ASOCIACIÓN CULTURAL LOS SITIOS DE ZARAGOZA

ZARAGOZA 2013: BICENTENARIO DE LA LIBERACIÓN DE LA CIUDAD

Programa ESPECIAL
Emitido en Onda Cero Zaragoza el martes 9 de julio de 2013
Dirección:      José Antonio Alaya.
Guion:            Paco Escribano.
Con la colaboración de Antoine de Man.

CRÓNICA DE ZARAGOZA, VIERNES 9 DE JULIO DEL AÑO DE 1813

Zaragoza sigue en calma. En el día de ayer, muy de mañana, tuvo el general Paris aviso de que había muchos grupos de bandoleros en las inmediaciones de esta ciudad y de que el que se hace llamar general Mina había dormido en Alagón, pasado a Las Casetas y que se encaminaba a la capital por el camino de San Lamberto, al paso que por San Gregorio se dejaba ver una columna.

Durante toda la jornada, las valientes tropas del coronel Colbert actuaron contra grupos insurgentes ubicados en los altos de la Bernardona, donde duró el fuego sin interrupción hasta cerca de las ocho de la noche, así de cañón como de fusil. También hubo algunas escaramuzas en las posiciones del Torrero y Casablanca, quedando nuestros soldados imperiales dueños de casi todo el campo de la ciudad.

Tuvimos algunos heridos los franceses, pero fue mucho mayor el daño de ellos, que quedaron bien escarmentados. El general Paris salió a la acción y tras tomar las más oportunas decisiones se retiró a mantener un consejo general en su palacio con todos los generales, franceses y españoles del convoy, intendentes y demás jefes.

Toda la mañana de hoy ha sido muy tranquila y las tropas francesas han salido a la descubierta sin haber ocurrido novedad alguna. Se han colocado varios cañones pasado el puente de Piedra, frente a los caminos de Barcelona y Jaca, para impedir que los bandoleros que se mueven por el territorio puedan alterar el buen orden de la ciudad y de sus benéficos habitantes.

Se espera la inminente llegada del Maréchal Louis-Gabriel SuchetDuc d’Albufera, acompañado por los generales Albert y Severolli con más de 30.000 hombres. Con ello se conseguirá consolidar de nuevo la paz y el orden que se han vivido en todo Aragón en los últimos cuatro años de recto gobierno racional e ilustrado.

BIBLIOGRAFÍA

–      CASAMAYOR, F. Años políticos e históricos de las cosas más particulares ocurridas en la Imperial, Augusta y Siempre Heroica Ciudad de Zaragoza (1812-1813). Comuniter, 2008.
– LATAS, J. La ocupación francesa de Zaragoza (1808-1813). El gobernador Suchet y la guerra psicológica. Acción y propaganda en la capital aragonesa. Asociación Cultural “Los Sitios de Zaragoza”, 2012. Pp. 406-413.

NOTA IMPORTANTE

  • El texto anterior es completamente ficticio.
  • Se trata de una reescritura de lo escrito por Faustino Casamayor para los días 8 y 9 de julio de 1813, considerando que los franceses habrían hecho uso de la propaganda y la mentira para intentar mantener la morarl de sus tropas y el orden público.

Estos son los textos originales de Casamayor

Jueves 8 de julio de 1813

Murió el licenciado don Antonio Martínez, de 66 años, beneficiado penitenciario y jubilado de la iglesia parroquial de San Gil Abad, en cuya iglesia se le hizo el entierro, sin asistencia del de San Felipe por las ocurrencias del día, y fue llevado al camposanto, de donde fue traído muy luego que se fueron los franceses y sepultado en el panteón de su capítulo.

Muy de mañana tuvo el general Paris aviso de que había muchas tropas en las inmediaciones de esta ciudad y que el general Mina había dormido en Alagón, pasado a Las Casetas y se encaminaba a Zaragoza con una muy gruesa columna de infantería, caballería y sus famosos lanceros por el camino de San Lamberto, al paso que por San Gregorio se dejaba ver una columna igual, y, en efecto,

antes de las ocho de esta mañana, dio principio al fuego desde La Bernardona (sitio famoso desde el año 1808) contra las tropas del coronel Colbert, cuyo fuego seguido sin interrupción, hasta cerca de las ocho de la noche, así de cañón como de fusil, en el que mostraron las tropas al mando de sus dignos jefes los mariscales de campo don José Joaquín Durán, don Francisco Espoz y Mina, el brigadier don Julián Sánchez y el teniente coronel don Juan Antonio Tabuenca el mayor ardor, llegando hasta las mismas puertas de Zaragoza, batiendo a los decantados franceses de las bellas posiciones del Torrero y Casablanca, quedando dueños de casi todo el campo de la ciudad, sin temor a la gruesa artillería, pues llegaron a arrollarlos a tiro de cañón del castillo, desde donde disparaban con la mayor furia.

Tuvimos algunos heridos los españoles, pero fue mucho mayor el de ellos que quedaron bien escarmentados de la acción que fue el preludio de nuestra libertad, ocupando los nuestros aquella noche todas las posiciones dichas, llegando a poner el comandante Tabuenca su tropa en Torrero y sus avanzadas en el molino de Cuéllar, y el general Durán la suya en la Casablanca con los demás oficiales y su tropa.

El general Paris salió a la acción y tuvo que retirarse al ver la furia tan terrible del fuego, y aquella misma noche tuvo consejo general en su palacio de todos los generales, franceses y españoles del convoy, intendentes y demás jefes, y en él determinaron la evacuación para el día siguiente, cuya noche se pasó quietamente sin dispararse un tiro por una, ni otra parte.

Viernes 9 de julio de 1813

Toda la mañana siguieron los españoles en sus posiciones muy tranquilos y los franceses salieron a la descubierta sin haber ocurrido novedad alguna. Sacaron varios cañones que colocaron pasado el puente de Piedra, frente a los caminos de Barcelona y Jaca, se trabajó fuertemente en la zanja del puente, llevando muchos maderos y otros preparativos para la voladura, y todo el día nos estuvieron anunciando la llegada de los generales Albert, Severolli y la del mariscal Suchet, con más de 30.000 hombres, pero nada se verificó sino todo lo contrario,

por lo que el general Paris, viendo la imposibilidad de mantenerse, hizo llevar los enfermos al castillo, a cuya custodia dejó a 400 hombres, y dio las más vivas disposiciones para evacuarla a la primera noche, pero con tal disimulo, que ni aun los que habían de salir lo supieron, sino que, viendo los preparativos, se previnieron a la salida y ésta fue tan repentina que muchos dejaron de salir por el poco tiempo que hubo para ello, como en efecto,

hasta más de las siete de la tarde, no se supo nada, y la primera señal fue un tiro de cañón y un pequeño tiroteo que se oyó hacia el Arrabal, y luego se notaron ya salir carros cargados del gobierno con dinero y municiones a que siguieron los del convoy, el tren de artillería, los infinitos bagajes de tantos embargados como había, la tropa sin un toque de tambor, ni algazara, la plana mayor, toda la policía, autoridades y funcionarios de la ciudad que pudieron arreglarse, y al fin el general barón de Paris con sus oficiales, dejando a esta imperial y heroica ciudad libre de su poder, a las once tocadas de la noche, al cabo de cuatro años, cuatro meses y 17 días que la dominaban, cuya evacuación fue anunciada con el espantoso ruido que hizo la voladura del puente de Piedra, por la arcada última al lado del Arrabal, que fue la despedida que hicieron y el complemento de sus inicuas acciones, temerosos de que nuestras tropas habían de seguirlos y derrotarlos.

En el mismo acto de la salida de los enemigos, tomó el Ayuntamiento las llaves de las puertas de la ciudad y el pueblo empezó a demostrar la alegría que estaba como oprimida en sus corazones, dando aviso a las tropas de Torrero para que entrasen inmediatamente. El Ayuntamiento, acompañado, de los principales personajes que se pudieron reunir, salieron con los timbales y clarines a buscar al general Durán y pasó hasta la Casablanca, donde se hallaba, pero con tal precipitación que, cuando el desplomo del puente, ya estaban hablando con las avanzadas de capuchinos y, por medio de su regidor decano, don Mariano Sardaña, tuvo el honor y satisfacción de ofrecer al referido general Durán los vecinos de Zaragoza, libres ya de la esclavitud francesa, suplicándole entrasen sus tropas a ocuparla, a que satisfizo dicho señor general con las demostraciones del mayor regocijo, igualmente el valiente general don Francisco Espoz y Mina que estaba en su compañía con otros jefes y oficialidad, ofreciendo entrar al día siguiente, a las diez, con su división, e ir a dar gracias a Dios y besar la mano de Nuestra Soberana Patrona y, entendido de ello la ciudad, se retiró llena de satisfacciones.

Avisados los de Torrero por los paisanos y voces del pueblo, inmediatamente su comandante, el teniente coronel don Juan Antonio Tabuenca, mandó formar su batallón y, con su famosa música, fue el primero que entró en Zaragoza por la puerta de Santa Engracia, recibiendo los primeros vivas de sus paisanos llegando a formarse en el Coso, el que, como toda la ciudad, se iluminó inmediatamente, llevando además los paisanos hachas de viento para verse mejor las tropas.

Fue una noche de triunfo, el más glorioso, pues apenas quedó casa que no saliera a verlos, a excepción de aquellos que su propia conciencia les acusaba, pasándose la noche, la más gloriosa, de andar por las calles rodeados de las tropas españolas, cuando aun no hacía seis horas estábamos bajo el yugo enemigo. El comandante Tabuenca mandó echar un bando para que todos los albañiles y carpinteros acudieren inmediatamente con picos y demás instrumentos al puente de Piedra a facilitar el paso a las tropas.

Esta noche todo fue alegría menos en casa de don Mariano Castillón, teniente de Policía del cuartel de La Seo, que fue invadida y saqueada por algunos genios inquietos, pero prontamente se tomó providencia y se cortó. En el Arrabal las tropas enemigas desfogaron su rabia saqueando las casas de sus vecinos, acreditando su innata perfidia y rabioso corazón. Se encontraron los cañones y obuses en las baterías de fuera de la ciudad cargados y clavados que ni aun para descargarlos les dio tiempo la orden precipitada de la salida. Toda esta noche fue gozo, contento y alegría al vernos entre los españoles.

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