Carta de nuestro Presidente
Loa a los Héroes
Plaza de S. Francisco, la Constitución, España
XXVIII Ruta de Los Sitios
Nuestras calles. Nuestra Historia
Queridos amigos
Pocas ciudades albergan en la historia de sus calles un pasado épico de la magnitud de Zaragoza. Unos episodios heroicos y trágicos que, al recordarlos hoy en nuestras pacíficas calles, nos emocionan y sobrecogen. Es el recuerdo de la época más dura que se ha vivido en que nuestra ciudad, cuando recibió en su seno a los “cuatro Jinetes del Apocalipsis”. Un episodio de nuestra historia que nos hace valorar, aún más, la importancia de la Paz.
En la ruta de los Sitios de este año visitaremos el interior del Palacio de la Diputación Provincial de Aragón y del Palacio de Sástago. Podremos admirar los grandes cuadros alusivos a Los Sitios de Zaragoza, los famosos grabados de Gálvez y Brambilla y conocer algo mejor nuestro patrimonio, que tan bien ha sido conservado por la DPZ. El Salón del trono y el gran patio renacentista merecen también ser conocidos. Las calles del Tubo que fueron escenario de tan duros combates nos dirigirán hacia la plaza de Santiago Sas, donde recordaremos a uno de nuestros héroes, cruelmente asesinado cuando la ciudad ya había capitulado.
Como es tradicional terminaremos nuestra ruta a las 13:00 horas en la Basílica del Pilar, en cuya cripta subterránea celebraremos una simbólica ofrenda floral a Palafox, recordando en la tumba del líder de los defensores a todos aquellos que lo dieron todo por defender su libertad frente al invasor.
En nombre de todos los miembros que formamos la Junta de esta Asociación, un fuerte abrazo,
GONZALO AGUADO AGUARÓN
Presidente de la Asociación Cultural Los Sitios de Zaragoza
LOA A LOS HÉROES
Por M.ª Luisa Rubio Orús (NM)
Las almas parecen removerse en paz tras haber obtenido sobrepasar su camino hacia el cielo, gozado con la añoranza de un ayer entre puntos suspensivos, multitud de interrogantes sin respuesta y comillas apenas resueltas.
Al menos el paréntesis se va a ir cerrando, más o menos de algún modo… Es hora de los reconocimientos de la lealtad a la patria debido al puro nervio manifestado en la defensa.
Son varios los ratos por los que andamos por las aceras de las calles de esta ciudad que llevan el nombre de algunos de sus héroes. ¡Y de tantos que faltan!
El protagonismo de todos aquellos que decidieron quedarse en Zaragoza, permaneciendo a merced de un cruel destino, ha de ser destacado desde el punto de vista del horrorizamiento provocado por cierta parte francesa de la época, aspirante a tomar el mundo por montera para regirlo según mandato dictatorial propio.
Una y otra vez siempre queremos que florezcan las palabras con respecto a ellos; mas estas no son suficientes, o, por lo menos a mí, se me quedan cortas, a la hora de elevar el sublime canto que merecen los valientes.
No siento que nada esté realmente a la altura de las hazañas que estos tiempos tuvieron que padecer con el sometimiento de lo inenarrable.
De saber, ¡qué sé yo! Tan solo con humildad, arrodillarme ante quienes apostaron por nosotros. De verdad, simplemente no dejar de recordarles. Con sinceridad, continuamente en mi corazón.
LA PLAZA DE S. FRANCISCO, LA CONSTITUCIÓN, ESPAÑA
Por asociacionlossitios.com
La antigua Plaza de San Francisco (luego de la Constitución y hoy Plaza de España) ha sido ya frecuentemente mencionada en comentarios anteriores. Punto de máxima penetración en el Primer Sitio (días 3 y 4 de agosto), corrió idéntica suerte durante el Segundo: la relativamente débil defensa de la Puerta de Santa Engracia (una vez eliminados los bastiones exteriores) y el rápido progreso de los minadores franceses, permitió a sus tropas de asalto volver a ocupar las ruinas que ya habían sido suyas meses antes.
En efecto, el ataque por el centro, una vez rebasado el monasterio de los Jerónimos (Santa Engracia), progresó imparablemente. Tomado a fuego y bayoneta el Convento de Jerusalén (aproximadamente en el Coliseo Equitativa) a primeros de febrero, el invasor dirigió desde allí dos galerías hacia los grandes edificios que a izquierda y derecha conformaban la Plaza, en una disposición muy similar a la actual: el Convento de San Francisco (donde hoy se levanta la Diputación Provincial) y el Real Hospital de Nuestra Señora de Gracia (en la esquina del Banco de España).
Y decimos que el avance se hacía «a fuego», pues vista la forma en que los asaltantes se abrían paso, edificio tras edificio, se desarrolló por parte de los defensores una forma de frenar su avance: antes de permitir que cayese en manos del enemigo un nuevo objetivo, perforado ya por la correspondiente mina y por lo tanto al alcance de sus bayonetas, éste era incendiado. Aquí en Jerusalén, viendo ya perdido el convento, el Coronel de Ingenieros Carlos Simonó ordenó se le diese fuego. Pero el francés Prost que mandaba las tropas de asalto, conocedor de que las incipientes llamas que empezaban a hacerse visibles indicaban que el edificio iba a ser abandonado, se lanzó valientemente a una carga y aún trabó encarnizado combate con sus ocupantes, consiguiendo recuperar para sí el convento. (LEJEUNE, Baron Luis Fco. de. Los Sitios de Zaragoza. Versión, prólogo y notas de Riba y García, C. Tipografía M. Escar, Zaragoza, 1908).
La voladura de las dos cargas apostadas, de 1.500 libras cada una, se llevó a efecto el día 6 de febrero. El Hospital, muy quebrantado ya durante las vicisitudes del Primer Sitio, se derrumbó por completo (aunque no por ello dejó expedito el camino hacia el Coso; muy al contrario, se convirtió en una magnífica trinchera). Hospital de locos es el nombre que le da el Barón de Lejeune, impresionado sin duda, por la suerte de tan desgraciados enfermos, a los que dedica sus comentarios en distintas ocasiones.
Ciertamente, de entre la gran variedad de refugiados y heridos que el Hospital albergaba, los dementes por su particular desvalimiento, por sus gritos de espantada incomprensión, y por su correr de un lado para otro sin rumbo, hasta caer despedazados por las explosiones – literalmente- o aplastados por los escombros, debían componer una escena de horror tan dramática, que por fuerza debió conmoverse la sensibilidad del minador francés.
El sólido convento franciscano en cambio, apenas si sufrió algunos agrietamientos. Una segunda carga de 3.000 libras, colocada merced a nuevas galerías abiertas desde las ruinas del Hospital, y que estalló el día 10, acabó por abrir sus muros al invasor que poco a poco fue adueñándose del edificio en su totalidad, no sin arduo esfuerzo. Del vandalismo que se desató en su interior y de la demoníaca vesanía con que los rabiosos ejércitos imperiales acometieron contra vivos y muertos, existen espeluznantes descripciones de testigos directos, recopilados por Lejeune en su «Diario». Además de los efectos «de superficie» causados por las minas, la descripción de la guerra subterránea -librada bajo las calles de Zaragoza entre los días 3 y10 de febrero- que nos ha transmitido el Barón de Lejeune, es realmente estremecedora.
Recordemos que por su cometido de oficial minador, debió supervisar personalmente las labores de zapa en múltiples ocasiones, circunstancia que confiere a su testimonio un valor excepcional. Como excepcional debió ser, sin duda la angustia de los protagonistas de tan «sucia» forma de combate, exenta de gloria -que no de valor- sumergidos en la oscuridad y en la asfixia, tratando siempre de adelantarse al contrario, paralelamente a veces (en excavaciones simultáneas), luchando cuerpo a cuerpo otras, con desesperada ferocidad en todas ellas.
Zaragoza estaba ya sentenciada. Con los franceses adentrándose por las Tenerías, con el Coso amenazado a todo lo largo por una presión sin tregua, desprotegidas las retaguardias del Portillo y del Carmen, y con el Arrabal a punto de derrumbarse, la ciudad tan heroicamente defendida, no tardaría en sucumbir.
Es de justicia traer aquí las palabras del historiador militar Marvá (Excmo. Sr. D. José MARVÁ Y MAYER, General de Brigada y Jefe de la Sección de Ingenieros del Ministerio de la Guerra: Conferencia en el Círculo Aragonés de Madrid, el día 22 de junio de 1907. Cit. en LÓPEZ DOMÍNGUEZ, PRIMO DE RIVERA, BONNAL y otros Generales del Ejército y de l’Armée. Los Sitios de Zaragoza. Homenaje de los Generales Franceses y Españoles a los Héroes de la Independencia. Bibl. Ateneo, Madrid, 1908):
Son contados los ejemplos de asedios en los que haya sido necesario recurrir a la guerra de minas, y en todo caso, para atacar sus poderosas fortificaciones, inexpugnables por otros procedimientos. Y entre profesionales, decir «guerra de ruina» equivale a decir sitio porfiado, sangriento y memorable. Por consiguiente, es ya un colmo de bravura forzar el enemigo a valerse de la mina para penetrar… Pero verse obligado a llevar esa clase de guerra a las calles, al interior de una ciudad, y además defendida por población civil, ¡ESO NO SE HABÍA VISTO JAMÁS!.
En el centro de la actual Plaza de España estaba ubicada la legendaria Cruz de Coso, que fue destruida por un disparo de cañón francés el 10 de agosto de 1808. La célebre Cruz del Coso había sido levantada en el siglo XV en recuerdo de los «innumerables» mártires cristianos que, durante la persecución de Daciano, habían sido sacados extramuros del perímetro romano (por la Puerta Cineja, hoy Arco Cinegio) y allí mismo sacrificados por su fe. Sus cenizas constituyen las llamadas Santas Masas (conservadas en Santa Engracia, junto a otras preciadas reliquias) muy populares en la memoria procesional zaragozana. El monumento original consistía en realidad en un templete con columnas, que sostenía la cruz en la parte superior de su cúpula. Reconstruido en 1826, fue definitivamente demolido por los vientos de liberalismo, en 1835.
En ese mismo punto se alza el Monumento a los Mártires de la Religión y de la Patria. Obra de Agustín Querol en el bronce, y sobre pedestal almenado en piedra de Ricardo Magdalena (véase el objetivo 20º), representa la Fe sosteniendo a un defensor herido, sin fuerzas ya para empuñar el fusil caído a sus pies. Alrededor del torreón alto del basamento, entre palmas de victoria y martirio, la inscripción proclama:
VICTRIX CAESARAUGUSTAE PIETAS INNUMERIS MARTIRIBUS PROFIDE ET PATRIA. (La Piedad victoriosa de Zaragoza, a los innumerables mártires por la Fe y por la Patria).
La ciudad quiso así rendir un doble tributo: recuperando la memoria de los mártires por la fe cristiana, y exaltando a los heroicos combatientes de los Sitios en tan sangriento escenario de batalla. Las crónicas nos refieren la solemnidad de la inauguración (BLASCO IJAZO, José. «Aquí Zaragoza», tomo 4, pp.21-23, Zaragoza, 1953).
Al pie del monumento, una dama (¿Zaragoza, la Historia, la Patria?) sostiene en su mano un pergamino en el que puede leerse: Gloria a los Mártires. En su escabel, una placa en bronce proclama:
La Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País / el día 20 de marzo del año 1897 / acordó levantar por suscripción pública este monumento / en sustitución de la antiquísima y venerada Cruz del Coso / destruida por los proyectiles franceses. / Fue colocada la primera piedra el 21 de octubre de 1899. / Se inauguró solemnemente el 23 de octubre de 1904. / Al acto de descubrir esta lápida, el día 3 de octubre de 1908, / asistieron las parroquias del Salvador, San Gil, San Miguel / y Santa María Magdalena, unidas para celebrar / el Primer Centenario de los Sitios. Es digno de mención que el monumento copia la composición y las figuras del Mausoleo erigido en La Habana en honor de las veintiocho víctimas de un incendio ocurrido en aquella ciudad el 17 de mayo de 1890. Eso sí, era obra del propio Agustín Querol y del arquitecto Julio Zapata, que obtuvieron el primer premio en el reñido concurso verificado en dicha capital.
Nada queda del antiguo Convento de San Francisco. Unos meses después de la Capitulación, las ruinas que aún se conservaban en pie tras las voladuras, hubieron de ser derribadas. Quedó utilizable no obstante, parte del claustro. De hecho no sería definitivamente abandonado por los religiosos franciscanos hasta el año 1818. (GARCÍA DE PASO REMON, A. y RINCÓN GARCÍA, W. La Semana Santa en Zaragoza. Ed. Unali, Zaragoza, 1981). En una parte de su solar se construyó entre 1854 y 1857 la actual Diputación Provincial. Una placa en su fachada es el único recordatorio; en ella puede leerse:
Aquí fue / desde el mismo siglo XIII / el Convento de / Frailes Menores / que dio nombre / a esta / Plaza de / SAN FRANCISCO. / La Piedad / Franciscana / en el VII Centenario / de / la muerte del Santo / consigna / esta Memoria.
XXVIII RUTA LOS SITIOS DE ZARAGOZA. «ATAQUE POR EL CENTRO. EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO Y EL TUBO»
PROGRAMA DE ACTOS
Iniciaremos una nueva edición de la Ruta de los Sitios a las 10:00 horas en el exterior de la Diputación Provincial de Zaragoza.
A continuación, se formarán grupos para visitar los cuadros que hay en el hall relacionados con los Sitios, después por el pasillo del Palacio de Sastago, recorreremos el piso superior de la zona noble del Salón Principal, también llamado «Salón Real» su historia y pinturas. Ya en exterior, nos dirigiremos a la Puerta Cinegia adentrándonos por las calles del Tubo para terminar en la Plaza de Santiago Sas.
A las 13:00 horas emplazamiento en la Cripta de la Basílica de Ntra. Sra. del Pilar; homenaje al general Palafox y a los caídos en los asedios.
ITINERARIO Y PUNTOS DE PARADA (EL HORARIO ES ORIENTATIVO)
- 10:00h. Exterior de la Diputación Provincial de Zaragoza. En el interior, explicación histórico-cultural.
- 1:00h. Puerta Cinegia. Descripción de los sucesos de las calles por donde se adentraron los franceses en el primer Sitio.
- 11:45h. Plaza de Santiado Sas. Recreación del párroco de la iglesia de San Pablo y héroe de los Sitios.
- 13:00h. Basílica Nª Sª del Pilar. Cripta. Homenaje al General Palafox y a todos los caídos.
NUESTRAS CALLES. NUESTRA HISTORIA
Independencia, paseo de la: (continúa del número anterior) …En 1961 el entonces alcalde de la ciudad, Luis Gómez Laguna, emprendió una nueva reforma que conllevó la desaparición del andador central que le daba el aspecto de bulevar francés y donde se encontraba instalado el modernista quiosco de la música, actualmente en el Parque Labordeta. Tras nuevas reformas, salieron a la luz los restos del barrio musulmán (Sinhaya).
La Linde, barón de, calle del: se localiza en el barrio de San José entre la calle de Sancho Lezcano y la de Marín Bagüés. Luis Amat y Terán, barón de La Linde, nació en Zaragoza en 1762 y era ya militar antes de 1808. Dirigía el 2.º Batallón Ligero de Voluntarios de Aragón como coronel primer jefe, con destino en Mallorca, y vino con este a Zaragoza tras el alzamiento del 24 de mayo. Defendió la ciudad y consiguió por ello el ascenso a brigadier. Durante el Segundo Sitio defendió distintos puntos estratégicos. Fue miembro de la Junta de Capitulación y estuvo como prisionero de guerra en Francia. Hasta 1814 no regresó. En 1829 Fernando VII lo ascendió a mariscal de campo. Murió en Andujar el 4 de abril de 1837.
Información extraída del libro “Zaragoza, las calles de Los Sitios”, cuya autora es Conchita Sánchez Rojo, que puede descargarse gratuitamente de nuestra web.
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