Carta de nuestro Presidente
Editorial
La Historia se convierte en Arte. Poesía, Dibujo, Fotografía
La Historia se convierte en Arte. Beethoven
Conmemoración del inicio de Los Sitios de Zaragoza
Nuestras calles. Nuestra Historia
Queridos amigos,
El 15 de junio de 1808 fue el comienzo de Los Sitios de Zaragoza. El choque brutal de las tropas napoleónicas contra una tenaz resistencia en los muros de nuestra ciudad. El comienzo de una epopeya llena de momentos heroicos y dramáticos.
Después de 208 años recordamos nuestra historia con la admiración hacia esos zaragozanos que se atrevieron a enfrentarse contra el ejército imbatido de Napoleón, que lo dieron todo por defenderse de la invasión extranjera. Unos zaragozanos que tuvieron que reconstruir su ciudad y curar sus heridas cuando la guerra terminó.
Un capítulo muy importante en la historia de Zaragoza, pero también de España y Europa.
Recordamos estos hechos juntos con nuestros amigos franceses y polacos porque nuestro deseo es reforzar los lazos de amistad que nos unen. Compartimos una historia común que ha tenido momentos mejores y peores. La historia no la podemos cambiar. Afortunadamente hoy en día compartimos un proyecto común europeo para construir juntos un presente y un futuro mejor para nuestros hijos.
A todos los simpatizantes y amigos de nuestra Asociación muchas gracias por vuestro apoyo cálido y cercano,
GONZALO AGUADO AGUARÓN
Presidente Asociación Cultural “Los Sitios de Zaragoza”
EDITORIAL
Por Arturo-José González
Mucho tiempo ha acontecido desde el último número de este Boletín.
En una parte del diálogo de una de mis películas favoritas, basada en la obra homónima de Tom Clancy “La caza del Octubre rojo”, el capitán Marko Ramius comenta con amargura: “…una guerra en la mar. Una guerra sin batallas, sin monumentos, aunque sí con pérdidas”. Yo, apostillo, con pérdidas dolorosas e irreparables.
Mas, como nuestros antepasados, a los cuales homenajeamos hoy, en el inicio del período de asedios y de la Batalla de las Eras del Rey, hay que levantarse y seguir peleando.
Un año más, nos reunimos en torno al hermoso monumento de la plaza de Los Sitios, descripción, cual vidriera pétrea, de lo acontecido en estos inmortales lugares.
Homenajearemos a los Caídos, a cuantos lucharon en esta tierra y escucharemos, entre otras, la composición de Oudrid que, como siempre, nos erizará vellos y corazones.
Paso a paso, parece que la actualidad lleva la contraria a nuestra historia común. Una historia que la vivimos codo con codo, gentes de cualquier lugar de España acudían prestos a defender la tierra común, la Patria, sin distinción de ningún tipo. Quizá sea necesario hacer recordar que, para lo bueno y lo malo, siempre ha habido camaradería entre españoles. Siempre ha habido hermanamiento y sacrificio mutuos.
Y, en esta época que nos toca vivir, debería ser así; dejar de hacer referencia día sí y día también a la célebre pintura de nuestro paisano de Fuendetodos, aquella en la que dos españoles, bastón en mano y piernas semienterradas, se empeñan en abrir, a golpes, la cabeza del oponente.
No nos merecemos eso, ni nosotros ni nuestra Patria que fue regada con la sangre de nuestros valerosos y heroicos antepasados.
Hagamos que ese derroche de valor no caiga en saco roto y que, lo que celebramos hoy, lejos de separarnos, nos una en un objetivo común. Un objetivo difícil de conseguir, quizá, pero hermoso de mantener en todos los niveles: la PAZ.
¡Por la Virgen del Pilar, vencer o morir!
LA HISTORIA SE CONVIERTE EN ARTE. POESÍA, DIBUJO, FOTOGRAFÍA
Tiempo hace que ronda la cabeza, o el teclado del ordenador, vayan ustedes a saber, la idea de traer hasta estas líneas las referencias que, de esta nuestra Historia, se podían encontrar en las creaciones artísticas, pasadas o presentes, inspiradas por las correspondientes musas.
Quizá sea tiempo ya de hacerlo y poder disfrutar de las creaciones que Los Sitios de Zaragoza, en particular, y la Guerra de la Independencia y su conflicto reflejo, los acontecimientos europeos que el emperador Napoleón I tuvo a mal en fomentar, inspiraron a artistas en diferentes especialidades.
Comenzaremos por un sentido poema que una poetisa colaboradora de este Boletín escribió en 1989, movida por su interés y admiración por aquellos muy nobles, muy leales y muy heroicos defensoras y defensores.
MIS SITIOS DE ZGZ
De eso se trata:
De tocar la Gracia, de sentir la Gloria, de Compartir,
de ser haciendo y sabiendo estar,
de cumplir los sueños de ser Hermanos,
querido Sitio de Zaragoza:
refugio de defensa personal de lo supremo sublime , formidable máxima fortaleza de amistad sin fronteras, camino de Dios.
Mª Luisa Rubio Orús (NM)
LA HISTORIA SE CONVIERTE EN ARTE. BEETHOVEN. NAPOLEÓN EN LA MÚSICA
Por Mila Espido-Freire
Charla impartida el 16 de junio de 2006 en la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza, dentro del programa de conmemoración del 198 aniversario de la Batalla de las Eras, organizado por la Asociación Cultural “Los Sitios de Zaragoza”.
Beethoven, seguramente, es el músico más napoleónico que se pueda citar. Resulta imposible comprender su música, vida e ideología sin remitir a la propia Revolución Francesa y los cambios que le siguieron. De la misma edad que Napoleón, genio indiscutido, reivindicó los cambios universales que defendía la Revolución con una fe intachable y sufrió dolorosamente la traición del líder que veneraba.
Al igual que Napoleón, su conciencia de elegido y su misión de transformar la música, en su caso, le condujeron a una creación insuperable y titánica. Ninguno de los géneros que abordó volvió a ser lo mismo a partir de sus obras.
Los nuevos ideales políticos se reflejan en su música hasta el punto de condicionar la explicación de muchas de ellas. Su ópera Fidelio, sobre un noble español encarcelado por amenazar con revelar los delitos de un político, será ejemplo de compromiso político cuando aún no existía este concepto, y se considera la alegoría de la liberación de Europa. También compondrá la música para el Egmont de Goethe, paradigma de los nuevos ideales. Un símbolo de la nueva era liberal para la Humanidad lo constituye su único ballet Las criaturas de Prometeo, una de cuyas danzas se reproduce en el último tiempo de la Tercera Sinfonía, por si quedara alguna duda en la intención de elegir este argumento.
Otras dos de sus obras se inspirarán directamente en los avatares de Napoleón. La anécdota más conocida, seguramente, se relaciona con esta Tercera Sinfonía o Heroica, compuesta en 1804. Dedicó el manuscrito a “Buonaparte”, e incluso italianizó su nombre como “Luigi Beethoven”, por admiración a quien le parecía el más grande Cónsul de la historia. Meses después, la autoproclamación de éste como emperador le produjo un ataque de indignación, tachó arrebatado la dedicatoria y se publicó, posteriormente, con el título de “Heroica. Dedicada a la memoria de un gran hombre”. La Tercera, ya una de sus sinfonías de grandes dimensiones e importante, aporta varios logros en el ámbito musical. Su título referido al “recuerdo” de un héroe resulta significativo como desengaño y nostalgia de algo perdido, y que el Segundo Movimiento, normalmente intimista y lírico, se denomine “Marcha Fúnebre” le permitirá decir a Beethoven, a la muerte del tirano, que ya hacía años que le había escrito su marcha de funeral.
La segunda obra de Beethoven directamente napoleónica se encuadra en el género descriptivo. Se trata de La sinfonía Wellington, Sinfonía de la Batalla de Vitoria, Sinfonía de la Victoria, conocida con varios títulos, ninguno certero, que conmemora la derrota de las tropas francesas en la guerra de España, el 19 de junio de 1813, en Vitoria de la mano del general Wellington (de igual edad que Napoleón).
Esta obra, de unos doce minutos y un solo tiempo, no constituye una “sinfonía”, y describe sonoramente la batalla, como una especie de Poema Sinfónico, forma que se creará años después.
La victoria de Wellington se estrenó en un concierto benéfico para los heridos de guerra durante el Congreso de Viena de 1815, reunión que creará el nuevo mapa Europeo tras la derrota de Napoleón.
La anécdota de su creación no deja de ser jugosa. Beethoven era amigo de Juan Nepomuceno Mälzel, el inventor del metrónomo, aparato que adoraba el compositor, y también de un extraño artilugio: el “Panharmonikon”, que a través de aire comprimido podía reproducir varios instrumentos de la orquesta, especialmente de viento y percusión. En pago a una deuda que le debía, Mälzel le sugirió a Beethoven que compusiera una obra para este invento, y dados los últimos acontecimientos surgió la Victoria de Wellington. Para hacerla más rentable la adaptó para orquesta y esta partitura fue la que se estrenó con motivo del citado Congreso.
Mälzel consideró que la obra era suya como pago de la deuda, pero esta discusión con Beethoven puso fin definitivo a la gran amistad. Mälzel se llevó su artefacto a Londres, patria de Wellington, donde ganó bastante dinero, y Beethoven obtuvo en Viena el mayor éxito de su vida con su estreno. Actualmente se considera una obra menor, de gran corrección, pero deudora de este origen.
La Wellington describe el enfrentamiento entre los dos ejércitos a través de sendas melodías identificativas: la francesa “Mambrú se fue a la guerra” y la inglesa “Rule Britannia”, para finalizar con el “God save the King”. Los disparos de cañones, 118, y los de las armas, 12, los señala el compositor con precisión para que guíen, en efecto estereofónico, las posiciones de los dos bandos.
CONMEMORACIÓN DEL INICIO DE LOS SITIOS DE ZARAGOZA. 17 DE JUNIO DE 2016
PROGRAMA DE ACTOS
A las 18:30 h. tendrá lugar la recepción de personalidades en el Museo Provincial para realizar el traslado, sobre las 19:00 horas, a la Plaza de los Sitios, donde tendrán lugar los solemnes actos centrales: discursos, la interpretación de temas militares y jotas, así como “Los Sitios de Zaragoza” de Cristóbal Oudrid, la ofrenda floral frente al Monumento y el Homenaje a los Caídos.
Agustín Alcaide Ibieca. Historia de los dos Sitios que pusieron á Zaragoza en los años de 1808 y 1809 las tropas de Napoleón.
«…El sol iba á ocultarse en el orizonte cuando todavía continuaba la refriega. El enemigo al ver cómo se aumentaban al proviso los pelotones ó masas de los defensores, al oir un sordo murmullo entre el estrépito de los cañones y de la fusilería, creyó que tenia contra sí un número extraordinario de gente armada. No puede asegurarse cuál era, aunque algunos lo reputaron en cinco ó seis mil hombres; pero su ardimiento y valor equivalía á un duplo, y harto lo conocieron á su pesar las tropas francesas. Cuanto mas peleaban, mas cólera y furor reinaba entre los paisanos, que no se veían satisfechos de derramar la sangre enemiga. La voz de vamos bien, que discurria por todas partes, era el único aviso oficial que tenían los defensores para cobrar denuedo… La noche se iba aproximando, y las tropas enemigas, desalentadas, no pensaron ya sino en replegarse al abrigo de sus sombras, despidiendo algunas granadas y mixtos sobre el cuartel de caballería. Los cadáveres esparcidos sobre las eras, olivar hondo y camino que va á la puerta del Carmen en derechura, patentizaron su descalabro. Los vencedores vieron ufanos retroceder aquellas huestes que venían con tanta arrogancia; y sobre los umbrales de las puertas yacían yertos los temerarios que osaron embestirlas Abiertas estaban de par en par; pocos fueron los que treparon por el centro, pero menos aun los que consiguieron salvar la vida para dar una idea á los demás del entusiasmo y valor de los zaragozanos.”.
NUESTRAS CALLES. NUESTRA HISTORIA
Gómez de Butrón, Fernando, -desaparecida-. Nació en San Cebrián de Castro (Zamora), en 1770. Formaba parte del Cuerpo de Guardias Reales de Corps junto a Palafox. Actuó como defensor en los dos asedios de la ciudad, protegiendo el 29 de julio de 1808 la llamada torre del Obispo, ascendido a coronel en el primer sitio, alcanzó el grado de Mariscal de Campo en el segundo, cargo que fue confirmado por la Junta Central. Cuando era llevado a Francia como prisionero se escapó marchándose a Sevilla. Al finalizar la guerra en 1814 y hasta 1822 desempeñó el cargo de Gobernador Militar y Civil de Ceuta. Al regreso de Fernando VII a España se exilió a Francia volviendo con el pronunciamiento de Riego en 1820, pasando en 1822 a ser Jefe Político de Barcelona y exiliándose otra vez al terminar el trienio liberal, en 1823. En 1834 regresó de nuevo y rehabilitado actuó como Capitán General de Guipúzcoa luchando contra las fuerzas carlistas. Entre otros cargos obtuvo en 1836 el de Capitán General de Extremadura. Falleció en Burgos el 15 de julio de 1852.
Información extraída del libro “Zaragoza, las calles de Los Sitios”, cuya autora es Conchita Sánchez Rojo, que puede descargarse gratuitamente de nuestra web.
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