Carta de nuestro Presidente
Nuestras Heroínas de Ayer, de Hoy, de Siempre
La Batería de la Cuesta de la Trinidad
Memorias de combatientes polacos con referencias a Los Sitios de Zaragoza
Los Sitios de Zaragoza para los niños
Homenaje a las Heroínas de Los Sitios de Zaragoza
Nuestras calles. Nuestra Historia
Queridos amigos,
Para los zaragozanos, homenajear a nuestras Heroínas es reconocer de dónde venimos, saber de qué madera estamos hechos. En este acto recordamos a unas mujeres que fueron extraordinariamente valientes, aunque nunca eligieron ser heroínas. Simplemente la guerra, que penetró en Zaragoza brutalmente, abrasándolo todo, las arrolló, obligándolas a tomar un papel que no les correspondía. La bravura de estas mujeres durante Los Sitios de Zaragoza impresionó incluso al ejército invasor. Nunca antes habían conocido nada semejante.
Estas Heroínas, que podríamos llamar “cariñosamente”, nuestras tatarabuelas, (aunque en aquellos tiempos tenían poco más de 20 años), vivieron una crisis, que no era económica ni de valores, era
crisis de muerte y destrucción que causaba horror a todos los lo vivieron. A pesar de todo, estas mujeres apretaron los dientes y lucharon con bravura. No se dejaron acobardar ante la adversidad. Hoy en día, afortunadamente, nos cuesta imaginar una situación similar.
Los Sitios de Zaragoza forman parte de nuestra Historia y somos un poco parte de ellos. Venimos de aquella experiencia que vivieron nuestros antepasados. Aquí, en esta misma plaza tan cercana al lugar donde Agustina disparó su famoso cañonazo. Por eso, como decía al principio, es bueno saber de dónde venimos para saber a dónde vamos. Si estas zaragozanas en 1808 fueron capaces de sacar fuerzas de donde no había, también nosotros podremos enfrentarnos a la realidad que nos toque vivir con el coraje que sea necesario y con ánimo de saber que, ayer, hoy y siempre, a Zaragoza la defiende su gente.
Para todos los socios, amigos y simpatizantes, un fuerte abrazo,
GONZALO AGUADO AGUARÓN
Presidente Asociación Cultural Los Sitio
NUESTRAS HEROÍNAS DE AYER, DE HOY, DE SIEMPRE
Por Arturo-José González Ascaso
El ambiente se enrarecía por momentos. Las noticias de Madrid no eran nada halagüeñas. Los franceses habían ocasionado una masacre a primeros de mayo en las calles de Madrid; primero durante el levantamiento popular, luego… los fusilamientos. Los muertos, los heridos, unos conocidos, otros anónimos, ora familiares, ora desconocidos… Todos españoles, todos patriotas. La Gazeta difunde la noticia por escrito, los relatos de los que huyen y se refugian en Zaragoza cuentan el resto.
Poco a poco, el destino de la ciudad y del Reyno van tomando forma. El pueblo se levanta, toma las armas y se prepara. A los días, la avanzadilla francesa se vislumbra en lontananza. La ciudad se apresta a resistir. El 15 de junio los cañones truenan, el suelo retumba, los edificios tiemblan, los corazones se aceleran, las manos empuñan los fusiles, las almas apuntalan las tapias.
Los hombres luchan con denuedo contra el francés; las mujeres, en retaguardia, se encargan del abastecimiento. La suerte del combate cambia de lado sin cesar. El ataque peligra. Un certero cañonazo vuela la resistencia de Santa Engracia, lanceros al galope. Enormes jamelgos. Raudos y veloces, los polacos se dirigen a mermar las fuerzas españolas, las pillarán desprevenidas mas, ¿qué es aquel brillo? No importa, simples mujeres con ridículos cuchillos. Caerán bajo las lanzas.
El primer embate contra el invasor de las Mujeres, con mayúsculas, nuestras Mujeres, Heroínas ya por siempre quedará en la memoria colectiva, en la Memoria de la Historia. Glosarán sus hazañas, cantarán sus gestas. Y, siempre, honraremos su memoria, su generosidad, su valentía, su entrega, su ejemplo.
Por ellas, por todos: ¡Zaragozanas, zaragozanos, por la Virgen del Pilar, vencer o morir!
Y, hoy, más que nunca, ¡Felices Fiestas!
¡Viva la Virgen del Pilar!
EL PASADO SE CONVIERTE EN HISTORIA
LA BATERÍA DE LA CUESTA DE LA TRINIDAD
Por Luis Sorando Muzás
El miércoles 6 de mayo de 1868, el Diario de Zaragoza comentaba la alegría de los vecinos de la ciudad por la necesaria lluvia que, sin duda, caería sobre la misma en los próximos días; efectivamente, a lo largo del jueves día 7 se desató una fuerte tormenta que habría de tener un efecto inesperado, tal y como nos cuenta “El Correo de Aragón” del sábado día 9:
“Anteayer se abrió una enorme sima en la subida de la Trinidad donde se hallaron muchos cráneos y huesos humanos. Habiéndose verificado una onda excavación por orden de la autoridad se encontraron restos de fusiles, cartucheras y otros objetos de armamento y vestuario.
Se supone que en los diferentes hundimientos que durante la Guerra de la Independencia tuvieron lugar en aquel sitio por donde el Ejército invasor trató de penetrar a esta heroica capital diferentes veces; perecieron algunos desgraciados Guardias Walonas, pues en varios botones hallados han podido leerse el nombre de aquel cuerpo”.
La noticia llegó a Madrid y así, el día 12, decía “El Imparcial”:
“En la subida de la Trinidad, de Zaragoza, se ha encontrado un depósito de armas, granadas, restos de cuerpos humanos y fragmentos de vestidos.
Pero no se asusten Vds.; las armas, municiones y demás despojos, se hallaron donde debieron quedar cuando en los memorables sitios de aquella ciudad, siempre heroica, se voló el edificio convento de la Trinidad. Han sido encontrados en una sima que, efecto de la última lluvia, se ha abierto en la mencionada calle”.
Efectivamente, en la parte superior de la calle de la Trinidad, en su intersección con la calle de la Universidad, estuvo emplazada una pequeña batería para un único cañón, que amenazaba de flanco a cualquier invasor que intentase penetrar por el Coso bajo tras cruzar la puerta del Sol; dicha batería, desprovista de su cañón y convertida en parapeto de fusileros, fue destruida por una mina francesa situada bajo el aledaño convento del Santo Sepulcro el último día de los Sitios, el 20 de febrero de 1809.
Los materiales allí hallados quedaron en poder del Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza, siendo entregados ese mismo año a la Comisión por el vocal de la misma, D. Francisco Zapater y Gómez, siendo así descritos en el “CATÁLOGO DEL MUSEO PROVINCIAL DE PINTURA Y ESCULTURA DE ZARAGOZA 1, formado por la comisión de Monumentos Históricos y Artísticos. Zaragoza 1867. pp. 92- 93”:
- GRUPO DE ARMAS y otros objetos pertenecientes á la guerra de la Independencia.
Consta de lo siguiente: un cañón de fusil casi entero, cinco trozos de otros tantos cañones y catorce más pequeños, que en total corresponden á seis fusiles de infantería. Cuatro llaves de fusil, una caído el gatillo y abierta la cazoleta (disparado), otra en el punto alto y las demás en el del seguro. Dos guardamontes de bronce, dos culatas de fusil y cuatro cantoneras de bronce para las mismas. Dos fajas de malla de seda que debieron ser encarnadas, y en las que todavía se conservan manchas de sangre; una cinta estrecha de tela de hilo , un botón plano de metal con el lema R.s Guardias Españoles, cuatro de menor diámetro, con el de Fernando VII y dos pequeños de forma esférica. Cinco picos de hierro, dos de cazo y tres sin él. Dos granadas de mano, una dé ellas cargada.
Estos restos venerados de nuestra gloriosa lucha sostenida en Zaragoza en los dos memorables sitios de 1808 y 1809, donativo del Excmo. Ayuntamiento de esta ciudad, fueron encontrados el 7 de Mayo de 1868 al verificarse el reconocimiento de una sima abierta en la parte alta de la bajada de la Trinidad, hoy calle del mismo nombre.
Bajo una capa de tierra de 0,50 m. de espesor, y que, cubriendo otra formada de tejas, maderos y ladrillos, daba acceso á una zanja construida en forma de talud, cuya latitud superior medía 3,50 m. y su base 1 m. y en la dirección de O. á E. atravesaba la citada calle, yacían (en la longitud de 4 m.) acostados seis cadáveres perfectamente conservados, cuyos esqueletos, vestidos con restos de prendas militares, indicaban por la posición de los cuerpos que la muerte había sido instantánea, y producida por efecto de hundimiento ó voladura de alguna mina.
Todos los esqueletos tenían las piquetas junto á la mano derecha, é indicando, por la posición del brazo, que estaban haciendo, uso de los citados instrumentos cuando les sorprendió la muerte. Los dos primeros, ó sea los que se hallaban en la parte E. de la zanja, llevaban puestas las dos fajas de seda que figuran en el grupo, y junto á ellos estaban las granadas de mano. Vestían casaca corta, chaleco blanco con botón esférico y polainas sujetas al calzón con una cinta y abrochadas al costado con los botones en que se lee Fernando VII.
La mencionada calle se halla próxima a la puerta del Sol, en la que se estableció una de las principales baterías de defensa, y dando frente al barrio en el que se hallaba el convento de Agustinos calzados, que fue una de los puntos en que se sostuvieron encarnizados combates, y al que dirigieron siempre los franceses sus trabajos de sitio.
Los citados objetos, bastante bien conservados, aunque escasos en número, son de gran valor histórico por referirse á los defensores de la heroica ciudad de Zaragoza.
Nº 272.- DOS BALAS de hierro, dé los calibres de 8 y 12, y varios cascos de bomba hallados en la calle de la Universidad, antes de la Trinidad, con motivo, del desmonte verificado para la nivelación de dicha calle.
En el catálogo de Arqueología de 1928, con la ref. 387, repite lo anterior, aunque algo resumido y añade (p. 73): “También hay restos hallados en 1869 en la calle de Pignatelli (antes de la Paja), punto que antes se designaba con el nombre de la calle de las Canterías, donde existió una batería durante los Sitios”.
El 24 de septiembre de 1938 D. José Galiay, Director del Museo Provincial, entregó al Alcalde de la ciudad, D. Antonio Parellada, estos objetos para ser expuestos en el Museo Romántico del Archivo Municipal del citado Ayuntamiento.
En el de 1964 figuran como “387.- (Arqueología). Armas de los Defensores de Zaragoza”, depositadas en el Ayuntamiento de Zaragoza.
Almacenadas en el antiguo archivo de la Plaza de Santo Domingo, al inhabilitarse éste, pasaron a los desvanes del Cuartel de Palafox, faltando ya bastantes piezas. Hoy sus restos, muy deteriorados, están en la sala de los Sitios del Museo de la Academia General Militar.
1 Debió imprimirse en 1868 pues, si no, no se comprende el que cite estos objetos ingresados en ese año. De hecho, figuran en un apéndice como objetos que entraron tras la conclusión del catálogo.
MEMORIAS DE COMBATIENTES POLACOS CON REFERENCIAS A LOS SITIOS DE ZARAGOZA
Por Cristina González Caizán
Seis son los combatientes polacos pertenecientes a la infantería de la Legión del Vístula o al regimiento de Lanceros del Vístula que nos han narrado sus combates durante Los Sitios de Zaragoza. La primera memoria apareció en 1819 y corresponde a la pluma del, por aquel entonces, Capitán de infantería de la Legión del Vístula Józef Gabriel Mroziński2, partícipe en ambos Sitios. Su relato, el más detallado de todos los publicados por los polacos, está bastante bien elaborado y es fidedigno. El oficial polaco rinde homenaje a los habitantes de esta «ciudad heroica». No obstante, alabando también el bando imperial, subrayaba que la capital aragonesa fue finalmente conquistada por tropas menos numerosas que las de los asediados.
En 1845 aparecieron las memorias del teniente Kajetan Wojciechowski3, lancero del Vístula. Participó exclusivamente en el Primer Sitio y en las páginas dedicadas a él, incide en esa capacidad de lucha y resistencia de los “heroicos habitantes de Zaragoza”, ensalzando al General Palafox: “¡ese inmortal defensor de Zaragoza!”.
En 1850 apareció publicado el anónimo Zaragoza en el año 18094. De todas las memorias polacas con noticias de las hazañas de los soldados polacos en la Guerra de la Independencia española, ninguna presenta escenas tan violentas y crueles como las publicadas en este texto. Precisamente, uno de sus pasajes, el suicidio de una religiosa, se trasformó en el símbolo del remordimiento nacional de las acciones polacas en España y, principalmente, en Zaragoza al quedar inmortalizado en la obra del gran escritor de novela histórica Stefan Żeromski (Popioły – Cenizas) y, después, en el cine de la mano del oscarizado Andrzej Wajda. Al analizar detalladamente este texto anónimo hemos llegado a la conclusión que se trata de un apócrifo escrito con el fin de ensuciar la memoria de aquellos soldados polacos, que luchando en las huestes napoleónicas, intentaron alcanzar la libertad e independencia de su Patria. Este estudio ha sido recientemente publicado por la Institución Fernando el Católico5.
En 1859 aparecieron loas memorias del teniente Wojciech Józef Dobiecki6, lancero del Vístula y partícipe en el Primer Sitio. Sus memorias están basadas, principalmente, en las de Wojciechowski y del mariscal Suchet. Dobiecki se limita, sobre todo, a la descripción de los combates; no obstante, alaba la valentía de los sitiados, subrayando la audaz resistencia por parte de «toda la nación española» y, entre los polacos, las hazañas de Chłopicki.
En 1868, aparecieron, en alemán, las memorias de Henryk Brandt7, subteniente de la Legión del Vístula y, años después, general del Ejército prusiano. Este militar participó en el Segundo Sitio. Sus memorias -escritas con talento literario- son una fuente importante para conocer las actividades de la Legión no sólo en Zaragoza, sino en casi toda España. Sin embargo, poseen un rasgo característico. Brandt era un protestante de una familia mixta polaco-alemana proveniente de Prusia, una tierra disputada desde siglos por esas dos naciones. Parecía carecer del romanticismo y cierta sensibilidad de los polacos hacia todo lo relacionado con las luchas por la independencia, ajenas incluidas (sobre todo, después de muchos años tras los combates), siendo sus opiniones muy concretas, por no decir, severas. Todo eso se refleja en la descripción de la campaña española. Por ejemplo, en vano podríamos buscar en la obra del oficial elogios hacia los defensores de Zaragoza.
El último relato sobre Zaragoza apareció en 1908 bajo el título Memorias de un lancero del primer regimiento de la Legión del Vístula sobre las campañas de los años 1807-1814 (Del manuscrito) con la descripción del Primer Sitio8. Su editor, Alexander Kraushar, afirma que el manuscrito original anónimo data de entre 1820 y 1825. En estas memorias se hace especial hincapié en la defensa por parte de los valientes zaragozanos y en la triste suerte de las pobres mujeres enloquecidas durante el asedio.
Sin la lectura y análisis de estas memorias no podremos llegar a conocer completamente lo acaecido en Los Sitios de Zaragoza. La falta del punto de vista de los militares polacos es esencial si queremos cerrar el círculo de lo acontecido en Zaragoza durante aquellos trágicos años. De las seis memorias, tres están ya traducidas al español. Sirva este pequeño texto como una llamada de atención e invitación a financiar proyectos de traducción y edición crítica de las fuentes restantes.
2 MROZIŃSKI, J.G. Oblężenie i obrona Saragossy w latach 1808 i 1809, ze względem szczególniejszym na czynności korpusu polskiego [El asedio y la defensa de Zaragoza en los años 1808 y 1809, con una consideración más especial a las actividades del cuerpo polaco]. Pamiętnik Warszawski, Varsovia, t. XIII, 1819. Existe una reedición de 1858. Contamos con una traducción al español de este relato en Soldados polacos en España durante la Guerra de la Independencia Española (1808-1814), eds. F. Presa González; G. Bąk; A. Matyjaszczyk Grenda y R. Monforte Dupret, Madrid, 2004, pp. 141-251.
3 Pamiętniki moje w Hiszpanii przez Kajetana Wojciechowskiego
[Mis memorias de España por Kajetan Wojciechowski], ed. L. Potocki, Varsovia, 1845. Existe otra reedición en polaco de 1978 y otra en español editada por el Ministerio de Defensa. Véase Mis memorias de España por Kajetan Wojciechowski, eds. Jan Stanisław Ciechanowski, Cristina González Caizán, Jan Kieniewicz y Andrzej Ziółkowski, Madrid, 2009.
4 Saragossa w roku 1809. Wyjątek z niedrukowanych dotąd pamiętników [Zaragoza en el año 1809. Fragmento de las memorias todavía no publicadas]. Biblioteka Warszawska. Pismo poświęcone naukom, sztukom i przemysłowi, Varsovia, t. IV, 1850, pp. 1-17.
5 El anónimo polaco. Zaragoza en el año 1809. Fragmento de las memorias todavía no publicadas. Estudio, traducción y edición: Cristina González Caizán, Zaragoza, 2012.
6 DOBIECKI, W. Wspomnienia wojskowe [Memorias militares], en
Czas. Dodatek miesięczny, t. XVI, Cracovia, 1859, pp. 197-294.
7 Aus dem Leben des Generals der Infanterie z. D. Dr. Heinrich von Brandt, Berlín, 1868-1869, 2 vols. Existe otra edición alemana, si bien parcial, bajo el título Memoiren aus dem spanischen Freiheitskämpfe 1808-1811, ed. Friedrich Max Kircheisen, Hamburgo, 1908, pp. 279-416. En polaco existen dos traducciones, una de 1904 y otra de 2002. Todas las citas sobre Brandt en este trabajo pertenecen a esta última edición polaca (BRANDT, H. Moja służba w Legii Nadwiślańskiej. Wspomnienia z Hiszpanii oraz Rosji 1807-1812 [Mi servicio en la Legión del Vístula. Memorias de España y Rusia 1807-1812], Gdynia, 2002). Existe también traducción de las memorias de Brandt en francés y en inglés.
8 Wspomnienia ułana pułku pierwszego legii nadwiślańskiej o
kampaniach lat 1807-1814 (Z rękopisu), ed. A. Kraushar, Varsovia, 1908.
HOMENAJE A LAS HEROÍNAS DE LOS SITIOS DE ZARAGOZA. 9 DE OCTUBRE DE 2011
PROGRAMA DE ACTOS
10:30 h. Salva artillera.
10:35 h. Comienzo del Acto. Desfile de las Unidades militares.
10:40 h. Jotas a cargo de la Rondalla del Royo del Rabal.
11:10 h. Llegada del Excmo. Sr. Alcalde y Autoridades a la Plaza.
11:00 h. Comienzo del Acto oficial.
11:15 h. Ofrenda de Coronas y flores. Salvas de Honor.
11:20 h. Mientras las Autoridades realizan una Ofrenda oficial en la Capilla de las Heroínas, la Jota suena en el exterior de la Plaza del Portillo a cargo del Royo del Rabal.
11:40 h. Desfile de las unidades militares presentes en el Homenaje. Fin del Acto.
Agustín Alcaide Ibieca. Historia de los dos Sitios que pusieron á Zaragoza en los años de 1808 y 1809 las tropas de Napoleón.
“…Continuad, pues, valerosos aragoneses con el ardor y noble espíritu de que estáis animados. Ved la conducta de la zaragozanas, que inflamadas todas del amor á su patria, su rey y su religión, corren presurosas á prestaros todo género de auxilio.”
“… ¿Y cuándo, y cómo se ha visto que nos grupos de hombres, de los cuales muchos no conocían el uso ni manejo del arma, mostráran un teson y energía semejante? ¿Cuándo que las mujeres llegáran hasta el pie del cañón, despreciando la muerte, para llevar municiones y refrescos á los artilleros? El entendimiento vacila, la imaginación se confunde. En este dia los habitantes de la capital se excedieron á sí mismos. ¡Ojalá tuviera cien leguas para ensalzar tantas proezas! Pero mis débiles acentos llegarán á la mas remota posteridad, y al recordarlas derramarán lágrimas de placer las generaciones venideras.»
NUESTRAS CALLES. NUESTRA HISTORIA
Bureta, Condesa de. Llamado este tramo con anterioridad de Antón Trillo se localizaba en esta misma calle la casa -palacio que habitaba la Condesa y que ya en los años cincuenta del Siglo XX se convirtió en los famosos Almacenes Sepu, situada entre la calle de Antón Trillo y la Plaza del Ecce Homo. María de la Consolación de Azlor y Villavicencio era prima del General Palafox. Nació en Gerona el 12 de mayo de 1775, viuda del Conde de Bureta en 1805 y casada el 1 de octubre de 1808 con el regente de la Audiencia Pedro María Ric y Monserrat, Barón de Valdeolivos. Falleció en Zaragoza el 23 de diciembre de 1814 de sobreparto.
Fue defensora de la ciudad, destacando sobre todo durante la jornada del 4 de agosto cuando formó dos baterías a sus expensas en la misma calle donde tenía su residencia y que lleva actualmente su nombre. Está enterrada en la Iglesia de San Felipe. Fue inmortalizada en uno de los grabados realizados por Gálvez y Brambila al frente de la defensa de una calle zaragozana que se cree sea la suya.
Calvo de Rozas, Lorenzo. Se encuentra en el barrio de las Delicias entre la calle de Lucas Gállego y la de la Duquesa de Villahermosa sin ninguna relación con el personaje ni con la época. Calvo de Rozas nació en Renedo (Vizcaya) el 23 de junio de 1773, próspero comerciante, en 1798 se trasladó, fijando su residencia en Madrid. Llegó a Zaragoza el 28 de mayo de 1808 con su familia, huyendo de los tumultos que se estaban produciendo en Madrid, y Palafox, que ya lo conocía, lo llamó a su lado nombrándolo el día 2 de junio Intendente del Reino y del Ejército de Aragón. Fue nombrado también secretario de las Cortes de Aragón reunidas el 9 de junio de 1808 y vocal de la Junta de Defensa durante el primer sitio. En septiembre de 1808 fue elegido por Palafox para su incorporación a la Junta Central junto al hermano de Palafox, Francisco y el conde de Sástago. Participó como diputado en las cortes de Cádiz junto al otro hermano de Palafox, Luis, marqués de Lazán. Durante el trienio liberal actuó como ministro. Murió en Madrid el 6 de mayo de 1850.
Información extraída del libro “Zaragoza, las calles de Los Sitios”, cuya autora es Conchita Sánchez Rojo, que puede descargarse gratuitamente de nuestra web.
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