ASOCIACIÓN CULTURAL LOS SITIOS DE ZARAGOZA

Palabras del presidente.

Actos de la Asociación.

Noticias de Los Sitios.

El Padre Bonal.

Los Sitios en la música.

XXII Premio de investigación.

La Batalla de Cariñena.

Un año más nos reunimos para recordar el comienzo del primero de los dos asedios que sufrió nuestra ciudad hace casi doscientos años. Comenzamos con una charla que ilustra un aspecto poco tratado anteriormente, como es la relación entre Napoleón y la Música, con la ayuda de la musicóloga Milagros Espido Freire.
Y el escenario para tal conferencia es muy importante en este momento. La Escuela de Artes y Oficios, construida con ocasión del Primer Centenario de Los Sitios y cuya fachada recuerda fechas y personajes de la gesta zaragozana, está ahora amenazada por una radical reforma, que también afectaría al vecino Museo, igualmente emblemático para nosotros. Esperemos que los políticos y los arquitectos actúen con sensatez y sepan conjugar sus proyectos con el imprescindible respeto a la Historia y al legado de sus antecesores.
Terminaremos homenajeando a los defensores de la ciudad con un acto ante el Monumento a Los Sitios. A la habitual colaboración de la banda de la DPZ, el grupo “Royo del Rabal”, los regimientos de Numancia y Pontoneros y la banda de la Brigada “Castillejos”, este año hay que sumarle una destacada participación de grupos de recreación histórica coordinados por nuestros queridos “Voluntarios de Aragón”, que este próximo fin de semana van a llevar a cabo varios actos en Cariñena y Paniza. Muchas gracias a todos ellos.


Napoleón en la Música

Producto de la Revolución que rompió los moldes de la costumbre y la tradición, Napoleón representa el nuevo mundo donde nada parecía imposible mediante la razón, la energía y el deseo, cuando ya caben los derechos humanos pero también la tiranía del ya conocido poder absoluto.
La música, lenguaje internacional de emociones, refleja la esperanza revolucionaria de estas naciones en guerra. Rodeados de muerte, asedios y ruinas, pequeños y grandes compositores fueron capaces de crear piezas inseparables de esta vivencia política, que aún hoy en día constituyen perdurable símbolo de la libertad.
Milagros Espido Freire


ACTOS DE LA ASOCIACIÓN

ENTREGA DE DISTINCIONES
El viernes 17 de febrero de 2006, en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, y presidido por su Rector D. Felipe Pétriz Calvo, tuvo lugar el acto de entrega de medallas y premios de la Asociación Cultural “Los Sitios de Zaragoza”.
Ante unas trescientas personas y numerosos medios de comunicación, el Rector y nuestro Presidente, Santiago Gonzalo Til, a quienes acompañaban en la presidencia del acto el Comandante Militar, general Fernando Torres, y el director de la Academia General Militar, Ignacio Martín Villalaín, entregaron las Medallas de Honor en sus categorías colectiva e individual. La primera medalla recayó en el Ayuntamiento de Cariñena, por la recuperación de la Bandera de los Voluntarios de Cariñena, célebre unidad que combatió a los franceses; la distinción fue recogida por su alcalde, Alejandro Bibrián Andrés. La segunda fue para Luis Sorando Muzas, presidente de la Asociación Cultural Voluntarios de Aragón, y reconocido investigador de este periodo de nuestra historia.
A continuación se entregaron los Diplomas de la Asociación, en reconocimiento a la labor desarrollada por Ángel Muñoz Sanz (gestor de nuestra página web) y a la editorial Comuniter por su apuesta de publicación de títulos relacionados con la Guerra de la Independencia. Finalmente recogieron sus distinciones los premiados por sus trabajos de investigación, Jaime Latas Fuertes y María Pilar Castán Espiérrez (esta última en la categoría de menos de 21 años).
Tras ellos, intervino como conferenciante el nuevo comisario para la exposición del Bicentenario, José Antonio Armillas Vicente, que disertó sobre “A los cien años de la exposición hispano francesa”.

ENTREGA MEDALLAS SOCIO DE HONOR Y XXI PREMIO LITERARIO 2006

HOMENAJE AL TÍO JORGE
Un año más, cientos de vecinos acudieron el 21 de mayo a la convocatoria de la Asociación de vecinos “Tío Jorge-Arrabal”. Se trataba de rendir homenaje a sus convecinos alzados en 1808 contra la invasión napoleónica. Como es habitual contaron con la colaboración de nuestra Asociación y de los Voluntarios de Aragón.
A las 12 del mediodía, Rafael Tejedor, presidente de la Asociación de Vecinos, comenzó el acto con unas palabras junto a la placa en homenaje a los Escopeteros del Rabal. A continuación, nuestro presidente de honor, Carlos Melús, recordó la importancia de la defensa del Arrabal en los Sitios.
Terminada esta exposición, se desplazó la comitiva por el Paseo de los Escopeteros del Rabal, hasta llegar a los pies del mutilado monumento al Tío Jorge, verdadero artífice de esta hazaña, que fue homenajeado con una corona de laurel.
Tras la entrega de diversos galardones, el grupo folclórico El Royo del Rabal deleitó a los asistentes con su música y bailes, antes de que una atronadora salva de honor diera por terminado el acto. Hasta el año que viene, a ver si mejora la “salud” de nuestro héroe.


NOTICIAS DE LOS SITIOS

ACTIVIDADES DIVULGATIVAS
Continuando con la labor de difusión de nuestra Asociación, seguimos atendiendo cuantas peticiones de colaboración (siempre desinteresada) nos llegan. Así, en los últimos meses hemos dado charlas en las Jornadas Culturales de Tabuenca y de la Asociación de Vecinos “Zaragoza Antigua”, las semanas culturales de La Almolda y de la Villa de Tauste, el Club XXI, la Junta Vecinal Almozara, el Ateneo de Zaragoza. y la Asociación Mensa.
Además, se han organizados rutas para la Asociación de Amigos de la Capa y la Asociación Cultural “El Güeiro” de Vistabella. Y, como se informa en otro punto de este boletín, ha continuado la colaboración con las actividades de la Asociación “Tío Jorge-Arrabal”. También ha seguido emitiéndose nuestra sección del programa Zaragoza en la onda, cada viernes en Onda Cero, hemos grabado un documental dedicado a Los Sitios de Zaragoza dentro de la serie “Conocer Aragón”, de Popular TV…. En fin, seguimos intentando que nuestra voz se oiga.
OTRA NOVELA…
Continúa la sorprendente proliferación de novelas ambientadas en Los Sitios. En la pasada Feria del Libro se presentó “La esposa de Dios. Historia de una monja en los Sitios de Zaragoza”, del escritor binefarense Eladio Romero. Editada por Unaluna, es la segunda de la colección “Los Sitios de Zaragoza”, que esperamos continúe creciendo.
En esta ocasión, el autor desarrolla una de sus pasiones: la novela histórica, compleja y ubicada en los tiempos de la guerra de la Independencia, pero en la que “los tiempos actuales se entremezclan y cruzan, y creo que es una novela amena, para disfrutarla durante las vacaciones”, indica Romero.
En el trabajo previo a la elaboración de esta novela, Eladio Romero ha invertido cerca de nueve meses. La trama esta ambientada en la guerra de la Independencia, en el secuestro de una monja.


IN MEMORIAM

Hace unas semanas falleció D. Antonio Beltrán Martínez, cronista de la ciudad de Zaragoza y una de las principales personalidades de la cultura aragonesa. En diversas ocasiones había participado en las actividades de nuestra Asociación, tanto con sus amenas y documentadas charlas como con su asistencia y apoyo. En la foto se ve a don Antonio, en el centro con su inconfundible pajarita, en el Homenaje al Tío Jorge de 2003.Descanse en paz.


EL PADRE BONAL

Si hay algún héroe de Los Sitios que sea desconocido para casi todos, incluso para los versados en el tema, es, sin duda, el Padre Bonal.
Este sacerdote, padre fundador de las Hermanas de Santa Ana, nació el 24 de agosto de 1769 en Terradas, pueblo de la provincia de Gerona, en una familia de sanas y sencillas costumbres en un ambiente campesino. Al cumplir 20 años se gradúa como Bachiller en Filosofía por la Universidad Sertoriana de Huesca; al poco tiempo aprueba unas oposiciones para la enseñanza de gramática en Ripoll y San Pedro, pueblecitos de Barcelona. Enseguida vino a Zaragoza para terminar sus estudios de Teología e Historia Eclesiástica. Volvió a aprobar unas nuevas oposiciones, esta vez para Reus (Tarragona) donde enseñó durante siete años, ordenándose sacerdote durante ese tiempo. Hacia 1800 ya parece clara su vocación de dedicación con los demás; se preocupa de los presos, de los enfermos y de los niños abandonados, ejerciendo simultáneamente sus labores pastorales para aliviar y acercarlos a Dios.
Tras nueve meses como párroco de Montroig (Tarragona), le encontramos como vicario del Hospital de la Santa Cruz de Barcelona desde el 2 de marzo de 1804. En este gran centro se refugiaban los seres más pobres e indefensos: enfermos sin recursos, niños abandonados, dementes… Su gestión y celo es tan eficiente que muy pronto su fama llega a oídos de la “Sitiada” (Junta de Administración) del Hospital Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza, un gran centro de parecidas características al de Barcelona. La “Sitiada” hace las oportunas gestiones para lograr que el Padre Bonal haga lo mismo que en su hospital. En septiembre de 1804 se presenta en Zaragoza acompañado de un “hermano de la caridad”; un mes permaneció en Zaragoza hasta llegar a un acuerdo con el Hospital para hacerse cargo de sus necesidades y de una nueva organización. Desde Barcelona se trasladan a Zaragoza doce hombres y otras tantas mujeres, entre ellas la famosa Madre Rafols, llegando a Zaragoza en la tarde del 28 de diciembre de 1804. Fue todo un acontecimiento en la entonces pequeña ciudad, la gente se agolpaba para recibirlos a pesar de la pertinaz lluvia que caía. El grupo visita El Pilar y en su altar rezan a la Virgen, solicitando su amparo y protección para realizar la misión que se habían marcado.
Pronto se advierte la transformación del centro: hay orden y limpieza, y sobre todo, un trato delicado y de entrega paciente para los más necesitados. El cargo que le asignan oficialmente es el de “Pasionero” o Capellán del Hospital. Su labor no es bien vista por parte de algunos de los empleados, vagos y corruptos, y debido a eso y otras dificultades la rama masculina de la “Hermandad” irá desapareciendo poco a poco hasta extinguirse en enero de 1808.
El acontecimiento tremendo de los Sitios de Zaragoza viene a frenar la labor y las expectativas de mejora, pues el viejo edificio es bombardeado y volado, quedando en ruinas durante el Primer Sitio. Son los momentos de más trabajo para el Padre Bonal y sus “Hermanas de la Caridad”, llevando sin descanso el traslado y acomodo de los enfermos, entre las explosiones y las ruinas, con gran peligro de sus vidas. Edificios públicos como la Real Audiencia, la Lonja y el Ayuntamiento, junto a las casas de los nobles y particulares, hacen de refugio provisional en este apresurado y trágico desalojo. Pasados unos días los enfermos son reunidos en la Casa de la Misericordia. Al aumentar su número sensiblemente a medida que se desarrollaban los combates, los enfermos y heridos civiles son trasladados al pequeño Hospital de Convalecientes, donde se instalará definitivamente el actual Hospital de Nuestra Señora de Gracia.
A pesar de los rigores y escasez de alimentos por la guerra, el Padre Bonal consigue ropas, medicinas y comida para sus refugiados gracias a su labor limosnera. En esta situación llegamos al Segundo Sitio hasta la rendición de la ciudad y los años de la ocupación, con una población exhausta y enferma y una ciudad asolada y en ruinas, cubierta de cascotes y cadáveres insepultos que son foco de una tremenda infección, y con gran parte de su población prisionera.
Si durante los combates atendía en los improvisados hospitales a todos los que lo necesitaban, lo mismo hizo con la entrada de los franceses que mandaban presos o al exilio a todos aquellos que no hacían el juramento al Rey Intruso José Napoleón. A éstos les proporcionaba pan, vestidos y calzado, prometiéndoles su libertad y administrando los sacramentos a los condenados a muerte que por toda culpa tenían el haber defendido su ciudad y su familia. Asiste también a los prisioneros enfermos que fueron abandonados a su suerte en Torrero en las afueras de la ciudad y que se encontraban en condiciones infrahumanas y olvidados por las tropas de ocupación. Es tal la gravedad de la situación que la “Sitiada” decide hacer una gran colecta por la ciudad poniendo al frente de ella al Padre Bonal, que tan felices resultados había logrado durante la guerra, para paliar las necesidades más elementales de estos prisioneros. La Dirección General de la Policía concede el oportuno permiso y los frutos logrados por el Padre son ingentes, pero en contra de su parecer, no se destinan a los prisioneros sino que se da preferencia a los enfermos del Hospital, pues ponen al frente de la administración de los donativos a un miembro de la Junta que hace de “Gestor” de los mismos.
Con la entrada de los franceses se había producido la lógica organización de la ciudad y de sus instituciones, según los dictámenes del “Virrey de Aragón”, el Mariscal Suchet. Será el propio obispo de Zaragoza, el afrancesado Padre Santander quien disponga se establezcan las nuevas condiciones para la formación de la “Hermandad de la Caridad”, frustrando así la idea del Padre Bonal de formar una congregación religiosa de tipo apostólico e independiente, y quedando la Hermandad sometida a la autoridad de la “Sitiada”. En 1813 se nombra un nuevo director, un fraile ex franciscano director del Seminario de San Carlos llamado Miguel Gil, obviando así por completo al Padre Bonal. Esta situación no cambiará con el cese de la “Sitiada afrancesada” tras la liberación de la ciudad por las tropas de General Espoz y Mina.
La “Sitiada” manda al Padre Juan Bonal a la recogida de donativos y alimentos por todo Aragón. Como ya había demostrado de qué era capaz, recorrerá todo el país a lomos de su caballo, enviando comida, dinero y ropas para el Hospital. A él le exigían una minuciosa administración reclamándole hasta el último maravedí pero por el contrario hacía más de tres años que no recibía su escaso salario; sin embargo no por ello dejó de realizar la dura misión encomendada.
El Padre Juan será el mejor embajador de los pobres durante más de veinte años, recorriendo los caminos de aquella empobrecida España, recabando todo tipo de ayudas y administrando sacramentos allí donde no llegaban los auxilios parroquiales. Nunca llegó a perder la relación con sus queridas “Hermanas de la Caridad”, ni con la Madre Rafols, pues mantuvo una abundante correspondencia con las superioras, ya que ellas le reconocían como verdadero fundador de la Orden.
Inclusive durante el llamado “Trienio Liberal“ ayuda y socorre, buscando acomodo a los sacerdotes exclaustrados por las desamortizaciones y venta de bienes eclesiásticos, aprovechando las influencias que había logrado con su generosidad.
En uno de sus innumerables viajes, en 1829, cae gravemente enfermo retirándose a descansar e intentar restablecerse en el Santuario de Nuestra Señora del Salz, término de Zuera, lugar de gran tranquilidad y al que le gustaba acudir para refugiarse de las penurias de sus viajes. Enterado el Hospital de su estado, manda a uno de sus médicos con una Hermana de la Caridad para intentar su curación; allí acuden las Hermanas de Huesca para darle consuelo, como él hizo en tantas ocasiones, acompañándole en sus últimos días.
El Padre Bonal es consciente de su próximo fin y dicta su testamento ante el párroco de Zuera dejándole “unos pocos duros y sus libros” y disponiendo que “se le celebre una misa a San José”. Quiso enterrarse en Zuera pero debido al ruego de las Hermanas decide de palabra “que estaría gustoso que su cuerpo fuese sepultado en el Santo Hospital de Zaragoza”, como así se realizó.
Tristemente el Padre Juan muere en estado de gracia el 19 de agosto de 1829, estaba a punto de cumplir sesenta años de edad. Su cuerpo se enterró junto al de la Madre Rafols, que había muerto poco tiempo antes, en la cripta del Hospital de Gracia. A los cien años de su muerte el pueblo zaragozano quiso reconocer su labor caritativa y le erigió una lápida en su honor, que hoy en día se encuentra junto a su sepulcro, en la iglesia de la Casa General y Noviciado de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, donde sus restos fueron trasladados el 20 de octubre de 1925, dejando una placa en la iglesia del Hospital que recuerda este hecho.
Sin duda este “santo” debería ser consagrado oficialmente como tal pues su sacrificio, amor y dedicación a los demás y en especial a los más necesitados es y ha sido un ejemplo para todo buen cristiano y aún gentil pues la verdadera generosidad no entiende ni de religiones ni de personas.
NOTA: La mayoría de los datos han sido tomados del libro “Juan Bonal, héroe del siglo XIX para todos los tiempos”, editado por las Hermanas de la Caridad de Santa Ana.
Mariano Martín


LOS SITIOS EN LA MÚSICA

La Revolución Francesa trajo la costumbre de acompañar los alborotos callejeros con canciones; entre las más populares estaban el Ça irá, y poco después La Carmagnole. Al comenzar la Guerra de la Independencia en España también resonaron las calles con canciones que rebosaban entusiasmo patriótico y espíritu de partido, incluso en temas presuntamente religiosos como:

Virgen de Atocha,
dame un trabuco
Pa´ matar franceses
Y mamelucos
Y para qué decir del provecho sacado a los vicios (más presuntos que reales) de la nueva familia real bonapartista, como en esta canción titulada Pepe Botella:
Cuando la Reina se pone, bombón,
La mantilla de franela, bombón
La dice José Pepino, bombóm
Ese cuerpo pide guerra, bombón

Ay qué bombazo, bombón
Dame un abrazo, bombón,
No puedo ahora, bombón
que estoy borracho, bombón.
Siempre andarás, siempre andarás
comiendo arroz, no te hartarás

Evidentemente, Los Sitios de Zaragoza también tuvieron repercusión en la Música. Así, y tras un primer momento, las canciones que expresaban el odio o la sátira contra los invasores fueron sustituidas, después de la guerra, por composiciones grandiosas, marchas de carácter militar, sinfonías y óperas.
Tal es el caso de La Marcha de Palafox, de cuya partitura se conserva un fragmento (¿quizá para hacerla sonar en el Segundo Centenario?), o El Sitio de Zaragoza, sinfonía compuesta por Cristóbal Oudrid. Y también esa ópera que con libreto de D. Benito Pérez Galdós se compuso para el Primer Centenario.
Pero los Sitios calaron mucho más hondo, en el sentimiento popular que los llevó al folklore y a la Jota de Aragón: “La virgen del Pilar dice / que no quiere ser francesa…”, “De Huesca Ramiro el Monje… y de la Inmortal Zaragoza / la Agustina y el Tío Jorge”, “A la Inmortal Zaragoza…” o “Ya puedes estar ufana… Calle de la Independencia”.
Y cerramos este ardor popular recordando la zarzuela “La Dolores”, cuando en esa Jota ya universal y cantada por los mejores tenores que ha dado el solar hispano (Fleta incluido), se acaba recitando:
…lanza rayos en la guerra…
que morir sabemos
quiere decir que
vencer debemos o bien morir”.


XXII PREMIO “LOS SITIOS DE ZARAGOZA”

La Asociación Cultural «Los Sitios de Zaragoza» convoca un año más su premio literario para trabajos relacionados con la Guerra de la Independencia española.
BASES

  1. Todos los temas que opten al premio deberán estar relacionados con la gesta histórica de la Guerra de la Independencia Española, o en particular sobre Los Sitios de Zaragoza.
  2. El concurso es totalmente abierto y podrá participar en el mismo todo el público en general.
  3. Categorías: Premio Especial de Investigación Histórica: Medalla y 1.500 euros. Dotado por el Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza. Premio a Jóvenes (menores de 21 años): Medalla y libros por valor de 300 euros. Con la colaboración de la Academia General Militar.
  4. Los trabajos deberán ser inéditos y podrán presentarse hasta el 12 de enero de 2007, en la sede de la Asociación Cultural «Los Sitios de Zaragoza» (C/ Coso nº 100-3°-4ª, 50001 Zaragoza, de 9 a 14 y de 17 a 20 horas).
  5. Los trabajos se entregarán identificados con pseudónimo en plica cerrada. En sobre aparte, con el mismo pseudónimo, se adjuntará el Documento Nacional de Identidad o cualquier otro documento identificativo del autor.
  6. Los trabajos se presentarán en soporte informático y en papel por triplicado, de acuerdo con las siguientes características: Impresos por una sola cara, en tamaño A4 y con márgenes máximos de 2,5 cm; tipo de letra: Times New Roman 12; con una extensión mínima de cien (100) páginas los que opten al Premio Especial y de veinte (20) para el de Jóvenes.
  7. La entrega de premios se realizará en un acto cultural que se celebrará el día 16 de febrero de 2007.
  8. Los trabajos premiados quedarán a disposición de la Asociación, que se reserva los derechos de publicación (copyright).
  9. Los autores podrán retirar los trabajos no premiados entre el 1 de marzo y el 28 de abril de 2007. Transcurrido dicho período de tiempo, se entenderá que las obras no recogidas se han donado a la Asociación Cultural «Los Sitios de Zaragoza», que podrá disponer libremente de ellas.
  10. La participación en el concurso implica la aceptación de esas bases. El fallo del Jurado será inapelable.

LA BATALLA DE CARIÑENA

En junio de 1808 el hacendado de Paniza Don Ramón Gayán creó la primera compañia de Tiradores de Cariñena, que colaboraría al levantamiento del Primer Sitio de Zaragoza y que en 1809 serviría de base al Batallón de Cariñena, mandado por el mismo Gayán ascendido a Coronel. Este Batallón, después Regimiento, formó parte de la División de Villacampa y participó en multitud de acciones, como la batalla de Sagunto o la reconquista de Zaragoza, y fueron varias las ocasiones en las que se acercó a Cariñena hostigando al destacamento francés allí destinado.
Este Regimiento es el único de los creados en Aragón en 1808 que logró subsistir a lo largo de toda la contienda, quedando sus restos, en 1815, fundidos en el Regimiento de Nápoles.
Su bandera Coronela, utilizada durante la Guerra de Independencia, y con la que concurrió el Ayuntamiento de Cariñena a los actos del Primer Centenario de Los Sitios en 1908 se conserva actualmente en el Ayuntamiento de Cariñena y acaba de ser restaurada. Se han confeccionado dos copias de la misma, que serán entregadas respectivamente al Ayuntamiento de Paniza, localidad natal del Coronel Gayán, y al nuevo grupo de recreación histórica “Regimiento Cariñena”, que acaba de ser creado con gentes de esa Comarca, apadrinado por la Asociación Voluntarios de Aragón, y que paseará esta enseña en distintos lugares con motivo de los actos del Bicentenario de la Guerra de Independencia.
Es con este motivo que, deseando dar a estos actos el mayor esplendor posible, decidió la Asociación Napoleónica Española unirse a esta celebración y organizar la primera recreación que de una batalla napoleónica va a celebrarse en Aragón, y que puede ser el preludio de una mayor, a celebrar en Zaragoza el próximo año 2008.
En esta ocasión participaran unos doscientos soldados pertenecientes a distintas asociaciones recreacionistas de España y Francia, y que vestirán uniformes rigurosamente reconstruidos de los más célebres cuerpos de la época, como los Granaderos de la Guardia Imperial o los regimientos de húsares de Caballería, y podrán contemplar hacer fuego a un auténtico cañón de la época, servido por sus seis artilleros, o a la Infantería formar sus célebres «cuadros» para defenderse de las cargas de caballería. En fin, un verdadero espectáculo y a sólo treinta minutos de Zaragoza. Os esperamos.
Luis Sorando


Julio de 1809

Como reacción a las victorias francesas y a la ocupación del territorio aragonés, comienza la resistencia popular y así, Ramón Gayán se sitúa en el santuario de Nuestra Señora del Águila, cerca de Cariñena y en la cima de una montaña para incomodar desde allí, con su regimiento de Voluntarios de Cariñena, a los franceses que ocupan de los valles del Jalón y Jiloca. Un campamento para tres mil hombres rodea el vasto edificio del santuario, que está bien fortificado y provisto de provisiones, víveres y municiones
De su ubicación en dicho punto y sus intenciones, informa Gayán a una recién creada Junta Superior de Aragón.
Para intentar evitar sus correrías, Suchet envía en julio una columna compuesta por dos regimientos de infantería, cien hombres de caballería y dos cañones bajo el mando del general Laval, que destruye la base de Gayán el día 20, saqueando de inmediato el santuario e incendiando los barracones que servían de alojamiento a los soldados.
Desalojado Gayán, Laval marcha con uno de sus dos regimientos a Calatayud enviando al otro regimiento con un escuadrón de lanceros polacos a las órdenes del coronel Kliski a Daroca para limpiar sus alrededores de guerrilleros. A pesar de estas maniobras los franceses no consiguen acabar con Gayán que astutamente evita el combate frontal.
Fragmento de “Don Pedro Villacampa Maza de Lizana”,
Ramón Guirao, Editorial Comuniter, 2005, pp. 44-45.

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