ASOCIACIÓN CULTURAL LOS SITIOS DE ZARAGOZA

Francisco Escribano
Artículo publicado en la revista 
FUNDACIÓN 2008, N° 2.  OCTUBRE 2004

En los últimos años hemos asistido a la transformación que en la “Zaragoza de Los Sitios” ha provocado la ejecución del Plan Integral del Casco Histórico. Dos elementos destacados de tal cambio han sido la reforma del Paseo de la Independencia y la conversión del popular Tubo en un moderno centro comercial. En estas páginas vamos a dejar de lado las consideraciones estéticas, urbanísticas y de funcionalidad para el tráfico de tales obras y nos centraremos en algunos aspectos hoy un tanto dejados de lado. Porque ese tópico de que algunos lugares tienen más historia de la que pueden soportar es válido para la Plaza de España y sus alrededores. 

Plaza de España, Monumento a Los Mártires.

Allí se alzaba la célebre Cruz del Coso, levantada en el siglo XV en recuerdo de los cristianos que, durante la persecución de Daciano, habían sido sacados por la Puerta Cineja y allí mismo martirizados. El monumento original consistía en un templete con columnas, que sostenía la cruz en la parte superior de su cúpula. Tras ser destruido durante el Primer Sitio, fue reconstruido en 1826 y definitivamente demolido en 1835; sus restos aparecieron durante las obras de acceso al nuevo aparcamiento ahora casi terminado. Y allí tuvo su centro la terrible lucha con la que los franceses estuvieron a punto de ocupar la ciudad el 4 de agosto de 1808.

Seis duras semanas

Los combates del 15 de junio fueron una terrible sorpresa para los soldados de Napoleón, pues habían sido derrotados ante lo que ellos creían un objetivo prácticamente indefenso. Y su superioridad en el combate en campo abierto se veía muy mermada al tener que afrontar el asedio a una ciudad de estrechas e intrincadas callejas en medio del sofocante calor del verano.

Durante toda la segunda quincena de junio ambos bandos fueron acumulando medios y organizándose para la lucha, al tiempo que se sucedían las escaramuzas y duelos artilleros. A final de mes los franceses, mandados por el general Verdier, estaban listos para lanzar un nuevo ataque. Además, Palafox había sido derrotado el día 21 en Épila, cuando intentaba cortar las líneas de abastecimiento enemigas. El primer gran asalto tuvo lugar el 2 de julio, tras una preparación artillera que hizo caer sobre la ciudad más de 1.400 granadas, abriendo grandes brechas en los muros de la Aljafería y el Portillo. Fue entonces cuando Agustina Zaragoza llevó a cabo la gesta que la ha convertido en el símbolo de la resistencia, contribuyendo así al fracaso del asalto.

Durante todo el mes de julio los franceses se afanaron en sus trabajos de asedio siguiendo las instrucciones del propio Napoleón, quien había marcado las prioridades de asalto en torno a la Puerta de Santa Engracia y la Torre del Pino. Éste era el punto débil de la defensa, al encontrarse en un saliente y frente a terreno elevado al otro lado del río Huerva, desde donde se podía hacer fuego con las baterías de asedio. Tal zona corresponde actualmente con las plazas de Aragón y de Basilio Paraíso. Al mismo tiempo se sucedían los pequeños ataques de diversión y la ocupación de puntos de apoyo, todos ellos con escaso resultado.

Los zaragozanos continuaban con los trabajos de fortificación, talando los olivares que ocultaban el avance francés y efectuando continuas salidas con pocos efectivos, un tanto desorganizadas y de escaso provecho. Al tiempo que comenzaba a notarse la escasez y las penurias en la ciudad, iban llegando los rumores de la victoria de Bailén (19 de julio), primera rendición de un ejército napoleónico en combate.

Dirección del ataque francés el 4 de agosto de 1808. 

El Cuatro de Agosto

El 1 de agosto comienza una nueva y más intensa preparación artillera y quince mil franceses se preparan para el gran asalto. Durante tres días continúa el bombardeo, causando pavor entre los habitantes e inmensos daños en las endebles tapias que circundaban la ciudad. Por fin, el Cuatro de Agosto al mediodía se produce el ataque a través de las brechas de Santa Engracia, Torre del Pino y Puerta del Carmen. Los asaltantes consiguen ocupar algunas casas en los inicios de las calles Azoque y Santa Engracia, pero son detenidos por las piezas ligeras enfiladas en el otro extremo, en el Coso. Una vez dentro de la ciudad y siguiendo las reglas de la guerra, Verdier exige la rendición con un lacónico mensaje («Cuartel General Santa Engracia: Paz y Capitulación»), pero recibe una respuesta no menos cortante («Cuartel General Zaragoza: Guerra a cuchillo»). 

Finalmente, la explosión de un depósito de municiones español permite a los franceses alcanzar el Coso por la calle de Santa Engracia, provocando el pánico entre los defensores, que abandonan masivamente la lucha. El propio Palafox deja la ciudad, dándola por perdida, contribuyendo a aumentar aún más la desbandada. La infantería francesa avanza ordenada y cautelosamente por el Coso en dirección al Mercado, San Gil y la Magdalena cuando se producen varios hechos clave:

  • En el Puente de Piedra, el teniente de Caballería Luciano Tornos frena la huida plantándose con un cañón ligero con el que amenaza a los que huyen, consiguiendo que vuelvan a la ciudad
  • En la Magdalena, la vanguardia francesa es atacada a pecho descubierto por un grupo de monjes, que la frena y causa algunas bajas. 
  • La columna que se dirigía al Puente de Piedra entra por la Puerta Cinegia (actual calle Mártires) en lugar de por San Gil (calle D. Jaime), siendo detenidos en las callejas del Tubo. 
  • La columna dirigida al Mercado comienza a saquear algunas casas y es detenida por los habitantes, que combaten casa por casa.

Se reinicia en ese momento la lucha generalizada y los invasores deben retroceder a la zona de San Francisco (Plaza de España) mientras paisanos españoles se infiltran en la retaguardia enemiga por los tejados, llevando el combate cuerpo a cuerpo a zonas ya ocupadas y a las puertas de la ciudad. Al final del día, los franceses tienen 462 muertos y 1.505 heridos (un 15% del total de sus fuerzas), habiendo conseguido introducir una estrecha cuña en el centro del recinto, pero encontrándose completamente rodeados por los defensores.

Los días siguientes, la situación continúa estabilizada, con escasos avances, pues los franceses tenían que ocupar las habitaciones una por una, a través de agujeros abiertos en paredes y techos. La lucha es agotadora, en medio de un calor agobiante, y desanima a los franceses, no acostumbrados a este tipo de combate. Finalmente, el 14 de agosto se produce la rápida marcha de los ocupantes, tras hacer estallar una gran mina en Santa Engracia e incendiar el convento de San Francisco, abandonando numerosos víveres, municiones e incluso armamento pesado. Verdier se dirige a Tudela para asegurar el flanco izquierdo del repliegue general francés hacia el Norte, como consecuencia de la derrota de Bailén y el desembarco de Wellington en Portugal

La Plaza de España

La principal vía de penetración francesa aquel trágico día fue la calle Santa Engracia, que iba en línea casi recta desde la iglesia del mismo nombre hasta la Plaza de España. Por tanto, coincide en parte con el actual trazado del Paseo de la Independencia, si bien distaba mucho de tener la anchura de éste. De hecho, en uno de los dibujos realizados por Gálvez y Brambila en octubre de 1808 se puede apreciar su angostura, flanqueada como estaba por las moles del gran convento de franciscanos y del afamado Hospital General de Nuestra Señora de Gracia.

Vista de la Calle del Coso. De la serie Ruinas de Zaragoza. Fernando Brambila y Juan Gálvez. 

Vista desde el actual Teatro Principal, mirando hacia la Plaza de España. Se ven la iglesia del Hospital de Nuestra Señora de Gracia (hoy Banco de España), con una espadaña culminada por un nido de cigüeñas, La torre más alta corresponde a la iglesia del convento de San Francisco. Entre ambos edificios se adivina el arranque de la estrecha calle de Santa Engracia. A la derecha aparecen las ruinas de la Cruz del Coso, situado frente a la actual calle Mártires.

En el centro de la actual Plaza de España, y en el mismo lugar donde estuviera ubicada la legendaria Cruz de Coso (destruida por un disparo de cañón francés el 10 de agosto de 1808), se alza el Monumento a los Mártires de la Religión y de la Patria. El pedestal almenado en piedra es de Ricardo Magdalena y está cuminado por la figura en bronce de la Fe sosteniendo a un defensor herido, sin fuerzas ya para empuñar el fusil caído a sus pies. Se trata de una obra de Agustín Querol, uno de los más afamados escultores de comienzos del siglo XX y autor asimismo del Monumento a Los Sitios. Se da la circunstancia de que el artista regaló su trabajo a la ciudad, quizá por haber reutilizado un modelo anterior. Y es que nuestro monumento zaragozano tiene “un hermano mayor” nada menos que en el cementerio de Colón, en La Habana (Cuba). Corona el mausoleo dedicado a las víctimas del incendio en la ferretería Isasi y fue inaugurado por el Capitán General Valeriano Weyler el 22 de julio de 1897. En la prensa de la época se describía el grupo escultórico como «La Fe conduciendo a la inmortalidad las víctimas del deber».

La Ilustración Artística. En su número 520 (14-diciembre-1891), daba cuenta del “Mausoleo que ha de erigirse en La Habana en honor de las veintiocho víctimas del incendio ocurrido en aquella ciudad el 17 de mayo de 1890. Obra de los Sres. D. Agustín Querol, escultor, y D. Julio Zapata, arquitecto, que obtuvo el primer premio en el reñido concurso verificado en dicha capital”. Y en el número 641 (1894) aparece la explicación, junto con el detalle de que es un “grupo alegórico de 6 metros que corona el Mausoleo a los bomberos próximo a erigirse en la ciudad de La Habana”.

Alrededor del torreón alto del basamento, entre palmas de victoria y martirio, la inscripción recuerda en latín a los innumerables mártires por la Fe y por la Patria. La ciudad quiso así recuperar la memoria de los mártires por la fe cristiana, a la vez que exaltaba a los heroicos combatientes de los Sitios en tan sangriento escenario de batalla. En su escabel una placa en bronce recuerda que el conjunto se levantó por acuerdo de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País por suscripción pública y que se inauguró solemnemente el 23 de octubre de 1904. Todo un ejemplo de iniciativa ciudadana que deberíamos imitar ahora que se acerca el Bicentenario de Los Sitios. 

Nada queda del antiguo Convento de San Francisco. Unos meses después de la Capitulación, las ruinas que aún se conservaban en pie tras las voladuras hubieron de ser derribadas. Quedó utilizable parte del claustro, que no fue definitivamente abandonado por los religiosos franciscanos hasta 1818. En una parte de su solar se construyó entre 1854 y 1857 la actual Diputación Provincial, en cuya fachada podemos leer en una placa que Aquí fue desde el mismo siglo XIII el Convento de Frailes Menores que dio nombre a esta Plaza de SAN FRANCISCO.

Dentro del edificio de la Diputación Provincial tenemos la oportunidad de admirar varios cuadros relacionados con Los Sitios. En el vestíbulo encontramos tres importantes lienzos: El Juramento de los defensores de Zaragoza en la Plazuela del Carmen de Nicolás Ruiz de Valdivia, la Agustina de Aragón de Marcos Hiráldez de Acosta y una dinámica Manuela Sancho, obra de E Jiménez Nicanor. En los pasillos interiores hay algunos grabados de Gálvez y Brambila. En el Palacio de Sástago podemos admirar en una escalera El tío Jorge de M. Alonso y en el Salón de Tapices un óleo de la Condesa de Bureta (de A. Aramburo) en actitud cortesana, pacífica, sin armas ni cadáveres alrededor. Paralelo a éste encontramos una reproducción del Palafox de Unceta (cuyo original se halla en el Ayuntamiento). El techo de la misma sala muestra una alegoría de la heroicidad zaragozana y de algunos de sus más importantes personajes.

Como resultado de la destrucción sufrida durante el Primer Sitio, el Hospital General hubo de ser trasladado al Hospital de Convalecientes, donde hoy sigue, aunque es más conocido como “el Provincial”. Allí se conservan algunos ornamentos y útiles, pero nada lo recuerda en su emplazamiento original. Sobre su solar se alzó el Banco de España, sin que quede más vestigio conocido que unas bóvedas del sótano, estupendamente rehabilitadas y visitables en la tienda CASA.

Ahora que las reformas de Puerta Cinegia, el Casino Mercantil, el Pasaje de los Giles y el Plata están dando una nueva y atractiva cara a la calle Cuatro de Agosto, no estaría de más recuperar alguna de las gloriosas páginas aquí esbozadas. Entre tantos millones invertidos en ladrillos no sería un disparate dedicar unos euros a la Historia. Podría comenzarse por la colocación de una placa que recuerde que el nombre de la calle se debe a que fue el punto de máxima penetración francesa en aquel día de calor y sangre.

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