RADIO BICENTENARIO
Onda Cero Zaragoza, 4ª época, programa nº 30
Emitido el viernes 8 de agosto de 2008
Interviene: Paco Escribano, José Antonio Alaya, Mariángel Pérez y José Miguel López como el Intendente Lorenzo Calvo de Rozas.
ZARAGOZA 2008: BICENTENARIO DE LOS SITIOS
Del 29 de mayo al 14 de octubre. Centro de Historia de Zaragoza (Pza. San Agustín s/n) | Exposición: “La ciudad de Los Sitios” | Fundación Zaragoza 2008. | LIBRE |
Del 5 de junio al 15 de septiembre. Lonja de Zaragoza (Plaza del Pilar) | Exposición: “Encrucijada de culturas”. Incluye un interesante apartado de Los Sitios. | Ibercaja | LIBRE. |
14 de agosto, 20,30 h. Iglesia de Santa Engracia. | Misa conmemorativa de la voladura del Monasterio de Santa Engracia y del final del Primer Sitio | A.C. “Los Sitios de Zaragoza” | ENTRADA LIBRE. |
15 de agosto, de 11 a 21 horas. Plaza Mayor de la Venta del Olivar (Zaragoza) | MERCADO DE LOS SITIOS:Incluye romances de ciego y actuaciones. | Ayuntamiento de Zaragoza. Participación Ciudadana. | ENTRADA LIBRE. |
Puede encontrar la agenda actualizada de los actos de todo el año, no sólo con los ya confirmados, sino también con otros en diversas fases de organización y que incluso podrían no llegar a realizarse en:
CALENDARIO DE ACTIVIDADES
Los Sitios de Zaragoza (1808-1809)
CRÓNICA DE ZARAGOZA, LUNES 8 DE AGOSTO DEL AÑO DEL SEÑOR DE 1808
Titulares:
– REGRESA A ZARAGOZA EL CAPITÁN GENERAL.
– ESTABILIZADA LA SITUACIÓN DEL FRENTE EN LA CRUZ DEL COSO.
– DESTRUIDO EL SANTO HOSPITAL DE NUESTRA SEÑORA DE GRACIA.
REGRESA A ZARAGOZA EL CAPITÁN GENERAL.
Noticia ocurrida en las últimas horas. A las 6 de esta mañana ha regresado a nuestra ciudad el Capitán General Palafox, que desde el pasado día 4 se encontraba en la margen izquierda del Ebro organizando el envío de sucesivos convoyes de tropas y abastecimientos.
Llegó desde Villamayor y le acompañaban el Intendente y su Plana Mayor, así como más de 2.000 voluntarios aragoneses y catalanes, que se presentaron de inmediato a Nuestra Señora del Pilar, donde oyeron misa. De allí fueron a ocupar los puntos que les mandó Su Excelencia, en los conventos de San Ildefonso y La Victoria y a lo largo de todo su desplazamiento iban siendo aclamados por numerosa concurrencia. Además han traído 200 carros llenos de municiones y alimentos.
Para comentar esta importante noticia, Paco Escribano se ha desplazado al Cuartel General y tiene a un destacado personaje con él:
- Intendente General del Ejército y Reino de Aragón, Secretario de la Suprema Junta de las Cortes del mismo y Corregidor de Zaragoza,
Don Lorenzo Calvo de Rozas. - Alegría en la ciudad por la llegada de los refuerzos. ¿Cómo va a cambiar la situación en el asedio?: Mensaje de optimismo, se acercan
soldados valencianos y murcianos, hay noticias de que José Napoleón ha abandonado Madrid y los franceses se están replegando… - Problema que angustia a la población, ¿se dará solución a los problemas de desabastecimiento? Se han tomado medidas, funcionan los
molinos,…
ESTABILIZADA LA SITUACIÓN DEL FRENTE EN LA CRUZ DEL COSO.
Con estas buenas noticias parece confirmarse el ambiente de cierto optimismo que se empieza a vivir en la ciudad tras haber frenado la penetración francesa por nuestras calles el pasado día 4, cuando los imperiales rompieron las tapias de la ciudad en el entorno de Santa Engracia y de la Puerta del Carmen y consiguieron llegar hasta el Coso, llegando a existir el riesgo cierto de caer la ciudad en manos de los invasores.
De hecho, el Capitán General Palafox, tras recorrer al amanecer todos los puntos con la mayor entereza y viendo la crítica situación de la defensa, que llegaba al último apuro y extremo, recibió la noticia de que los enemigos habían entrado por el Jardín Botánico, por lo que tomó la determinación de marcharse con sus hermanos, Intendente, Plana mayor y mucha oficialidad por el camino del vado del río Gállego en busca de los refuerzos que se esperaban y sabía se hallaban en Pina, sin poder atinar la causa de su tardanza.
Quedó al mando el brigadier don Antonio Torres, quien animó y guió a los paisanos en la lucha de aquella tarde, que seguramente fue de las más obstinadas y sangrientas, defendiéndose con ánimo de perecer antes que rendirse y ejecutando prodigios de valor. Antes de las 6 de la tarde se consiguió hacer retroceder a los atacantes hasta la Cruz del Coso y Hospital de Convalecientes, quedando en sus manos los conventos del Carmen, la Encarnación, Santa Rosa, San Diego, San Francisco y el Hospital de Gracia.
Desde entonces no han conseguido volver a avanzar, a pesar de los repetidos intentos hechos. Es más, se ha conseguido expulsarlos de algunas casas, lo que ha permitido comprobar hasta qué punto se han entregado al robo, saqueo y atrocidades. De hecho, se ha encontrado a algunos en los caños de las casas robadas, encontrándoseles regularmente dinero y alhajas muy ricas, por lo que inmediatamente se les mataba.
DESTRUIDO EL SANTO HOSPITAL DE NUESTRA SEÑORA DE GRACIA.
Como parte de la preparación del asalto de la madrugada del día 4, los ataques artilleros franceses se cebaron el día anterior en el inmenso edificio, en aquel momento lleno de heridos y enfermos. Se hizo tanto daño en las salas de los enfermos que antes del mediodía fue preciso tomar providencia de sacarlos, dando licencia a todos los que quisieran irse.
Para los que quedaron se destinó la Real Audiencia y Lonja, a donde fueron conducidos en brazos, carros, parihuelas y hasta en las camas, espectáculo que causaba la mayor compasión, aumentada por el lamento de los pobres enfermos y la presencia de los dementes fugados durante el caos subsiguiente. Con la participación del personal del Hospital y numerosos ciudadanos se consiguió trasladarlos muy en breve y sin ninguna desgracia, a pesar de las muchas bombas y granadas que continuamente estaban cayendo.
FUENTES:
– CASAMAYOR, F. Años políticos e históricos de las cosas sucedidas en Zaragoza (1808), (Comuniter, 2008).
– CASAMAYOR, F. Diario de Los Sitios (Comuniter, 2000).
– ALCAIDE IBIECA, A. Historia de los dos sitios que pusieron a Zaragoza en los años de 1808 y 1809 las tropas de Napoleón.
– BELMAS, J. Los Sitios vistos por un francés, (Comuniter, 2003).
– Gazeta de Madrid de los días 28 de julio a 5 de agosto de 1808.
– Gazeta ministerial de Sevilla de los días 20 y 23 de julio de 1808.
NOTA IMPORTANTE:
Aunque Casamayor marca que el regreso de Palafox tuvo lugar el día 8 por la mañana, el resto de las fuentes afirman que ocurrió en la madrugada del 8 al 9. Así aparece en la Gazeta de Zaragoza del 16 de agosto, que incluye un relato de los combates desde el asalto del día 4. Seguimos aquí a Alcaide (I, 240), pues declara haber estado presente en la entrada del convoy por el Puente de Piedra, aunque tomamos la fecha de Casamayor por coincidencia con el día de emisión.
Diario de Los Sitios, de Faustino Casamayor.
Versión actualizada para lectura radiofónica por Paco Escribano.
Martes 2 de agosto de 1808
Este día estuvieron los franceses haciendo un fuego muy vivo desde el Convento de San José y la torre del Conde Belchite, incomodando muchísimo, como igualmente en todos los puntos del Gállego y Rabal, llegando a ponerse en las torres inmediatas a la del Arzobispo, aunque en partidas pequeñas, habiendo ocupado otra vez el Convento de Capuchinos donde colocaron una batería para obuses y otra en el paseo de Torrero, en la torre de Don Félix Vicente.
Nuestras guerrillas tuvieron algunas escaramuzas con los enemigos y sólo se pudo lograr el traer preso a un teniente coronel francés y hacer huir a su tropa hasta más allá de Cogullada. Se supo que habían robado los pueblos de Pastriz y la Puebla hasta lo sumo, cuyos habitantes huyeron por no ser víctimas del más sangriento furor.
Prosiguió la escasez de pan y carne con mucho exceso a los días anteriores, de modo que mucha gente del pueblo carecía de ambas cosas. Aprovechándose los labradores de la retirada de los enemigos, pudieron entrar en sus casas las faginas en caballerías para libertarlas del incendio, como acostumbran a hacer.
Miércoles 3 de agosto de 1808
A la misma hora que el día 1º empezó el enemigo su fuego desde las baterías puestas a las inmediaciones de la ciudad, causándonos el daño mas terrible, con tanta bomba y granada que no cesaron en todo el día, y con tanta furia y acierto que nos trastornaron, por caer casi todas dentro de la ciudad, pero con pocas desgracias, milagro sin duda de nuestra Patrona María Santísima del Pilar a la que todo el pueblo se encomendaba muy de veras.
Además de las casas particulares, padeció bastante el Convento de San Francisco, donde cayeron más de 14, obligando a los Religiosos a salirse precipitadamente a casas particulares.
Pero donde fue mayor el daño es en el Santo Hospital de Nuestra Señora de Gracia, donde estuvieron cayendo casi continuamente, habiendo causado algunos muertos, entre ellos a Don Matheo Lagunas, e igualmente tanto daño en las salas de los enfermos que antes del medio día fue preciso tomar providencia de sacarlos, dando licencia a todos los que quisieran irse. Para los que quedaron se destinó la Real Audiencia, a donde fueron conducidos por algunos religiosos en brazos, y de varios paisanos en carros y parihuelas, y al mismo tiempo en las camas, espectáculo que causaba la mayor compasión, que aumentaba al lamento de los pobres enfermos, ayudados de los Señores Regidores, que con sus activas providencias lograron verificar con la caridad de los fieles trasladarlos muy en breve y sin ninguna desgracia, a pesar de las muchas bombas y granadas que continuamente estaban cayendo. Se colocó a los enfermos de calenturas en el corredor alto, a los militares en la Sala de San Jorge, a los de Cirugía en el corredor de abajo y a las mujeres en la Lonja de la Ciudad, pero no habiendo bastante habitación para los hombres los colocaron en la luna anterior de dicha Audiencia, destinando las escribanías para los cirujanos y la sala baja del Acuerdo para las demás precisas oficinas de tanto empleado.
Este melancólico trastorno consternó los ánimos de todos y la caridad tan natural de los Zaragozanos tuvo mucho que merecer al ver tal catástrofe. El fuego siguió vivamente arruinando casas y edificios, por cuyo motivo todo el pueblo estuvo en vela, llenándose la Santa Capilla de vecindario a suplicar devotamente su poderoso amparo en tal conflicto.
Jueves 4 de agosto de 1808
Este día es el que siempre será memorable para la ínclita Zaragoza en todas las posteridades.
No contento el enemigo con haber arrojado tantas bombas y causado tantos daños el día anterior, prosiguió en éste con tanto empeño que, empezando su fuego al amanecer con el mayor furor, especialmente por la parte de la Puerta de Santa Engracia, antes de las 6 de la mañana ya había inutilizado mucha parte de las casas y conventos, especialmente los inmediatos a la parte de donde venían los fuegos, como ocurrió con el de Jerusalén y el de Santa Catalina.
El enemigo empezó su ataque general por todos los puntos con un tesón el más furioso, acometiendo por todas las baterías. Los nuestros hicieron prodigios de valor, pero a pesar de defensa tan bárbara, antes de las 12 entraron algunos por la brecha que abrieron por el Jardín Botánico y a poco rato entraron muchísimos por los callizos de Santa Catalina y se introdujeron en el Hospital General, haciendo mil estragos y matando a cuantos encontraban, por donde salieron al Coso.
Al mismo tiempo, habiendo roto otra porción de franceses por las tapias de la Torre del Pino, se encaminaron hacia la Plaza del Carmen, robando al mismo tiempo algunas casas y cometiendo cuantos atentados quisieron, infundiendo unos y otros tanto terror en las gentes que empezaron a desalojar la ciudad, saliéndose al Arrabal, mujeres, clérigos y muchísimos otros vecinos.
Desde muy por la mañana estuvo el Señor Marqués de Lazan a las inmediaciones de la Puerta de Santa Engracia dando sus disposiciones, hasta que viendo habían conseguido destruir enteramente dicha Puerta y que iban a cortarle, tuvo que retirarse hacia el Coso, siendo testigo de la mortandad y desolación más horrorosa, en la que perecieron muchos valientes y entre ellos su Comandante el Coronel Don Antonio de Cuadros, Corregidor que era de Teruel, que se defendió hasta el último trance con la mayor bizarría.
El Capitán General Palafox recorrió al amanecer todos los puntos con la mayor entereza, pero viendo la crítica situación de Zaragoza, que llegaba ya al último apuro y extremo, junto con haberle dado parte que los enemigos habían entrado por el Jardín Botánico, tomó la determinación de marcharse con sus hermanos, Intendente Calvo de Rozas, Plana mayor y mucha oficialidad por el camino del vado del río Gallego en busca de los refuerzos que se esperaban y que sabía se hallaban en Pina, sin poder atinar la causa de su tardanza. Esta medida verdaderamente sorprendió al pueblo en circunstancias tan críticas y dio motivo de murmuración, pues ignoraban el justo motivo de su ida.
Quedó al mando el brigadier don Antonio Torres, quien animando a los paisanos logró rehacerlos para la lucha de aquella tarde, que seguramente fue de las más obstinadas y sangrientas, defendiéndose con ánimo de perecer antes que rendirse y ejecutando prodigios de valor.
Inflamados los paisanos, no obstante la dominación que ya tenían en el Coso, llevaron a cabo las acciones más brillantes y que darán lustre y honor a Zaragoza en la Plaza de la Magdalena y la Calle del Carmen, pues más quisieron morir gloriosamente peleando que ser pábulo de su furor. Defendiendo la Patria, acometieron contra ellos con tanto tesón que mataron a muchos e hirieron a otros, haciéndolos retroceder e infundiéndoles un terror pánico, logrando hacerlos retirar antes de las 6 de la tarde de todo el espacio que habían ocupado hasta San Francisco y Hospital General. Y es una gloria singular de Zaragoza no haberse hallado en ninguna de estas dos acciones inauditas sino muy pocos oficiales y soldados, siendo casi todos los verdaderos defensores zaragozanos.
El saqueo que hicieron fue bárbaro y general, robando aquella noche cuantas casas pudieron, cometiendo cuantos desacatos pueden imaginarse. Pero a pesar de todo su furor, no pudieron pasar de dichas calles por la gran resistencia que por nuestra parte se les opuso, como también en la puerta del Portillo. La ferocidad de esta gente contra nuestra ciudad y vecindario en esta acción fue de las más sangrientas e inauditas, cometiendo los mayores sacrilegios, que más parecían nerones que franceses, quedando dueños de los conventos del Carmen, la Encarnación, Santa Rosa, San Diego, San Francisco y del Hospital.
Llegada la noche siguió el desconsuelo, porque todo estaba en la mayor confusión, pues las gentes de las casas ocupadas por los enemigos que habían huido de ellas no sabían dónde irse.
Viernes 5 de agosto de 1808
Amaneció el día y prosiguió el bombardeo como el anterior, y los robos y asesinatos en los barrios ocupados por los franceses, destrozando el Santo Hospital, quemando el granero, matando a los hermanos dementes que los guardaban y cometiendo cuanto su indignidad les sugería. Desde la puerta, torre y alturas del Convento de San Francisco y el Hospital hacían un fuego tan vivo que impedían los movimientos de los defensores. Siguió el robo, saqueo y atrocidades, pero sin poder internarse en lo demás de la ciudad, por la grande defensa que hicieron nuestros vecinos, auxiliados de la tropa, en defender las bocacalles.
Habiendo enviado el General Lefebvre un pliego intimando la rendición, el brigadier Torres juntó a los militares para celebrar un consejo, y lo mismo hizo el Ayuntamiento, y todos unánimes resolvieron debía ganarse tiempo y a todo trance perecer entre las ruinas.
En esto se tuvo noticia de que iban a llegar los refuerzos y ya no se trató sino de continuar la defensa; y durante la noche se trabajó incesantemente en hacer vallas y cortaduras en las bocacalles, en la que fue igual el bombeo, no cabiendo poder pintar en su verdadero punto lo mucho que se hizo por todos los habitantes en aquellos momentos tan críticos.
Sábado 6 de agosto de 1808
Este día no mostraron los franceses tanto brío en su ataque, pues más animosos los nuestros los fueron estrechando y matando a muchísimos. Se les obligó a meterse en las casas y se les fueron ocupando algunos puntos. Se encontró algunos en los caños de las casas robadas, a los que inmediatamente se mataba, encontrándoles regularmente dinero y alhajas muy ricas.
Al medio día entraron en esta Ciudad 200 Voluntarios de Aragón, los que inmediatamente fueron a dar al enemigo, desde cuya hora empezó el ánimo a cobrar nuevo aliento. Y a la tarde entraron otros 200 de Guardias Valonas, que fueron a ocupar el punto del molino de aceite, que atacaba vivamente la caballería enemiga, la que luego que los divisó se retiró. Se logró igualmente por la parte del Arrabal, con la tropa que vino del Batallón de don Felipe Perena de Huesca, hacerlos huir de todo aquel término, con lo que consiguió tener aquel paso expedito y poder echar el agua a los molinos para el abasto publico.
El Señor Marqués de Lazán se dirigió por el camino de Pastriz a Zaragoza, donde entró a la una con su escolta y empezó a subsanar el desorden general en que todo se hallaba con lo ocurrido el día anterior; animando a nuestros defensores, los que lograron desalojarles de una porción de casa que ocupaban de las inmediatas al Hospital. El Señor Marqués hizo manifiesto a todos su llegada, con cuya noticia se tuvo algún reposo en tan críticas circunstancias, mandando entrar aquella misma noche el Batallón de Guardias Españolas.
Estos días pasaron tantas aflicciones los pobres enfermos del Hospital que no tomaron sino caldo de especias por falta de carne, ni la hubo en ninguna tabla de la ciudad, lo que afligió mucho al Pueblo con las demás cosas que a cada paso se presentaban, como era ver las iglesias cerradas, a tantas desconsoladas viudas y madres de tantos que habían muerto y sido víctimas del furor enemigo y el abandono de las casas arruinadas. Todo ello sin más consuelo ni auxilio que irse al templo de Nuestra Señora del Pilar, que era el refugio de todos.
Orden del día
Por el desorden que irremediablemente trajo consigo el terrible bombeo empezado por los enemigos el 4 a la noche, y seguido sin intermisión entrar por las calles de la Ciudad hasta el Coso, por cuya razón se ha hecho la guerra de hombre a hombre, en los que se han visto tantos prodigios de valor, y los enemigos confundidos que ni aun quieren dar lugar a que recojan sus cadáveres (asunto para ellos tan sagrado, no por decencia, sino por ocultar sus pérdidas) se halla la tropa y oficiales en puntos que ni se puede por sus cuerpos ni por el Gobierno atender a sus subsistencia, ni tal vez al relevo.
Se destina pues para el Regimiento de Extremadura como Cuartel la Plaza del Mercado, para el Batallón de Fusileros del Reino la Plaza de San Antón y la de San Felipe, para que sin confusión se reúnan y acudan los demás individuos de otros Cuerpos o compañías sueltas, a cuyos sitios acudirá un Ayudante con el objeto de alistar los que se le presenten; asimismo los Jefes tomarán la providencia de mandar por los puntos que están atacando a los Sargentos y Cabos, con el objeto de tomar razón y de reunirlos todos a su punto, tanto de defensa, como el de disponer ranchos:
Por último todos a porfía, así como a porfía acudimos a rechazar al enemigo, deben contribuir a establecer el buen orden con el que se consigue la asistencia de la tropa, el rechazar al enemigo y que los trabajos, si cabe alivio en tan terrible defensa, en una ciudad abierta que se halla sufriendo un sitio que confundirá al causador de tantos males, donde hace un siglo no había resonado el cañón, y será la admiración de los venideros.
Soldados, vecinos honrados, mirad los religiosos, las monjas, niños, mujeres asesinadas delante de sus maridos, y por la inversa los oficiales que han creído su perfidia fueron cruelmente víctima del proceder más inicuo, como un religioso del Convento de San Ildefonso, el teniente coronel don Pedro Hernández, y el ayudante Don N. Ximeno, a quien mataron en la Cruz del Coso con una pica en la mano y en su lanza un pañuelo blanco. Estos horrorosos atentados son correspondidos por la generosidad española, recibiendo sus prisioneros, como lo exige, no la guerra que nos hacen sino la humanidad.
Zaragoza 6 de Agosto de 1808. Lazán.
Domingo 7 de agosto de 1808
Amaneció este día incendiado el centro del Santo Hospital y algunas de las casas inmediatas de la calle de Santa Engracia, no cesando el fuego de las bombas y granadas, ni las amenazas de los enemigos, haciendo el más terrible tiroteo, en términos que se llegó a creer iban a entrar en lo restante de la ciudad. Y fue tanto el miedo que infundió esta noticia en las mujeres y niños y gente débil, que empezó a salirse por la Puerta del Ángel tanta que en breve hubiera quedado desierta si no se hubiese hecho ver lo contrario y la superioridad de nuestros defensores, los cuales hicieron prodigios de valor, obligando al enemigo a encerrarse nuevamente en las casas y conventos ocupados para librarse de la muerte, no obstante que ellos siempre estaban cometiendo cuantas atrocidades pueden imaginarse.
Esta tarde entraron 300 Guardias Españolas que desde luego se fueron a presentar al enemigo, con lo que se empezó nuevamente a respirar. Y con las señales colocadas en la torre nueva y de la Seo, de una cruz con cuatro banderas, para noticiar a las tropas que venían a nuestra defensa, se animó sobre manera todo el pueblo. Los enfermos del Santo Hospital pasaron igual suerte que el día anterior, aumentándose los heridos notablemente, ocupando las casas de Don Joaquín Gómez, de Don Manuel Ezmir, de la Viuda de Antón, y todos los cuartos bajos de la Casa de la Ciudad.
Hasta el fin del día duró el espantoso fuego de bombas y granadas, y en el mismo día quedó corriente el uso de los molinos de harina del Arrabal, con lo que se pudo proporcionar pan, tanto para el vecindario como para la mucha gente que había venido de los pueblos ocupados por los franceses. Llegada la noche se aquietó algo el pueblo al ver que en estos cuatro días que estaban dentro de la ciudad y con las puertas de Santa Engracia y Carmen a su disposición no habían penetrado ni adelantado un paso, lo que les hizo concebir la más alta confianza del buen éxito, a cuyo fin acudió, como las demás noches, muchísima gente a la Santa Capilla.
Lunes 8 de agosto de 1808
Esta noche pasada no hubo bombeo ni tiroteo de parte del enemigo, el pueblo estuvo tranquilo y amanecimos igualmente animosos, no obstante de que siempre estaban en el mismo sitio, y cometiendo los robos e iniquidades acostumbradas. Este día padecimos mucho en las casas de los barrios del Azoque y Carmen, pues casi todas las saquearon.
Antes de las 6 de la mañana vino nuestro General de Villamayor acompañado del Intendente y demás, con el 2º Batallón de Voluntarios de Aragón, presentándose seguidamente a nuestra Señora, donde oyeron misa. De allí fueron a ocupar los puntos que les mandó Su Excelencia; trajeron 4 Cañones y 20 carros de municiones con 2000 voluntarios aragoneses y catalanes.
El enemigo siguió todo el día haciéndonos fuego y amenazándonos con el degüello como acostumbra, desde las baterías de las Puertas de Santa Engracia y Carmen, con cuyo motivo estuvo algo indeciso nuestro éxito, pero a pesar de eso nuestros valerosos paisanos y tropa sostuvieron de tal manera el fuego que no pudieron adelantar un paso y sólo lograron incendiar cuanto ocupaban, robando casas, pasando de unas a otras rompiendo los tabiques y causando el daño más terrible.
En este día tuvimos algunos muertos y bastantes heridos por la mucha valentía de los nuestros, pero el enemigo tuvo muchos más, pasándose algunos y encontrándose muchos en las bodegas escondidos, los que iban cargados de dinero, alhajas y ropas, todo lo que se depositaba en Casa del General, como todo lo demás robado.
Bando
Sobre lidiar con un enemigo que no conoce el más pequeño sentimiento de honor, que ha asesinado a hombres, mujeres y niños que clamaban por la misericordia, que les daban el caudal y cuanto en su casa tenían, testigos de esta verdad cuantos por felicidad se han escapado de sufrir lo que no se lee de ninguna Nación bárbara; lo que más aflige mi corazón y el de todos los vecinos de carácter y honradez de esta valerosa e inmortal Ciudad, es el abuso que ha hecho la tropa y algunos paisanos mal intencionados, que habiendo dispuesto los Jefes entrasen en varias casas en el Coso para ofender al enemigo, se han dedicado algunos individuos perversos a robar y destrozar sus efectos de modo que siéndoles de poca utilidad se han llenado de infamia.
Sobre lidiar con un enemigo que no conoce el más pequeño sentimiento de honor, que ha asesinado a hombres, mujeres y niños que clamaban por la misericordia, que les daban el caudal y cuanto en su casa tenían, testigos de esta verdad cuantos por felicidad se han escapado de sufrir lo que no se lee de ninguna Nación bárbara; lo que más aflige mi corazón y el de todos los vecinos de carácter y honradez de esta valerosa e inmortal Ciudad, es el abuso que ha hecho la tropa y algunos paisanos mal intencionados, que habiendo dispuesto los Jefes entrasen en varias casas en el Coso para ofender al enemigo, se han dedicado algunos individuos perversos a robar y destrozar sus efectos de modo que siéndoles de poca utilidad se han llenado de infamia.
Y siendo preciso castigar delitos tan enormes, MANDO:
1º Que a todo individuo que se le aprehenda encima cosa alguna robada por pequeña que sea, y que se justifique no por de su uso, sufrirá la pena de ser pasado por las armas irremisiblemente dentro de 6 horas de aprehendido.
2º Todo Oficial, Sargento y Cabo que esté de Comandante de puesto y no vigile la conducta de la tropa de su mando a fin de evitar los desórdenes, será castigado según las circunstancias del delito.
Encargo a los vecinos honrados, Oficial, Sargento o Cabo, que vigilen y observen a todo Soldado o Paisano que lleve bulto o cosa que les haga sospechoso, y registrándolo, acudan a la guardia más inmediata a fin de asegurar al malhechor.
Dado en el Cuartel General de Zaragoza a 8 de Agosto de 1808. Lazán.