ASOCIACIÓN CULTURAL LOS SITIOS DE ZARAGOZA

RADIO BICENTENARIO
(Temporada 2008-2009)

Onda Cero Zaragoza, 5ª época, programa nº 19

Emitido el viernes 30 de enero de 2009

Interviene: Paco Escribano y José Antonio Alaya.

                   Con la colaboración de Mariángel Pérez y Ana Victoria Úbeda (como la Condesa de Bureta).

ZARAGOZA 2008: BICENTENARIO DE LOS SITIOS

Inauguración de placa en recuerdo de la Condesa de Bureta

Del 22 de enero al 29 de marzo. Centro de HistoriaExposición fotográfica: “Sarajevo: el último asedio”, de Gervasio Sánchez.Fundación Zaragoza 2008.ENTRADA LIBRE.
Del 2 al 5 de febrero.Centro Pignatelli y Centro de Historia.Seminario “Ciudades sitiadas: la población como rehén de guerra”.Seminario de Investigación para la Paz.http://www.seipaz.org/
Del 3 de febrero al 8 de marzo. Casa de los MorlanesExposición fotográfica: “La Zaragoza del Bicentenario”Ayuntamiento de Zaragoza.ENTRADA LIBRE.
5 de febrero, 19 h.Salón Rojo del Casino Bilbilitano (Rúa de Dato, 17, Calatayud).Conferencia: “Uniformes y banderas en la Guerra de la Independencia en Aragón”. Luis Sorando (A.H-C. “Voluntarios de Aragón).Casino BilbilitanoENTRADA LIBRE.

Puede encontrar la agenda actualizada de los actos de todo el año, no sólo con los ya confirmados, sino también con otros en diversas fases de organización y que incluso podrían no llegar a realizarse en:

CALENDARIO DE ACTIVIDADES

Los Sitios de Zaragoza (1808-1809)


CRÓNICA DE ZARAGOZA, LUNES 30 DE ENERO DEL AÑO DEL SEÑOR DE 1809
41º DÍA DE ASEDIO A LA CIUDAD

Titulares:

–                QUEDA FRENADO EL AVANCE FRANCÉS EN LAS CALLES DE ZARAGOZA.

–                INTENSOS COMBATES EN LAS TENERÍAS.

–                AUMENTA EL NÚMERO DE REFUGIADOS EN TORNO AL PILAR.

–                ENTREVISTAMOS EN DIRECTO A LA CONDESA DE BURETA.

QUEDA FRENADO EL AVANCE FRANCÉS EN LAS CALLES DE ZARAGOZA

Tras el gran asalto de las tropas francesas del día 27, la situación parece haberse estabilizado, pues los progresos de los invasores son lentos y muy costosos, siendo contraatacados de continuo por nuestras fuerzas. El enemigo controla una porción de las tapias entre el convento de Santa Engracia y la Puerta del Carmen, así como algunas casas en las Tenerías, en torno al molino de aceite de la ciudad. Para conocer la última hora de los combates, conectamos con nuestro compañero Paco Escribano desde la primera línea de combates:

–                 ¿Dónde estás? Torre de San Agustín, observando combates en la calle Pabostre y conventos de Santa Mónica y San Agustín.

–                 ¿Qué valoración se puede hacer? Franceses ocupan varias casas en torno al molino de aceite, a ambos lados de la calle Pabostre,
         intentando extenderse hacia la Puerta Quemada y el Convento de las Mónicas. Nuestras tapias están derruidas y taponadas con parapetos
         de ocasión. Se espera inminente asalto de estas posiciones. Cañoneo continuo, llegada de tropas francesas desde San José….

–                 ¿Y nuestras tropas? Buen ánimo. Los Voluntarios de Huesca, mandados por Pedro Villacampa, mantienen la zona.

RELATO DEL ATAQUE DEL 27 DE ENERO.

Según noticias no confirmadas, el día 24 los franceses habrían derrotado a las tropas españolas de refuerzo que se encontraban en Leciñena. Asimismo, se ha detectado gran número de soldados imperiales que regresaban del Bajo Aragón, lo que hace indicar que también nuestras tropas de Alcañiz han sido derrotadas. Habiendo asegurado así su retaguardia, los invasores comenzaron un gran bombardeo el jueves 26 muy de mañana, permitiendo que algunas fuerzas enemigas se asentaran en la margen derecha de la Huerva, muy próximas a las tapias de Santa Engracia y de la Batería Palafox

Antes de las 8 de la mañana del día 27 acometieron por todos los puntos desde la Puerta Quemada a la del Portillo, con tan terrible empeño que fue preciso tocar la generala, a cuyo sonido acudieron los paisanos. Aunque se hizo la defensa más vigorosa, pasaron la Huerba y se introdujeron en la huerta de Santa Engracia, al mismo tiempo que los de San José se metieron en el molino de la Ciudad. El ataque se repitió con mayor fuerza a la una del día, volviéndose a tocar la generala, trabándose otra reñidísima acción en todas las Puertas, que duró hasta la noche.

La noche toda fue de un fuego el más vivo, logrando apoderarse de la batería de la Puerta del Carmen y de todos los cañones hasta los Trinitarios, introduciéndose en el molino del Carmen y su Convento, Plaza de Santa Engracia, Convento de Capuchinas y casas inmediatas. Y lo mismo sucedió en el molino de aceite de la Ciudad, y de allí a las casas de la calle de Pabostre, no obstante la gran matanza que se hizo, pues todo lo ganaron a costa de mucha sangre.

Desde entonces se han sucedido los combates casa por casa y habitación por habitación, de manera que los franceses apenas han podido avanzar hacia el centro de la ciudad, si bien han asentado sólidamente las posiciones alcanzadas, fortificando las casas y conventos ocupados.

AUMENTA EL NÚMERO DE REFUGIADOS EN TORNO AL PILAR.

El bombardeo ha sido continuo en los últimos cuatro días, siendo ya miles las granadas que han caído en toda la ciudad. Han sufrido daños particularmente graves los barrios de San Pablo, Santa Engracia y la Magdalena. La población está refugiándose en las proximidades del Ebro, intentando alejarse así de los impactos. Muchos se han instalado en el interior de la iglesia del Pilar, de forma que todo el circuito inmediato a la Santa Capilla estaba lleno de camas y aun por las Capillas inmediatas, lo que llamó la atención de Su Excelencia, que mandó se retirasen y que se purificase, lo que verificó el Señor Arcediano de Santa María Don Mariano Sostre

Y es que el número de enfermos no cesa de crecer. Ayer se registraron cerca de 300 muertes, lo que está produciendo la mayor consternación. No es menor la carestía del pan, a pesar de que no se cuece otro que de munición, ni hay carne ni aun para los enfermos. A todo ello se suma el voraz incendio de la Real Audiencia, que a lo largo de dos días ha consumido gran parte de los tesoros y archivos del antiguo Reino de Aragón y ha llenado de humo todo el entorno de la Seo y el Pilar.

ENTREVISTA CON LA CONDESA DE BURETA
Personaje muy conocido en la ciudad, destacada defensora en el Primer Sitio, cuando llegó a montar una barricada en la puerta de su casa para impedir el avance francés:

–                 Sabemos que ha tenido un aborto hace pocas semanas, ¿cómo se encuentra?: Muy recuperada, he guardado reposo, aunque sin salir
         de casa he continuado ayudando a la defensa de nuestra ciudad. Siempre estoy a lo que me indice mi primo Pepe
        (Palafox)
.

–                ¿Ha tenido que volver a tomar las armas?: No, de momento me he limitado a montar un hospital en mi casa. Allí recojo a viudas, huérfanos y religiosos, en las habitaciones, el patio y hasta la bodega. Además, con mis criados estamos preparando comidas y repartiéndolas allá donde sea menester

–               Nos han dicho que no se limita a estas tareas de apoyo, sino que también ha sacado una sonrisa a muchos zaragozanos:
      ¿Lo dice por lo del pelele? Nada, nada, una travesura para dar ánimo a nuestra gente, que está un poco decaída con tanta bomba y tanta enfermedad. Hicimos un muñeco, le vestimos a la francesa, hasta con su capote de general francés, y lo colgamos del balcón. Así habrán de verse muchos franceses antes de que esto termine…
.


FUENTES:

–      ALCAIDE IBIECA, A. Historia de los dos sitios que pusieron a Zaragoza en los años de 1808 y 1809 las tropas de Napoleón.

–      BELMAS, J. Zaragoza, 1808 y 1808. Los Sitios vistos por un francés. Comuniter, 2003.

–      CASAMAYOR, F. Años políticos e históricos de las cosas sucedidas en Zaragoza (1808), Comuniter, 2008.

–      CASAMAYOR, F. Diario de Los Sitios. Comuniter, 2000.

–      LAFOZ, H. (ed.) Manifiestos y bandos de la Guerra de la Independencia en Aragón I. Los Sitios de Zaragoza. Comuniter, 2005.


Diario de Los Sitios. Basado en el Diario de Faustino Casamayor.

Lunes 23 de enero de 1809
Mandó Su Excelencia dar una sorpresa por los puntos de San José, Puertas de Santa Engracia, Carmen y Portillo, lo que verificaron nuestras tropas en todas sus partes, haciéndoles muchos muertos y heridos, lográndose la acción completamente.

Al mismo tiempo mandó desalojarlos de las baterías junto a la Torre de Sástago y Molino de Cuéllar, cuya arriesgada empresa se fió a los Voluntarios de Aragón y Guardias Walonas a cargo del Brigadier Barón de Erruz, la que desempeñaron tan completamente, que habiendo pasado al campo enemigo mataron todos cuantos hallaron en las zanjas, y clavaron cuatro cañones y dos obuses, hasta que noticiosos bajaron en dos columnas, y les fue preciso retirarse. En esta acción hubo algunos muertos y heridos, e igualmente del cuerpo de Fusileros en la acción de la Puerta del Carmen, a las que asistió Su Excelencia hasta el fin.

Hoy hubo mucho fuego de cañón y muchas ruinas, en especial por los barrios de la Seo. En este día no se vendió más pan que de munición, muriéndose muchos enfermos, y desde este día ya se empezó a padecer el más riguroso sitio, por haber llegado a poner las baterías enemigas cerca de la Torre del Arzobispo, en el brazal llamado del Burro, a corto tiro de fusil del camino real en la margen izquierda del Ebro.

Martes 24 de enero de 1809
Vino un oficial francés a parlamentar por la parte del Ebro. Fue conducido con los ojos vendados al Palacio de Su Excelencia, a quien entregó su carta exigiendo la rendición, a la que fue contestado por la negativa. En los mismos términos fue acompañado hasta sus avanzadas, hacia el camino de Huesca, donde estaba su campamento, cuyas tropas habían acometido a las del Coronel Don Felipe Perena que con las suyas estaba en los altos de Leciñena.

Esta tarde nos hicieron algún fuego desde la batería del Arrabal al Brazal del Burro, no dejando salir la gente, sucediéndole lo mismo a Su Excelencia, que iba a pie por dicho camino con una compañía de Suizos. En los demás puntos no hubo novedad, siguiendo los enfermos con tanto aumento, que para evitar el hedor de los muertos, se mandó llevarlos a enterrar de noche, y para aliviar a los vecinos tanta amargura y tristeza, pues llegó a ser el número de muertos de 100 por día.

Miércoles 25 de enero de 1809
Colocaron los franceses dos baterías nuevas de 8 cañones frente al Ebro, y otra frente al Jardín Botánico, con las que hicieron muchísimo daño. Todo el día hubo mucho tiroteo, y a las 10 de la noche intentaron entrar en la Ciudad por dicho Jardín Botánico, metiéndose ayudados de la noche dentro de la huerta de Santa Engracia, a los que hicieron retroceder las Guardias Walonas, en cuya acción murió Don José Sánchez Muñoz, 2º Teniente de dicho Real Cuerpo, ayudando mucho nuestros Voluntarios y Paisanos, jugando así mismo la artillería hasta muy entrado el día.

Para evitar el hedor de tanto muerto, pues estaban hacinados en algunos atrios de las iglesias y otros parajes, el Acuerdo ordenó que los cadáveres se enterrasen prontamente, sin caja y en sepulturas de 9 palmos de hondas.

Jueves 26 de enero de 1809

Este día vencieron nuestros enemigos la huerta del Marqués de Campo Real, introduciéndose en ella, aunque les costó muchísima gente, habiéndonos hecho un fuego tan atroz, que sólo es comparable con el de 4 de Agosto del primer Sitio, siendo muchísimas las ruinas de los edificios, así en la Plaza de la Magdalena como en la Iglesia de la Seo, donde cayeron varias en las Capillas de Santo Dominguito y Santa Elena.

También fueron tantas las granadas de mano que continuamente estaban tirando que no se podía resistir, y viendo tal obstinación, y que no se podía contrarrestar, por haber muerto los Artilleros de las baterías de Palafox, se tuvo que desamparar el molino de aceite de Goicoechea, volando a continuación.

Prosiguió el terrible fuego de tanta bomba y granada, que mandó Su Excelencia poner un cañón de a 24 junto al puente de Tablas, y un obús a San Lázaro, desde donde se les hizo un fuego muy vivo toda la noche, causándoles muchas desgracias, a cuyas operaciones no faltó un punto Su Excelencia.

A lo largo de todo el día se fue dando cumplimiento a la orden del Acuerdo de enterrar prontamente los cadáveres, sin caja y en sepulturas de 9 palmos de hondas, a fin de evitar el hedor de tanto muerto como había hacinados en algunos atrios de las iglesias y otros parajes.

Viernes 27 de enero de 1809

Este día nos vimos ya muy amenazados con el fuego tan furioso como seguido de nuestros enemigos, no cesando un instante de caer bombas, granadas y balas rasas, con el mayor daño de los edificios.

Antes de las 8 de la mañana acometieron por todos los puntos desde la Puerta Quemada a la del Portillo, con tan terrible empeño que fue preciso tocar la generala, a cuyo sonido acudieron los Paisanos. Aunque se hizo la defensa más vigorosa, pasaron la Huerba y se introdujeron en la huerta de Santa Engracia, al mismo tiempo que los de San José se metieron en el molino de la Ciudad en número de 40, que estos todos fueron muertos. Pero fue tan grande el alboroto en aquellos barrios, que así los Vecinos como las Religiosas Mónicas y Religiosos de San Agustín todos desampararon sus casas y conventos, no parando hasta la Iglesia del Pilar. El ataque se repitió con mayor fuerza a la una del día, volviéndose a tocar la generala, trabándose otra reñidísima acción en todas las Puertas, que duró hasta la noche.

En este día sucedió la desgracia lamentable del incendio de la Real Audiencia, quemándose los dos Archivos y con ellos lo más precioso de los privilegios aragoneses, pérdida que jamás podrá ser resarcida.

La noche toda fue de un fuego el más vivo, logrando apoderarse de la batería de la Puerta del Carmen y de todos los cañones hasta los Trinitarios, introduciéndose en el molino del Carmen y su Convento, Plaza de Santa Engracia, Convento de Capuchinas y casas inmediatas. Y lo mismo sucedió en el molino de aceite de la Ciudad, y de allí a las casas de la calle de Pabostre, no obstante la gran matanza que se hizo, pues todo lo ganaron a costa de mucha sangre.

Habiendo acometido cuando menos más de 3.000 hombres, se volvió a tocar la generala por 3ª vez, y se trabó un fuego el más furioso y vivo, pasando de 1200 las granadas y bombas que tiraron, asistiendo toda ella Su Excelencia de ronda por todos los puntos. El Vecindario la pasó toda en la Iglesia del Pilar, por no hallar otro recurso en tan melancólica situación habiendo estado este día todas las Iglesias cerradas, no hallándose gente por las calles, sino los precisos.

Sábado 28 de enero de 1809

Fue el fuego más horroroso que puede imaginarse, excediendo a los días anteriores, cayendo muchas bombas en las casas de la Parroquia de San Pablo, por las que tiraban de la batería de la Bernardona. Los enemigos se mantuvieron en el molino de aceite y Convento del Carmen, donde perecieron muchos por el vivo fuego de nuestra tropa y Paisanos, no cesando un instante en acometernos y nosotros en castigarlos, quedando muchos en los muros.

Zaragoza presentó hoy el cuadro más melancólico, con tanto fuego en el aire, tanta ruina, tanto enfermo y tanto muerto en carros que de todos los hospitales y casas se sacaban a la sepultura, aumentándolo la gran carestía de alimentos. Pero jamás más gloriosa y más llena de laureles por los muchos que adquiría con tan bizarra defensa.

Su Excelencia mandó hacer en su casa ranchos abundantes, los que se distribuyeron a los puntos y baterías. Es imposible escribir cuanto ocurrió este día en tan críticas circunstancias, pues sólo el cuadro que presentaba la Santa Capilla de Nuestra Señora del Pilar hubiera hecho la mayor impresión a los ánimos más valientes, viendo allí refugiado todo el Vecindario, llegando a poner sus camas junto a su tabernáculo, no creyéndose seguros sino a la presencia de quien era todo su alivio y consuelo. El incendio de la Audiencia fue tan voraz que continuó hasta consumirla, por cuyas razones será este día uno de los más melancólicos de esta desastrosa guerra.

Domingo 29 de enero de 1809

Hoy fue todo el día y noche un continuo ataque en todos los puntos y a todas horas, y tan grandes los apuros que sólo nuestro valor y el amparo de nuestra Patrona pudieron evitar no hubiésemos perecido habiendo sido atacados tan vivamente a las 11 de la noche, a las 9 de la mañana, a las 12 del día, a las 3 de la tarde y por último a las 11 de la noche, siempre con escalas, y picos para asaltar, echándolos del muro abajo a bayonetazos.

En estas acciones murieron muchísimos, cuyos triunfos llenaron de gloria al Teniente General Don Felipe Sant-Marc, Comandante de todas las tropas y Paisanos que obedeciendo ciegamente sus órdenes alcanzaron unas victorias que nunca serán bastantemente aplaudidas ni premiadas, siendo tan activo el fuego de cañón, granadas de mano, reales y carcasas, y las ruinas que ocasionaron que ellas solo serán el monumento más autentico.

Hoy todo fue melancólico y mayor que nunca el número de los enfermos, habiendo llegado a morirse cerca de 300, lo que tenía a todos en la mayor consternación, huyendo unos a las casas de los otros por el temor de las bombas, y llegando a ser tan considerable el de los enfermos, que todo el circuito inmediato a la Santa Capilla estaba lleno de camas, y aun por las Capillas inmediatas, lo que llamó la atención de Su Excelencia, que mandó se retirasen y que se purificase, lo que verificó el Señor Arcediano de Santa Maria Don Mariano Sostre, poniéndolo a cargo de las muchas Religiosas que habitaban dicho Santo Templo, su aseo y limpieza, no siendo menor la carestía del pan a pesar de que no se cocía otro que de munición, tampoco hubo carne ni aun para los enfermos, lo que todo ciertamente hacía una vista la más melancólica y triste que puede imaginarse.

Lunes 30 de enero de 1809

No cesó el toque de generala desde muy de mañana por el ataque general con que acometieron los enemigos, especialmente por las Mónicas y San Agustín. Y aunque todo el día fue grande el fuego, el que se empezó a las 4 de la tarde llegó ser mayor; pues habiendo abierto brecha en la pared detrás del Altar mayor e introduciéndose en la Iglesia el Comandante francés con su tropa, fue muerto con todos los de su séquito, por los que estaban en el Coro y tribunas, siendo ésta una de las acciones más reñidas, logrando echarlos a bayonetazos, llevando a Palacio las escalas con que asaltaban en Convento, sin contar los prisioneros, y entre ellos 2 Coroneles. Esta victoria fue dos veces proclamada por Su Excelencia en dos diferentes decretos en que llenaba de lauros a sus defensores.

La noche siguió con la misma actividad, y la derrota de los edificios excedió a las anteriores, aumentando la aflicción tanto escombro, bullicio de campaneo y toque de generala, con el cansancio, y mudanza de casas, sin contar los muchísimos enfermos y tanto muerto, así de las enfermedades como de los lances de la guerra tan lastimosa.

Martes 31 de enero de 1809

No fueron menores los estragos, fuegos, bombas y demás trabajos de este día que el de los anteriores; pues a las 8 de la mañana ya se tocó generala, la que se repitió hasta 4ª vez, acometiendo los enemigos por toda la calle del Pabostre al mismo tiempo que por los barrios de Santa Engracia, Carmen y calle de Santa Fe, sufriendo en ambas partes unas pérdidas considerables, teniéndolas también por nuestra parte bastante grandes, pues habiendo hecho ellos una retirada falsa y ocupado los nuestros las casas que habían desamparado, les dieron fuego, en cuyo estrago perecieron muchísimos, sucediendo lo mismo en otros puntos, lo que sirvió de acalorarse más y más, y mandados por el General Sant-Marc hicieron prodigios de valor, matando tanto francés, que parecía un cementerio cada trozo de ataque.

Su Excelencia salió a animar a nuestros Paisanos, haciendo llevar las comidas, y después a visitar a nuestra Patrona para pedirle auxilio en tan apuradas circunstancias, y además pasó un oficio al Señor Presidente del Cabildo, para que expusiesen al Señor de manifiesto en ambos Templos lo que se verificó, poniéndolo en el Pilar en la Capilla de la Parroquia con el Copón, y en la Seo en la Parroquia en la forma acostumbrada.

En lo demás todo fue como el día anterior, muchos enfermos y muchísimos muertos; el trabajo a las baterías, de las calles y fosos se siguieron, y lo mismo, el de los cartuchos que estaba a cargo de los Religiosos, continuándose también en el Pilar la limpieza y aseo que hacían las Monjas con el mayor celo. En la Audiencia ocurrió caer una granada, y habiéndose vuelto a cebar el fuego se quemaron muchos papeles de la Secretaria de Acuerdo que se habían podido salvar bastante interesantes.

Miércoles 1º de Febrero

Después de una noche la más terrible de fuego, amaneció este día que será uno de los más brillantes de nuestra defensa, en el que todo él se estuvo sobre las armas, por acometer los enemigos repetidas veces.

Pero más especialmente por ser el día que habiendo bajado de Torrero dos columnas de 6.000 hombres, e introducídose por los puntos de las Mónicas y San Agustín, apoderándose de ellos y casas inmediatas, entraron con tambor batiente por las dos calles de San Agustín y de Palomar hasta la Plaza de la Magdalena; a cuyos apuros salió Su Excelencia a reclutar gente, la que apenas lo supo se reunieron más de 8.000 paisanos, y esperándolos en la Plaza expresada, y atacándolos, a fino fusilazo por todas sus bocas calles no les dejaron pasar adelante, haciéndolos retroceder y perder la vida, llegando a tanto su valor, que les cogieron 2 cañones, que ellos mismos a brazo llevaron a la presencia de Su Excelencia y apoderarse del Convento de San Agustín, en el que se aposentó el General Sant-Marc su Comandante, quien admirado del valor y fortaleza de los Paisanos, además de elogiarlos en publico, pidió a Su Excelencia les diese las gracias a su nombre, lo que verificó yendo a los mismos puntos, donde todo fue vivas y aclamaciones. Seguido por varias mujeres que con sus fusiles habían estado en la acción, fue a ponerse a los pies de Nuestra Señora, ante cuyas Aras ofreció la victoria, y enseguida dirigió un Proclama a los habitantes de Zaragoza animándolos a la defensa, dando las gracias por sus brillantes acciones, habiéndose interesado en esta toda clase de gentes, y no pocos Eclesiásticos y Religiosos, que con sus fusiles acometieron al enemigo.

La matanza enemiga fue grande, pero por nuestra parte hubo 131 muertos de tropa y Paisanos, y más de 250 heridos, siendo muy interesante el botín que se hizo en los muertos franceses. Todo el barrio de las Mónicas y San Agustín fue antes saqueado por los enemigos a causa de haberlos desamparado sus habitantes. En las dos Iglesias hubo letanía general, en la Seo ante el Santísimo expuesto, y en el Pilar en la Santa Capilla con asistencia de muchísima gente.


Relato de BELMAS del asalto del 27 de enero de 1809

Al amanecer, nuestras baterías recomenzaron su fuego con actividad. A las once de la mañana, las brechas del centro y de la izquierda parecían practicables; el mariscal Lannes ordenó el asalto. Todo el ejército tomó las armas y tres columnas fueron concentradas en las trincheras para el ataque de las brechas.
La primera columna, de alrededor de trescientos cazadores, bajo las órdenes del jefe de batallón Stah1, del l4′ de línea, fue situada en el molino de aceite de Goicoechea, para asaltar la brecha del centro que se encontraba enfrente. Tenía en cabeza un destacamento de zapadores bajo el mando de un oficial de ingenieros. Se renunció a atacar este día una brecha que se había comenzado en el jardín alto de Santa Mónica porque no era practicable.
La segunda columna, bajo las órdenes del capitán Guettemann, estaba destinada a asaltar la brecha del centro, cerca de la batería de Palafox. Fue reunida en la porción de paralela situada en la orilla izquierda del Huerva, cerca de la pequeña casa de Aguilar; tenía también en cabeza un destacamento de zapadores y un oficial de ingenieros.
Estas dos columnas, que mandaba el general Habert, fueron sostenidas por las tropas de la primera división que ocuparon las zanjas a derecha e izquierda de San José. Quinientos trabajadores se mantuvieron en la reserva, dispuestos a marchar.
La tercera columna, destinada al ataque de Santa Engracia, estaba formada por el primer regimiento del Vístula mandado por el coronel ChIopiski; fue colocada detrás del muro no flanqueado del huerto de Santa Engracia y en las comunicaciones que se encontraban detrás. Veinticinco cazadores mandados por el capitán Nagrodcki y un destacamento de sesenta zapadores conducidos por el capitán de ingenieros Second se encontraban en cabeza de esta columna que tenía por reserva la brigada del general Brun y al resto de la segunda división. La tercera división, mandada por el general Morlot, tomó posición en la Casa Roja, en la carretera de Madrid por Calatayud, para rechazar las salidas y hacer un falso ataque contra la ciudad entre la torre del Pino y la puerta del Carmen.
A la señal dada hacia el mediodía, las tropas se lanzan. La columna de la derecha, apostada en el molino de aceite, sale llena de ardor y franquea el pequeño intervalo que la separa de la muralla. En este momento, el enemigo hace saltar dos hornillos colocados en la comunicación subterránea que unía el recinto con el molino de aceite pero, sin amedrentarse por la explosión, nuestros valientes llegan hasta la brecha del centro; allí se ven obligados a detenerse considerando que esta brecha, practicada demasiado alta en un muro no aterrazado, ofrecía un resalte de una decena de pies por el lado de la ciudad y daba a un jardín bajo rodeado de terrazas elevadas. Los españoles, apostados en la terraza de enfrente, a menos de veinticinco metros de distancia, dispararon metralla con una pieza de cañón sobre la cabeza de la columna y dirigían allí una viva fusilería. En la terraza de la derecha, formada por el jardín superior del convento de Santa Mónica, tenían dos piezas de cañón que, así como los fuegos del convento ocupado por Villacampa con setecientos u ochocientos Voluntarios de Huesca, cogían a la columna en flanco. Esta columna, en fin, estaba cogida también en fila por el fuego que salía de la casa llamada de González, situada delante de las trincheras del arrabal de las Tenerías. Habiendo hecho la batería n’ 13 una brecha en esta casa, cuatro compañías, conducidas por el jefe de batallón Brayer, la ocuparon momentáneamente; pero, encontrándose demasiado expuestas al fuego de los muros de la ciudad, fueron forzadas a retirarse; el comandante Brayer fue herido. La columna que se encontraba en la brecha del recinto hacía inútiles esfuerzos para salir; ya había perdido muchos hombres y su comandante, el jefe de batallón Stah1, había caído herido por una bala, cuando el general Habert la hizo retirar, no dejando en el muro más que a los hombres necesarios para ocupar una pequeña posición que el jefe de batallón de ingenieros Haxo hizo establecer allí. Se comunicó esta posición por una caponera construida parte con cestones, coronando los embudos de dos minas que había hecho estallar el enemigo, parte por medio de la galería subterránea que fue desescombrada.
La segunda columna encargada del ataque de la brecha vecina a la batería de Palafox fue más afortunada que la primera. Penetró en la aceitería de la ciudad adosada al muro del recinto y desembocó en la calle del Pabostre, que atravesó para ocupar la manzana de casas situada enfrente, entre la calle Nueva y la calle del Gato. El enemigo intentó desalojarlos en numerosas ocasiones, pero inútilmente. Se comenzó pronto una comunicación para avanzar desde la pequeña casa de Aguilar hasta el pie de la brecha, utilizando una porción de la doble caponera construida por el enemigo. No pudiendo seguir la calle del Pabostre para aproximarse a la brecha de la derecha que no había podido ser forzada, nos extendimos por el interior de los edificios del molino de aceite de la ciudad donde encontramos una puerta que, abierta en el muro de cierre y cubierta por un tambor aspillerado, nos proporcionó una comunicación cómoda de fuera hacia adentro, sin obligarnos a pasar por la brecha.
Nuestra pérdida en estos dos asaltos fue de trece hombres muertos y ochenta heridos, ocho de ellos zapadores. Los españoles dejaron en el terreno una veintena de hombres muertos, entre ellos un oficial. Se les hizo dos prisioneros.
En el ataque de Santa Engracia, el coronel de ingenieros Rogniat, que había sido encargado de dirigir el asalto, tuvo la precaución de no hacer entrar en acción a las tropas sino por destacamentos con el fin de evitar la confusión. Dos compañías, precedidas de los zapadores, avanzaron primero a lo largo el muro de cierre del jardín de Santa Engracia. Cuando estuvieron a punto de llegar al pie de la brecha, otras dos compañías avanzaron para sostenerlas y sucesivamente todo el regimiento del Vístula. El muro de fachada del convento había sido derruido en una gran extensión, pero detrás había otro muro en el que no había más que un agujero bastante estrecho que daba entrada al convento. Algunos valientes se precipitaron por allí y sucesivamente toda la columna paso por esta abertura. El enemigo, que ocupaba, Santa Engracia con mil doscientos hombres, hacía un fuego terrible, pero nuestras tropas sorprendieron por la retaguardia sus baterías, se adueñaron del convento y penetraron en la plaza que se encontraba detrás. Pronto se alojaron en las casas de esta plaza y en el pequeño convento de las religiosas descalzas, llamado de las Capuchinas, desde donde tomaron por el flanco toda la muralla desde Santa Engracia hasta la torre del Pino. Los españoles, obligados a evacuar esta parte del recinto, hicieron saltar previamente seis hornillos preparados en la explanada exterior. Como nuestro ataque tenía lugar en el lado opuesto, la explosión no nos causó ningún daño. El enemigo no ocupaba más que la torre del Pino, una casa vecina y las trincheras que se hallaban a la salida del puente del Huerva. Una veintena de carabineros de una compañía del 5º ligero que ocupaba la paralela de la orilla izquierda del Huerva, al ver a los españoles retirarse, se lanzan sobre las trincheras vecinas a la torre del Pino, suben por los escombros y llegan hasta la muralla; allí, gritan todavía «Adelante, adelante»; un batallón del ll5′ que se encontraba de guardia en la paralela en la orilla opuesta, no pudiendo entonces contener su ardor, cruza el Huerva para unirse a los carabineros del 5º ligero, avanza a la izquierda expulsando al enemigo y llega hasta el convento de los Trinitarios, donde toma posición tras haberse adueñado de quince piezas de artillería. Los españoles que, en un primer movimiento de espanto, habían huído sin combatir, vuelven sobre sus pasos y reocupan las casas vecinas al convento, desde donde, disparando casi a quemarropa sobre nuestras tropas, les causan una pérdida considerable. El general Lacoste sale de Santa Engracia y hace retirar las tropas detrás de la puerta del Carmen, donde las coloca detrás de una especie de trinchera que les pone a cubierto. El enemigo avanza entonces para retomar el convento de los Trinitarios pero, en este momento, llegan dos batallones de la brigada Rostolland, uno del 5º y el otro del 121′ ligero; los españoles son puestos de nuevo en fuga y el convento queda en nuestro poder. Todos estos movimientos imprevistos e irreflexivos nos hicieron perder a muchos valientes por la estéril gloria de expulsar al enemigo de cualquier parte del recinto que hubiera sido forzado a abandonar por la posición que ocupábamos en Santa Engracia y, sobre todo, en el convento de las Capuchinas. Tuvimos en esta acción cuarenta y tres hombres muertos y ciento treinta y cinco heridos.
En el mismo ataque del convento de Santa Engracia, la pérdida de los españoles fue de doscientos hombres muertos y de quince prisioneros, entre ellos un oficial. La nuestra no fue más que de setenta hombres puestos fuera de combate, entre ellos veinte zapadores o minadores. El capitán de ingenieros Second y el capitán Nagrodcki, que penetraron los primeros en el convento resultaron mortalmente heridos. El coronel de ingenieros Lejeune, ayuda de campo del príncipe Berthier, fue alcanzado por una bala al dirigirse hacia el convento de los Trinitarios; el teniente de ingenieros Fournier fue herido en la posición del puente del Huerva».
El duque de Abrantes nombró al coronel ChIopiski comandante de armas del convento de Santa Engracia. La brillante participación que este oficial había tenido en la toma de este convento le hacía merecedor del honor de guardar esta conquista. La plaza de Santa Engracia, situada delante del convento, nos sirvió de plaza de armas. Los parapetos de las calles colindantes y una batería de dos piezas y de un obús requisados al enemigo, fueron vueltas inmediatamente contra él.
Aquí comienza una nueva serie de operaciones que distingue particularmente el sitio de Zaragoza. Las defensas regulares habían cedido a nuestros esfuerzos; los muros exteriores estaban destruidos, pero al caer, dejaron ver cuál era aun la fuerza interior de la ciudad. Decididos a defender palmo a palmo el terreno, los españoles habían hecho grandes cortes en las calles y aspillerado las casas. Los palacios, los conventos y las casas principales habían sido transformadas en auténticas ciudadelas y estaban ocupadas por guarniciones provistas de armas, víveres y municiones. Se comprendía que un ataque de viva fuerza contra un enemigo que había hecho tales disposiciones sería una temeridad que costaría cara, sin poder ser justificada por el éxito. Se decidió entonces caminar a cubierto mientras fuera posible y avanzar lentamente pero sobre seguro para no desanimar a las tropas con pérdidas demasiado elevadas.

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