Palabras del presidente.
Ecos de la Asociación.
Miguel Salamero Buesa.
¿Qué conserva Zaragoza de la época de los Sitios?.
Las Reales Guardias Españolas de infantería.
Queridos amigos:
Cómo pasa el tiempo, otra vez estamos en estas páginas de nuestro Boletín, son siete años desde que comenzamos su publicación. Siete años que han transcurrido muy rápidamente pero que también nos acercan a una fecha histórica en un futuro próximo (más de lo que creemos) como es el año 2008: Segundo Centenario de Los Sitios.
Nosotros viendo pasar el tiempo imparable, queremos hacer un esfuerzo para animar a constituir lo que tiene que ser la Junta o Patronato del Segundo Centenario de los Sitios tomando como referencia lo que hicieron nuestros antepasados a principios de este siglo.
Los actos del Primer Centenario constituyeron por sí mismos un acontecimiento de resonancias nacionales e internacionales, renovando en el recuerdo el comportamiento de los zaragozanos, de los aragoneses y de todos los españoles.
Con motivo de la Exposición Hispano-Francesa, hubo gran aportación de novedades en todos los campos: cultura, arte e industria, consiguiendo que el nombre de Zaragoza volviera a brillar como lo hiciera en 1808-1809. Tales actuaciones comprometen a nuestra generación a realizar, como mínimo, algo equiparable, acorde con los nuevos tiempos, pero sin perder la referencia de Los Sitios.
Hay que comenzar uniendo voluntades políticas, económicas y sociales, pues es mucha la labor a realizar en estos próximos años. Todo lo que hagamos será poco comparado con lo que hicieron nuestros heroicos antepasados. Preparémonos pues todos a trabajar desde ahora por ese Segundo Centenario, en el respeto a nuestra historia y sus protagonistas, pero con la mirada en un nuevo milenio, confiando en un futuro mejor para todos. En ello estamos y animamos a todos desde nuestra Asociación.
Un afectuoso saludo para todos,
Carlos Melús Abós
Presidente de la Asociación
ECOS DE LA ASOCIACIÓN.
Magnífico marco el Salón de la Corona del palacio de Sástago, donde tuvo lugar el pasado 20 de febrero la presentación del IX premio “Los Sitios de Zaragoza”. Con tal motivo, nos cupo la satisfacción de recibir entre otras importantes personalidades al Exmo. Sr. D. Wlasdyslaw Klaczyñski, Embajador de Polonia en España.
Conmemoramos el 189 aniversario de la Batalla de las Eras con la acostumbrada ofrenda floral a cuantos murieron en la heroica defensa de nuestra ciudad. Como promotores del acto, nos vimos acompañados en esta ocasión por el concejal de Cultura D. Juan Bolea y por el Sr. Embajador de Polonia, quien con este gesto, nos reiteró una vez más su apoyo y simpatía. El acto estuvo amenizado un año más por la Música de la Academia General Militar, a cuyos miembros recordamos desde aquí agradeciéndoles su desinteresada colaboración.
Muy poco se recordó la figura del general Palafox en el CL aniversario de su muerte. Nosotros lo hicimos con una interesante conferencia, ofrecida por el profesor D. José Antonio Armillas en el salón de actos del Museo Provincial.
Recuperada la Puerta del Carmen tras siete meses de convalecencia. Se inauguraron las obras de restauración el 25 de septiembre, mostrándonos el viejo y querido monumento la magnífica labor realizada en sus centenarias piedras. El Excmo. Ayuntamiento nos ha distinguido como depositarios de tres bloques de piedra auténticos de la época de su construcción, para el futuro Museo de los Sitios. Por nuestra parte le deseamos larga vida, sin guerras ni accidentes de tráfico, para que siga siendo como hasta ahora, fiel testigo de los avatares de la vida zaragozana en siglos venideros.
La familia Palafox regaló la nueva lápida de su ilustre antepasado, quedando inaugurada el día de Todos los Santos, fecha en la que como es costumbre en nuestra Asociación, acudimos a la cripta del Pilar a rendir debido homenaje a los restos del héroe de los Sitios. El Excmo Sr. D. Antero Hombría, Dean del Cabildo Metropolitano, bendijo la nueva lápida en un emotivo acto, en el que contamos con la grata presencia de la Exma. Sra. Dª. María Valenzuela, Vª. de D. Luis Gómez Laguna ex alcalde de nuestra ciudad y entrañable ser humano, que tan profunda huella dejó en nuestra Asociación, de la que era socio honorario.
Zaragoza, acogió durante los días 3, 4 y 5 de diciembre el Ier Congeso Internacional sobre la Guerra de la Independencia, donde prestigiosos investigadores sometieron a estudio diversos comportamientos de tan importante episodio de la historia de España. Las jornadas contaron con la asistencia de gran parte de nuestros asociados, y la participación de nuestros amigos José Marcén y Luis Sorando, quienes presentaron sendas comunicaciones.
MIGUEL SALAMERO BUESA
Nuria Marín Arruego
Nacido el 30 de septiembre de 1760 en el zaragozano barrio de San Felipe, fue el menor de los cuatro hijos (dos varones y dos hembras) habidos en el matrimonio formado por Miguel y Rosa. En el ámbito de una familia de clase media, su infancia debió transcurrir con absoluta normalidad, alternando los juegos con el aprendizajede la Gramática y Aritmética en el cercano colegio de EE. Pías, al que asistía desde su domicilio situado en la calle de la Albardería. Mudóse la familia al popular barrio de San Pablo alrededor de 1780, donde el joven Miguel desarrollaría su vida, aprendiendo el oficio paterno.
Con el paso de los años conocería a una guapa moza llamada Rafaela Zaro, natural de la localidad de Borja, con la que contrajo matrimonio en 1787, instalándose la recién formada pareja en la calle Cedacería, 31, domicilio que habitaron hasta el año 1791 en el que se trasladaron a la que sería su vivienda definitiva en la calle de San Pablo, nº 180. Un día, sucedía a otro, trabajaban e iban haciendo un patrimonio que un día pasaría a manos de sus seis hijos : Bárbara, Agustina, Isidoro, Miguel, Antonia y Luisa.
Fruto de ese trabajo y tesón, fue la adquisición en propiedad de un local situado en el Callejón de la China, donde albergaba a más de veinte empleados, dedicados a la elaboración de damascos y tafetanes de gran calidad. Labores muy solicitadas, respondiendo al incremento que alcanzó en el s/XVIII en nuestra ciudad el gremio de sederos, tafetaneros y pasamaneros.
De lo visto hasta ahora, podemos deducir que constituían una familia con un cierto desahogo económico, lo que les permitía disfrutar de una vida sencilla y agradable en el marco de una amable ciudad rodeada de hermosos paseos, donde no faltaban las populares verbenas, los festejos taurinos o las representaciones teatrales. Feliz y orgulloso padre de familia, lejos se hallaba nuestro protagonista de vislumbrar el tremendo giro que inevitablemente daría su vida.
Efectivamente, Miguel Salamero experimentó el zarpazo brutal del destino un 6 de Septiembre de 1801, fecha en la que una enfermedad repentina se llevó a su esposa. En los siguientes siete años, enterró a tres de sus hijos: Luisa, Miguel e Isidoro, y vio estallar una guerra. Nada pudo hacer Salamero para evitar la pérdida de seres tan queridos. Mas, impotente espectador de su tragedia personal, no estaba dispuesto a dejarse también arrebatar el suelo que pisaba.
En la vecina Francia, tras una cruenta revolución y un posterior periodo de caos político, surgió la figura de Napoleón, hombre brillante que acumuló en su persona todos los poderes de la nación. Dotado de un talento excepcional en el arte de la guerra, condujo a los franceses a unas cotas de poder insospechadas, al elevado precio de ensangrentar a todo un continente.
En tan difíciles circunstancias, contaba Salamero 47 años. Impregnado de un gran vigor y patriotismo, equipó a sus operarios y los mantuvo a sus expensas, formando un grupo de escopeteros independiente que operaría en ambos Sitios.
En la histórica jornada del 4 de Agosto, las tropas francesas consiguieron entrar en la ciudad. Un destacamento penetró por la brecha abierta en los muros de la Torre del Pino, llegando a la calle del Azoque. Salamero, encontrándose en las inmediaciones, en circunstancias en las que reinaba el natural desconcierto, hizo gala de un gran pragmatismo, percatándose de la importancia estratégica del punto, lo que le movió a asumir la defensa del convento y huerta de Santa Fe, impidiendo el avance francés por este lado y el Arco de San Roque. Recordemos que estamos hablando de un amplio sector, por lo que sería no sólo una injusticia, sino un error histórico el pretender que el mérito de la defensa de esta zona se debió únicamente a Salamero. Ahí estuvieron también Santiago Sas y sus hombres luchando denodadamente durante todo el día en los conventos de Santa Rosa y San Ildefonso.
Tan valiente defensa, vino a desmontar el plan trazado por el General en jefe Verdier, cuya pretensión era alcanzar el Coso por este punto para darse la mano con el destacamento que entrando por el Monasterio de los Gerónimos, bajó por la calle de Santa Engracia, doblando por el Coso a la izquierda hasta llegar a la plazuela de las Estrevedes donde debía unírseles la caballería polaca. Caso de verificarse la maniobra, ambos destacamentos hubieran sorprendido por retaguardia a los defensores de las puertas de Sancho y del Portillo.
El comportamiento de Miguel Salamero contribuyó enormemente a que la operación no alcanzara el éxito previsto por el alto mando francés. Así lo reconoció Mosén Santiago Sas en la carta dirigida al General Palafox el 25 de Noviembre, en la que hace patente el heroísmo y temple demostrado por nuestro protagonista en tan comprometido día, pidiendo para él el Escudo de Distinción.
No fueron los franceses ajenos a hombres que tanto destacaron, y nuestro protagonista al igual que otros tantos paisanos que como él se significaron, fue incluido en una de las cuerdas de presos que tras la capitulación salieron de Zaragoza, logrando evadirse a la altura de los Pirineos, donde permaneció hasta la liberación de la ciudad.
Palafox, reconoció su patriotismo y generosidad concediéndole el Escudo de Defensor del Primer y Segundo Sitio además del merecido Escudo de Distinción. Arruinado en la empresa de restaurar al legítimo soberano en el trono de España, se acogió a la caridad de su hija Bárbara, quien cuidó de él hasta su muerte, ocurrida el 8 de enero de 1840, cuando contaba ochenta años de edad.
Resumen del trabajo publicado por la autora en el nº 24 de la revista Cuadernos de Aragón, editada por la Institución “Fernando el Católico”, donde se aporta la documentación pertinente
¿QUÉ CONSERVA ZARAGOZA DE LA ÉPOCA DE LOS SITIOS? (I)
José Luis Perla Goñi
Largos años costó a la ciudad restañar las heridas que en su urbanización, economía, sanidad, población… que no en el ánimo de sus defensores, había ocasionado su heroísmo y resistencia. Pero poco a poco, sobre todo a partir del 9 de julio de 1813 en que se consiguió echar a los franceses, a pesar de la pérdida de monumentos y edificios importantes, la ciudad volvió a la normalidad gracias al tesón de sus habitantes, aplicado ahora a la reconstrucción como antes lo habían aplicado a la guerra. Y aún salió hermoseada con la apertura del Paseo de la Independencia y la construcción de diversos monumentos conmemorativos, sobre todo con motivo de la Exposición Hispano-Francesa celebrada al cumplirse el I Centenario de aquella gesta en 1908.
Demos ahora un repaso a los edificios y símbolos que se han conservado desde aquella época hasta nuestros días como ejemplo para los zaragozanos que hemos sucedido y sucederán a los valientes que mantuvieron la independencia de España y asombraron al mundo deteniendo a los hasta entonces invencibles ejércitos de Napoleón.
Puerta de El Carmen
Esta Puerta, única superviviente de las que tenía la ciudad a comienzos del siglo XIX, mutilada y con graves señales de los combates soportados, se conserva como símbolo de esta resistencia y ha sido siempre emblema de los Sitios. Sucedió a la antigua puerta de Baltax a finales del siglo XVIII, es obra del arquitecto Agustín Sanz y ha sido restaurada recientemente (IX-97).
Palacio de La Aljafería
El segundo edificio en importancia que resta de aquella época es este palacio, que tras las últimas restauraciones ha tomado una apariencia más acorde con la que tuvo en 1808 al ser restablecido el foso que lo rodea (que había sido cegado por orden de Lord Wellington, nuestro aliado inglés que procuraba dejar las fortificaciones españolas bastante disminuidas en sus defensas, sin duda por si acaso algún día volvíamos al tradicional enfrentamiento España-Inglaterra) y reconstruidos los baluartes que mandó hacer Felipe II en el siglo XVI. No nos detendremos, por no venir al caso, recordando su construcción por Almoctadir, rey de la Taifa zaragozana en el siglo XI, la posterior edificación del palacio cristiano por Pedro IV y Fernando II y las modificaciones posteriores de los siglos XVIII y XIX, sobre todo la última que al convertirlo en cuartel lo dejó irreconocible, aunque también debe agradecerse al Ejército su conservación y las facilidades que en los años 50 dio para iniciar su restauración y la posterior venta a la ciudad, pues de no haber sido convertido en cuartel es muy posible que en el siglo pasado hubiera sido derribado y se hubiera perdido definitivamente. La conversión final en sede de las Cortes de Aragón ha supuesto su conservación definitiva.
Es importante hacer constar que su condición verdadera era la de palacio o residencia de recreo, no la de fortaleza defensiva. Felipe II lo convirtió en castillo al añadirle foso y baluartes, pero su posición en llano lo dejaba en bastante desventaja. La colina que hoy lo domina por su parte occidental es reciente, formada por los escombros extraídos para recuperar el foso exterior; si hubiera existido en la época de los Sitios hubiera hecho indefendible el Castillo. A pesar de su posición, en los dos Sitios contribuyó a la defensa de la plaza como fuerte exterior y no fue jamás conquistado. Del mismo modo cuando los franceses abandonaron Zaragoza el 9 de julio de 1813 ante la presión de la División española mandada por el General Espoz y Mina dejaron una guarnición de 400 hombres en la Aljafería que tardó casi un mes en rendirse el 2 de agosto de 1813.
Aprovechamos la ocasión para recordar que ésta es la verdadera fecha del fin de los Sitios de Zaragoza, y no la de la capitulación de la ciudad el 20 de febrero de 1809. El que gana la última batalla es el que gana aunque antes se perdieran otros combates.
Cuartel de Caballería
Situado en las inmediaciones de la Iglesia de Nª Sª del Portillo, entre la nueva plaza de toros y el paseo de María Agustín, ha sobrevivido casi hasta nuestros días, quedando en la actualidad solamente la pared de la planta baja que da al Pº de María Agustín en la que se pueden apreciar claramente las ventanas de las cuadras y la puerta trasera enmarcada en piedra. Sobre ésta y sobre la principal que quedaba enfrente de la actual enfermería de la plaza de toros, había sendos escudos de España de la época borbónica, que hoy día están conservados en la entrada del Cuartel de Sangenís del Regimiento de Pontoneros en Monzalbarba, junto al monumento al Pontonero obra del escultor Tomás Roure, que fue cabo del citado Regimiento. Uno está sobre la pared de ladrillo que sirve de fondo al monumento y el otro sobre el césped al pie de él, rodeado de una corona de laurel natural plantado alrededor del escudo.
El cuartel de Caballería fue construido a finales del XVIII para el Regimiento de Lanceros de Borbón que estuvo de guarnición en Zaragoza hasta 1805. En 1808 estaba en Barcelona desde donde intentó incorporarse a Zaragoza pero, ocupada Barcelona por el General francés Duhesme, parte del Regimiento queda en Cataluña, otra parte marcha a Valencia y muchos de sus oficiales consiguen llegar a Zaragoza y toman parte en los dos Sitios. Durante éstos no hubo guarnición fija de Caballería en Zaragoza hasta la llegada del Regimiento de Dragones de Numancia formando parte de la División valenciana del General Saint March al principio del 2º Sitio. Se da la circunstancia de que desde hace pocos años este Regimiento, ahora Ligero Acorazado de Numancia está otra vez de guarnición en Zaragoza formando parte de la Brigada de Caballería Castillejos II. Es la única unidad que combatió completa en los Sitios que permanece en Zaragoza.
Posteriormente este cuartel del que hablamos fue sucesivamente ocupado nuevamente por el Rgto. de Lanceros de Borbón, por el de Lanceros del Rey y desde los años 30 de este siglo por el de Zapadores nº 5 hasta 1965, siendo luego vendido a particulares. En él se ha abierto la nueva calle de Muro Sevilla, se ha construido la Telefónica y algún edificio de viviendas, quedando una parte aún sin edificar. Y como se ha citado antes la pared de las cuadras es el único vestigio visible de la época de los Sitios.
Es de destacar que con materiales sobrantes de este cuartel se construyó en 1787 la Puerta del Carmen.
UNIFORMES Y DISTINTIVOS DE LOS SITIOS DE ZARAGOZA (VI)
LAS REALES GUADIAS ESPAÑOLAS DE INFANTERÍA
Luis Sorando Muzas
Este prestigioso Real Cuerpo estaba compuesto por tres batallones, destinados respectivamente en Valdemoro, Aranjuez y Barcelona, localidades todas ellas controladas por los franceses en mayo de 1808.
El 1º se fugó a Valencia, mientras que el 2º era disuelto, dispersándose sus hombres en varias direcciones, y acudiendo algunos de ellos a Aragón; así sabemos que el 4 de junio se presentaron 30 en Tudela, y que una partida mayor fue presentada a Palafox por el ingeniero Caballero en Longares el día 18.
Éstos lucharon en Épila el 21, uniéndose a la defensa de Zaragoza en su primer Sitio, el 1 de julio. Con ellos se fomó una compañía, mandada por el Capitán Vicente Izquierdo y acuartelada inicialmente en la Lonja y despues en San Lázaro.
Mientras, el 3º batallón, fugado de Barcelona, se unió en Osera, el 4 de agosto, a las fuerzas allí reunidas por Palafox para auxiliar a Zaragoza, y en la noche del 5 entraron en la ciudad, con el Marqués de Lazán, 200 de sus hombres, “con banderas desplegadas, tambor batiente y música“, uniéndoseles al día siguiente los 200 restantes, para participar en su defensa hasta la conclusión del Sitio, dando el día 13 una fuerza de 470 hombres.
A finales de agosto, se hallaban en las Cinco Villas, persiguiendo a los franceses, y allí aumentó su fuerza hasta los 600 hombres, por la fusión de las diversas partidas del 1º y 2º batallón que habían ido llegando a Aragón, las que quedaron integradas en el 3º, del que era comandante D. Francisco de Paula Bañuelos.
Lucharon en Tudela (23-XI), sufriendo la baja de 8 oficiales y 200 soldados, pese a lo cual daba en Zaragoza, pocos días despues, una fuerza de 800 hombres, al habérseles fundido nuevas partidas de guardias dispersos del Ejército de Castaños, también derrotado en Tudela.
El batallón, quedó organizado en una compañía de granaderos y seis de fusileros, todos los cuales intervendrían en la defensa de la ciudad durante su 2º Sitio, casi siempre en el sector del Arrabal, el 18 de febrero, y sus escasos restos quedaron disueltos al capitular la ciudad tres días después.
Banderas : sus dos banderas gemelas fueron tomadas por los franceses, y hoy se encuentran en el Mussée de l’armêe ( París ). Blancas, con el escudo de las armas Reales en su centro, entre dos grandes leones soportes y sobre el cruce del aspa roja de Borgoña, cuyos extremos están rematados por coronas Reales.
Uniformes.-
Fusileros: bicornio negro con galón y presilla blanca, escarapela roja; casaca turquí con solapas, vueltas y forros rojos; sardinetas blancas en solapas y vueltas; chupa roja con vivos sardinetas; botón plata, calzón azul turquí y polainas blancas o negras, según la estación.
Granaderos: igual pero con morrión de pelo, con manga roja bordada.
Sargentos: como los fusileros, pero sin sardinetas y con galón de plata en el sombrero, cuello y vueltas; en sus hombros las charreteras de su empleo.
Oficiales: como el sargento, pero con galón también en las solapas, y bandoleras carmesís con galones de plata.
Notas:
· Para la confección de este historial, he manejado diversos legajos del archivo Palafox, destacando sus estados de fuerza, en caja 6, leg. 5/2-8. Igualmente resulta imprescindible el interesantísimo manuscrito titulado “Historia del tercer Batallón de Reales Guardias Españolas desde el día 2 de Junio de 1808 hasta el 2 de Marzo de 1809, escrita por el Brigadier Dn. Agustín Arredondo, Capitán del mismo Real Cuerpo y Primer Teniente que fué de dicho tercer Batallón“, conservado en el Servicio Histórico Militar (Madrid) y publicado en facsímil en la Revista de Historia Militar, nº 76 a 79. Madrid 1994-1995.
· El 14 de octubre, se concedió el escudo de Defensor a todos los guardias que habían estado en Zaragoza durante el Sitio.
· Durante el 2º Sitio, se dió una cinta roja a los guardias que intervinieron en la salida de 31 de diciembre.
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