fiel de la balanza que marca, definitivamente, el declive de la Marina española y anuncia el cambio de estrategias y de planes bélicos que conducirán en 1808 a la Guerra de la Independencia.
El príncipe de Asturias sonrió. Sus ojos denotaban ambición sin límites y su rictus era el de un hombre cruel y sin escrúpulos, capaz de vender a su madre al mismísimo diablo con tal de lograr sus propósitos. Si la amoralidad tuviera un rostro humano, ése sería si duda el del príncipe de Asturias. Se le veía impaciente por alcanzar el trono, y no dudaría en calumniar, mentir y traicionar a quien hiciera falta y cuantas veces fuera necesario para alzar sobre su cabeza la corona del reino de España.
Faria había tenido en más de una ocasión la tentación de saltar sobre el cuello de Carlos IV y estrangularlo a causa de su desgana por los asuntos de Estado y por estar más pendiente de cazar perdices o de lijar sillas que de gobernar el país, pero a la vista de los oscuros ojos del príncipe, que rezumaban envidia, odio y traición, compadeció a los españoles si alguna vez tenían la desgracia de caer en manos de aquel individuo.
– Me alegra que defienda a mi madre, conde, hasta las arpías fueron creadas por Dios y les dio un lugar en la tierra, pero no en los palacios reales, sino en los pedregales y en las cuevas, que es su sitio natural. Y en cuanto a la propuesta de vuestro tío…. déjeme que le diga una cosa, y transmítasela así a Godoy: ni aunque me ofreciera todo el imperio inglés embalado en una caja de oro lo admitiría a mi lado. Ese hombre ha intentado humillarme cuantas veces ha tenido ocasión para hacerlo; yo soy el heredero legítimo a la corona de España y el Choricero no es sino un advenedizo soldado de fortuna que tuvo la suerte de que una reina inane se encaprichara de él. Yo lo maldigo y le deseo que se pudra cuanto antes en el infierno, que es donde por sus pecados le corresponde estar.
– Pero alteza, los franceses están acantonados a las puertas de Madrid, debemos estar todos unidos, o en caso contrario sólo gobernaréis un reino de cadáveres y de muerte, o un recuerdo imposible.
– Mejor gobernar un cementerio o una quimera que tener como primer secretario a esa víbora. ¡Cómo puedo confiar en alguien que es capaz de vender a quien lo ha colocado en su puesto para mantenerse en el mismo con una traición! El pueblo me desea, me aclama, quiere que yo sea su rey, y odia a Godoy y a mi… a la reina. Godoy es el culpable de las penurias que atraviesan los españoles, y dice usted que lo ratifique en su puesto a cambio de que me reconozca como rey… Sepa, señor conde, que si en mi futuro gobierno apareciera su tío como jefe del mismo, yo sería tan odiado por mi pueblo como lo es él. Dígale que su única salida es el exilio y su único capital su propia vida. En cuanto a usted, conde, podrá quedarse aquí en Madrid, me he comprometido a mantener en sus puestos a todos los oficiales del ejército que me juren fidelidad; en caso contrario puede ir preparándose para acompañar a su tío al exilio, porque si no me jura lealtad, no le auguro un final feliz. Ya me entiende. Usted pertenece a una de las familias más nobles de Extremadura, y por lo que sé, todavía no existe un heredero al condado de Castuera. Si usted traicionara a su soberano, perdería su puesto, sus cargos y su título, que pasarían a la corona. Piénselo, conde, piénselo bien y pronto.
Faria salió de su entrevista con el príncipe de Asturias tan confuso como un preso al que hubieran liberado sin previo aviso, a la luz del mediodía y en medio del paseo del Prado un soleado domingo de junio tras haber permanecido en una celda aislada de los sótanos de la cárcel de la Inquisición durante diez años.
José Luis Corral Lafuente
Trafalgar. Ed. Edhasa, 2001, pp.417-9
Reproducido con permiso del autor y la editorial.
LOS REPORTEROS DE LOS SITIOS
José Antonio Alaya
Presentador de Protagonistas Zaragoza
El siglo XX ha pasado a la historia como “El Siglo de las comunicaciones”. El arrollador progreso de las tecnologías de la comunicación durante este período ha hecho posible que hoy no tenga ninguna dificultad dar con crónicas, imágenes o sonidos de cualquiera de los conflictos bélicos que, desde la Primera Guerra Mundial, han sacudido el planeta.
La Guerra Civil Española, el ataque a Pearl Harbour, el hongo exterminador de Hiroshima, el horror de los campos de concentración nazis, los helicópteros americanos sobrevolando la selva vietnamita, cascos azules asomando de carros blindados en los Balcanes, los recientes bombardeos nocturnos sobre Bagdad; cada una de las guerras del siglo XX ha dejado para la posteridad imágenes y sonidos que todos recordamos.
A falta de un legado audiovisual, la guerra de la Independencia nos dejó un legado artístico. No hubo reporteros gráficos jugándose el tipo para grabar un fusilamiento, aunque el pincel de Goya inmortalizó Los Desastres de la Guerra. Han sido los libros de historia, los antiguos archivos o los diarios de los altos mandos militares los que han cumplido el cometido que en estos tiempos nos facilitaría la tecnología.
Cuando nació el espacio sobre Los Sitios en Onda Cero nos planteamos el reto de familiarizar a los oyentes con la realidad de aquellos meses en los que los zaragozanos desayunaban tazones de coraje, a falta de leche y pan con la que alimentar el valor. Queríamos, con toda la humildad que nos permitía nuestra ambición, ejercer como cronistas de Los Sitios dos siglos después.
A estas alturas del viaje, cuando rectificar el rumbo ya no remendaría los traspiés dados (que no habrán sido pocos por mi parte) espero que quienes nos escuchan se encuentren seducidos por la Historia de aquellos meses de horror, al menos una mínima parte de lo que yo lo estoy.
Hoy, camino por Echegaray y Caballero, a la sombra del Pilar, y sé que los desperfectos de una de sus esquinas son la secuela de un bombardeo de la artillería francesa; que el actual Paseo de la Constitución fue el punto del mapa sobre el que Napoleón puso su dedo indicando por dónde había que tomar la ciudad; sé que donde hoy se levanta El Corte Inglés de Sagasta, se defendió el reducto del Pilar; y, a veces, pienso, mirando al Ebro, en los restos de los paisanos muertos que, probablemente, reposan bajo algún semáforo próximo al puente de Piedra.
Sin dejar de recrearnos en lo que de legendario, y hasta de novelesco, tienen los Héroes de los Sitios, hemos tratado de fotografiar con la imaginación instantáneas tan reales como nos permiten los datos objetivos y contrastados, planteados en cada programa. Así es como hemos narrado las circunstancias en las que Agustina de Aragón, Palafox, el Tío Jorge, Mariano Renovales, Antonio Sangenís, la Madre Rafols o tantos otros, forjaron su mito.
Como informadores, cada viernes intentamos hacernos las mismas preguntas que nos hubiéramos hecho en 1808 de haber existido la radio, de haber sido reporteros de una guerra de dentadura y navaja contra sable y pólvora. Al comenzar estos espacios convinimos con nuestros “reporteros” de la Asociación que no sólo debíamos contar la historia escrita ya en los libros. Debíamos trabajar sobre un manido eslogan periodístico, aquello de “la otra cara de la noticia”. Queríamos detallar, por ejemplo, cómo llegaban los suministros durante el asedio, qué picardías utilizaba una madre para alimentar cada día a su familia, con poco más que unas peladuras de patatas. Despertaba nuestra curiosidad el armamento que se utilizaba, los uniformes que distinguían a los militares, la atención sanitaria, las epidemias que diezmaron a la población o qué papel desempeñaron las mujeres.
Tras más de cincuenta programas quiero pensar que aquellos que nos siguen tienen ya compuesta una idea clara de lo que ocurrió hace menos de diez generaciones sobre el suelo que hoy pisamos.
Si es así, no nos corresponde a nosotros mayor mérito que el de haber abierto nuestros micrófonos a las personas que, de verdad, se han comprometido con esta ardua misión: los “reporteros” de Los Sitios, que con datos contrastados, nombres, fechas y lugares, han venido elaborando los excelentes documentos radiofónicos que hasta ahora hemos emitido. De estos reporteros (sí, esta vez sin comillas) es el auténtico mérito de la buena aceptación que tiene el programa.
Además de la aprobación de nuestros oyentes, tenemos otras ambiciones. Como Napoleón, pretendemos seguir conquistando territorios y que, además de ser un instrumento de difusión, podamos serlo de reivindicación. Que la inquietud generada se traduzca en una apuesta firme de las instituciones por la riqueza histórica que el tiempo nos ha brindado. Reivindicamos que se mire de frente al año 2008 y que se impulse con energía el Museo de Los Sitios, para empezar.
Aunque la auténtica reivindicación está dirigida a cada uno de nuestros oyentes. Les animamos a que desarrollen el interés que les hayamos podido despertar por este capítulo apasionante y desgarrador de nuestra Historia y se detengan a pensar en aquellos miles de paisanos cuyo coraje quitó el sueño al pequeño emperador francés que sembró el terror por Europa. Al cabo, por las venas de cualquiera de nosotros debe de correr la sangre de un héroe (anónimo o célebre) de Los Sitios de Zaragoza. Así es como a mí me gusta verlo.
LOS SITIOS EN LA RADIO TODOS LOS VIERNES, A LAS 13,15 HORAS, EN ONDA CERO ZARAGOZA (99,4 Mhz FM) |
BREVE RELATO DEL PRIMER SITIO
Llegados a Zaragoza, encontramos ya los ánimos muy inflamados, y los fogueamos más y más con la relación individual de los hechos, poniendo siempre por corona o ramillete, la atrocidad infernal de que a cuatro esquiladores aragoneses que salían del Retiro, sólo porque llevaban sus tijeras, […] los habían también ejecutado, esto es, asesinado en el acto.
Es de saber que el 2 de mayo, el jaquetón Murat, ateniéndose al sistema de D. Quijote en la aventura del rebuzno, con aquello de que es de varones prudentes el guardarse para mejor ocasión, al primer estruendo del alboroto, tuvo a bien poner pies en polvorosa. […] Aplacada la tormenta, acudió a Madrid con altanera soberanía para sacrificar al pundonoroso Cienfuegos y demás patriotas indefensos. Hacíamos volar estas especies por Zaragoza, y así iban ya sonando por el gentío las voces de muera Murat, y sus semejantes, con algunas mucho más sucias y acaloradas.
Por fin el 25 de mayo llegó el correo que traía el cohete incendiario, […], el notición de las renuncias en Bayona, y el nombramiento del fugitivo Eneas, del héroe de la Mancha, para la lugartenencia general de la Monarquía. Desde muy por la madrugada se fueron agolpando corrillos frente al Palacio del general Guillelmi, que estaba cerca de mi casa; y a eso de las diez, habiéndose reforzado en gran manera, subieron hasta su vivienda, y sin usar de rodeos, le pidieron armas para defenderse de los Franceses. Es de saber que a la sazón no había en la ciudad ni en Aragón una sola compañía de soldados, excepto los miñones, que, como se sabe, no son tropa de línea, y se reducían a unos 200 hombres.
El General contestó que carecía de medio y sobre todo de órdenes. Los demandantes replicaron si las esperaba de Murat, actual soberano de la nación, y que éstas serían de aherrojarlos a todos. El paradero de la contienda fue prender al mismo Guillelmi, y cercado de gente armada, lo vi pasar con bastante serenidad por debajo de mi balcón, camino del castillo de la Aljafería, donde le dejaron encerrado.
Ya se habían descargado del superior que se oponía aferradamente a sus miras, pero ¿quién se encargaba del mando en circunstancias tan azarosas? Brindaron con él a Cornel, que había sido ministro de la guerra, al Conde de Sástago y a otros; todos se estremecieron a semejante propuesta, y se negaron con desesperados extremos a tan arriesgado trance.
Los desalados vecinos andaban de calle en calle con las armas en la mano, buscando ansiosamente, y sin cometer el menor exceso, un oficial aragonés que se dignase empuñar el bastón. En esto, a la hora de la siesta del 25, asomaron en mi casa dos clérigos de la Iglesia de San Miguel, y me dijeron que se había pensado en mí para general; y que si yo aceptaba la propuesta, vendrían luego los labradores de su parroquia armados para aclamarme y escoltarme a la Audiencia para solemnizar mi nombramiento. Contestéles con las mismas veras que me manifestaban, que habiendo presenciado las atrocidades de los ya enemigos en Madrid, estaba pronto a sacrificarme por la causa nacional; pero que me constaba de ciencia cierta haber ido varios mozos de la clase media en busca de Palafox, que se hallaba en la torre de Alfranca, recién venido de Bayona, que por mi cuenta debía llegar aquella misma noche, y cuando no, la mañana siguiente se tomaría el partido que se juzgase más acertado.
Vino en efecto aquella noche Palafox, le vi la madrugada inmediata; y dígase cuanto se quiera de la resistencia que opuso al principio, lo cierto es que admitió el mando, y con este arriesgadísimo arrojo, reunió los ánimos, concentró las providencias y las operaciones, e hizo un servicio señaladísimo a la patria.
El entusiasmo general rayaba en frenesí. Se alistaron facilísimamente los batallones, las compañías se solían formar por gremios u oficios, y la de albañiles en especial, encerrándose en la plaza de toros, rehusaba todo género de respiro en larguísimas horas; […] en el término de una semana se habilitó perfectamente en el manejo del arma y en los principales movimientos del ejército. Pero se padecía suma escasez de oficiales, y este vacío no se suplía con la excelente voluntad de los más cabales en miembros y en potencias.
Extendí desde luego un plan de operaciones, encargando particularísimamente no se presentasen nuestros reclutas a la caballería enemiga, que ya estaba en marcha, y que forzosamente los había de arrollar. Llevé mi escrito al general con todo estudio a la hora de hallarle en la mesa, y recomendé a cuantos le rodeaban se tuviese muy presente su contenido. Así lo ofrecieron todos, pero luego trascordaron su palabra en el acto de su ejecución.
Llegaron nuestras avanzadas hasta Tudela; vinieron los enemigos y las dispersaron al vuelo, haciendo luego otro tanto con nuestros cuerpos bisoños en Aragón, de modo que sin un destacamento de voluntarios de Aragón que milagrosamente se apareció aquellos días, a las órdenes de mi íntimo amigo y bizarrísimo oficial D. Pedro Gasca, que guarecido de unas tapias a las orillas del canal, con sus oportunas descargas contuvo al enemigo, aquella misma tarde se apodera éste de la ciudad absolutamente desprevenida.
Se presentó el día siguiente, y aun se internaron algunos soldados por las calles, mas perecieron casi todos, y los demás fueron rechazados. Entonces se acudió a formar una especie de reductillos o baterías por las puertas con ramaje, sacos a tierra, en fin como se pudo, pero sin resguardar la tapia larga y bajísima del Carmen y Convalecientes, como que todo pertenecía a una ciudad cercada de paseos amenísimos sin el más remoto viso de plaza militar, y careciendo de tropas y de fortificación, no le quedaba más recurso que oponer como dice Arriaza: Brazos de hierro y pechos de diamante; cual lo practicaron en efecto sus ínclitos moradores.
Ocurrióme aquel mismo día 15 de junio subir a la torre nueva para observar a los enemigos, y casualmente tuvo en aquel punto el mismo pensamiento el Comandante de Artillería, y desde luego convinimos en la necesidad indispensable de que se estableciese allí mismo una especie de atalaya, para otear de continuo las operaciones de los Franceses, y como el otro tenía que acudir a las urgencias de su ramo, me suplicó que me encargase de aquel destino. Como faltaba el General, y no vino hasta pasado algún tiempo, fue preciso participar aquella determinación a su hermano el Marqués de Lazán, que ejercía el mando, quien la aprobó altamente.
Mi amiga la condesa de Bureta tenía su casa en la inmediación, subió a visitarme brindándome con los excelentes anteojos que heredó de su padre, muerto de Teniente General hacía algún tiempo. Por este medio atalayaba a mi satisfacción al enemigo, y así en mis partes solía especificar el número cabal de tropa, y el calibre y la calidad de las piezas que se ponían en movimiento, para sus ataques o expediciones.
Como los Franceses se habían apoderado, por los ardides vil y soezmente bonapartescos que son bien notorios de la ciudadela y plaza de Pamplona, tenían expedita la carretera de Navarra para enviar cuantos refuerzos necesitaban a Lefebvre, sobrino del Mariscal, que era el encargado del sitio. Con este motivo sus movimientos eran incesantes, y así Martínez de la Rosa estuvo muy escasamente informado, cuando dice que los enemigos dieron a la ciudad hasta seis ataques. […] aun cuando añadiera un cero a su escasillo guarismo, no alcanzaría a expresar la verdad, pues en efecto fueron más de 60 los avances o refriegas que se empeñaron en los dos meses que duró la contienda.
Apenas sonaba el eco de arrebato en mi Torre nueva, todo el vecindario abandonaba sus faenas, y volando al Coso para informarse del rumbo que traía el enemigo, se abalanzaba en riada al punto amenazado, y no volvía a sus hogares sino triunfante y satisfecho. Las mujeres, hechas unas furias infernales, clamaban por metralla, y en cuajando sus canastos iban a carrera a llevarla en persona a las baterías, aguijoneando y tal vez avergonzando a los hombres que las servían. Las señoras principales solían ir también a repartir personalmente la comida a los artilleros; quienes con estas demostraciones enloquecían de entusiasmo.
[…] Llegó el regimiento de Extremadura casi en cuadro, pero su bizarra oficialidad fue de suma importancia para completar y habilitar el cuerpo y desempeñar el servicio con todo esmero y valentía.
A primeros de julio asomó un oficial de Marina que quiso encargarse de la Comandancia de la atalaya, con lo cual pude complacer al General, en ir absolutamente solo a reconocer el estado de nuestra raya con Francia por la parte confinante a Cataluña, de donde no se tenía en Zaragoza la menor noticia.
El 11 de julio salí con dos señoras que iban a Huesca, en un carrito cubierto, que no parece llamó la atención a los enemigos, que ya habían pasado el Ebro, e infestaban su izquierda con partidas de caballería. Anduve el Pirineo, […] tomé conocimiento del estado y urgencias de Venasque, y bajé a Monzón que estaba también comprendido en mis credenciales, y traté de dar luego la vuelta.
Durante mi ausencia ocurrió la catástrofe de Falcó y de Pesino, y el 4 de agosto fue la memorable entrada de los enemigos en la ciudad, cuyos habitantes, en especial los de las parroquias de San Miguel y de la Magdalena, acabaron completamente con la columna formidable de granaderos que ocupaba el Coso, y desde entonces los Franceses desahuciados de apoderarse del pueblo, y teniendo a la espalda por otra parte al Conde del Montijo con las tropas de Valencia, trataron de levantar el sitio, como lo verificaron atropelladamente la noche del 13 al 14 del mismo agosto. Con esta novedad, siendo ya infructuosa mi presencia en Zaragoza, me detuve en casa algún tiempo hasta que dispuse mi viaje para Madrid.
Del Bosquejillo de la vida y escritos,
de José Mor de Fuentes
http://cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/02473867699564819606746/index.htm
¿SABÍA QUE …..
… los franceses llegaron a tener en cárceles y campos de prisioneros a 65.000 españoles durante la Guerra de la Independencia? ¿Y que hubo 20.000 franceses prisioneros en Cádiz y Cabrera, además de otros 75.000 que fueron enviados a Gran Bretaña?
… los 13.000 españoles capturados en Zaragoza fueron enviados a los campos de Nancy, Niort, La Rochelle, Saintes, Caen y Grenoble, a una media de 650 kilómetros de distancia?
… fueron los franceses los que diseñaron el actual Paseo de la Independencia, que fue desescombrado por cien hombres, adornado con cuatro hileras de árboles e iluminado con grandes faroles que permitían el paseo nocturno?. ¿Y que ajardinaron la actual Glorieta de Sasera, de forma que se le dio el nombre de Paseo de las Damas a la zona que frecuentaban las mujeres de los oficiales franceses?
… Mariano Renovales fue capturado dos veces y en ambas ocasiones se fugó? ¿Y que durante su cautiverio en Joux intentó sobornor a sus guardianes, provocó un intento de motín y sublevó a los demás prisioneros?
… el autor de “Mambrú se fue a la guerra”, el músico militar Fernando Sor, combatió a los franceses hasta 1810 y luego cambió de bando?
… cuando Suchet se hizo cargo del mando del III Cuerpo de Ejército (mayo de 1809) se encontró con que 13.123 de sus 26.000 hombres estaban hospitalizados? ¿Y que Suchet fue el único general de Napoleón que consiguió ascender en España?
… Espoz y Mina decía que para el ataque a columnas francesesas “con dos cartuchos por hombre es suficiente”?. Así obligaba a que sus hombres actuaran con rapidez y emplearan después el trabuco y el arma blanca.
… durante la Guerra de la Independencia la ciudad de Borja llegó a ser saqueada trece (13) veces?
… al tifus que provocó la capitulación de la ciudad le llamaban los españoles “fiebres heroicas”? ¿Y que duraba de 10 a 14 días, al cabo de los cuales el enfermo o moría o se recuperaba con sorprendente rapidez?
… Fray José de la Consolación fue asesinado el 9 de diciembre de 1809 cerca de Alagón, cuando era llevado a Francia en una cuerda de presos? ¿Y que su cadáver fue tirado al Canal Imperial, de donde fue recuperado en 1816?
… el estado de la Sanidad Militar era tan malo que un coronel francés llegó a escribir que “no tenemos ninguna esperanza de volver a ver a un hombre que entra en el Hospital”?
Página elaborada con información extraída de “Vivir en guerra. Notas sobre la vida cotidiana en Aragón durante la Guerra de la Independencia”, de Felipe Gómez de Valenzuela. XIV Premio “Los Sitios”. Editorial AQUA, 2003. Libro de NO FICCIÓN más vendido durante las últimas siete semanas (Suplemento Artes y Letras, de Heraldo de Aragón) |
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