Programa nº 2
Emitido el 18 de enero de 2007
Interviene Juan Carlos Cortés
CASA DE DOCTOR PALOMAR
La forma de avanzar sobre seguro, para los franceses, era hacer volar por los aires cada casa con sus defensores dentro (si era posible, pues los ruidos de los zapadores minadores alertaban con frecuencia a los emboscados).
Por esta razón resulta tan sorprendente encontrarse en pleno escenario de batalla, una casa aún en pie, en la calle Dr. Palomar esquina con la del Pozo. Su fachada aparece de tal modo acribillada, que podemos hacernos idea (mejor seguramente que con cualquier relato) del «viento de plomo», como fue descrito por uno de los sitiadores en su diario de campaña, que azotó sus muros.
Por su carácter excepcional, puesto que es la única que se conserva (y en perfecto estado si exceptuamos la fachada tiroteada) y aún habitada, se la consideró en cierto modo, como un monumento a los héroes, por sí misma, según atestigua la placa adosada:
Esta piedra / recordará perpetuamente / el valor indomable del / Ejército y del pueblo de Zaragoza / en la defensa de esta parte / de la ciudad los años / 1808 y 1809 / A su memoria, a la del / P. Fr. JOSE DE LA CONSOLACION / y a la de / D. JOSE DE LAHERA / le dedican las parroquias / del Salvador, San Gil, / San Miguel y / Santa María Magdalena / en el Ir. Centenario / de aquellos dos / gloriosos / asedios. /
El P. José Consolación agustino descalzo, fue (junto con el P.Boggiero) uno de los consejeros de confianza de Palafox. Y también, junto con el P. Boggiero, velaría el lecho del General, cuando tan enfermo y postrado hubo de esconderse tras la Capitulación. La coincidencia con el sacerdote escolapio no acaba ahí: también el P. Consolación sería preso por los franceses, el 30 de noviembre de 1809, y conducido a la Aljafería. Sólo saldría ya para morir.
En efecto, el 8 de diciembre, día de la Inmaculada, se le incorporará a una cuerda de presos y caminará con ellos, Ebro arriba. Al llegar a las cercanías de Luceni será separado del grupo, asesinado a tiros y arrojado después al Canal Imperial. Parece ser que siete años después, en 1816, sus restos volvieron a salir a flote en el mismo lugar. Piadosamente recogidos fueron depositados en la sacristía de la iglesia de Luceni, hasta su definitiva inhumación en el Convento en el que siempre vivió, el de Agustinos Descalzos, el 23 de Agosto de 1816. (OLIVAN BAYLE, F. y SAN VICENTE, A. El Templo del Pilar durante los Sitios de Zaragoza. Zaragoza. Separata Col. particular. El original consultado por el autor no lleva ninguna otra reseña bibliográfica. No obstante, en los cuadernillos editados en la Semana de las Fuerzas Armadas (año 1982) por Capitanía General, CAZAR y otros aparece como «Cuadernos de Filosofía y Letras», serie I, nº 61. Publicaciones de la Revista Universidad nº 20, Zaragoza, 1967″). Desaparecido hoy tal convento, que se hallaba situado entre la Basílica del Pilar y la Iglesia de San Juan de los Panetes, se supone que sus restos se encontrarán aún allí, bajo el solar de la Hospedería.
La hazaña por la que José de la Hera (tataranieto directo de José de la Hera -vía abuela materna- fue el ilustre prócer zaragozano, D. Juan Moneva y Pujol) ha merecido que su nombre se esculpa en piedra, simboliza la bravura y la determinación del pueblo llano: en efecto, este hombre, un carpintero de 76 años, viendo en el transcurso de las violentísimas refriegas que se sucedieron el 4 de agosto, que dos soldados franceses, después de haber dado muerte a los moradores de una casa, se dedicaban al pillaje más brutal, arremetió contra ellos sin pensarlo dos veces, matando a uno y apresando al otro, al que condujo por las calles hasta llevarlo a presencia de Palafox.
Se cuenta que el pozo que da nombre a la calle quedó completamente lleno de cadáveres de los combates.
Para más información, ver «Escapada urbana. Recordando los sitios de Zaragoza», en Boletín 12