ASOCIACIÓN CULTURAL LOS SITIOS DE ZARAGOZA

Estampas del Primer Sitio de Zaragoza

      (15 de junio – 14 de agosto de 1808)

      Fernando Brambila y Juan Gálvez, 1808-1813

Exposición en el Museo de Zaragoza

     Del 15 de febrero a 25 de abril

TEXTO DEL CATÁLOGO OFICIA DE LA EXPOSICIÓN
ANTECEDENTES

El Museo de Zaragoza es el depositario de un vasto patrimonio que exhibe, resumido, en unos escasos miles de metros cuadrados. El fondo de documento gráfico es sin duda uno de los apartados más notables, y desconocido, de nuestro patrimonio. Se contabilizan más de 16.000 piezas entre grabados, dibujos, óleos sobre cartón, acuarelas o pasteles, además de documentos manuscritos, y material vario (planos, postales, etc), situados cronológicamente entre el siglo XV y nuestros días.

Desde el año 2002, con personal específico para dichas tareas, se ha emprendido de forma sistemática tanto el estudio del estado de conservación de dicho fondo, como el trabajo sobre las series más representativas y afectadas, en acciones que hasta el momento no habían tenido lugar por la falta de medios. Además de los preventivos trabajos de mejora en las condiciones del área de reserva destinada a dichos bienes, se han emprendido las tareas de conservación sobre los fondos afectados de suciedad superficial o profunda (polvo, excrementos de insectos o roedores, manchas grasas), envejecimientos y oxidaciones de la celulosa con acidificaciones de soportes, aureolas de humedad, sistemas de enmarcación incorrectos y otros males.

Es este un patrimonio especialmente sensible a los efectos dañinos de la luz. Por ello está desaconsejada la exhibición permanente de estas delicadas obras, que iremos presentando conforme avancen los trabajos de conservación‑restauración y en función, evidentemente de su valor artístico e histórico.

La Serie de grabados al aguafuerte y al aguatinta de Fernando Brambila (1761-1834) y Juan Gálvez (1774-1847), «Ruinas de Zaragoza», significa uno de los conjuntos gráficos más notables de cuantos conserva nuestra institución y una de las primeras intervenciones llevadas a cabo en el área de conservación-restauración sobre esta parcela. Salvando el paréntesis del año 1984, en cuyo momento una selección de los mismos se exhibió, en la muestra temporal conmemorativa del «Bicentenario de la Academia de Dibujo de Zaragoza», no habíamos tenido la ocasión de mostrar al público la totalidad de los grabados que de dicha serie conservamos, gran parte de la cual es de titularidad del propio Museo, gracias a los donativos de beneméritas gentes como Hilarión Gimeno, o a la compra del Patronato del centro en 1931, perteneciendo el resto al alma mater del Museo, la Real Academia de Bellas Artes de San Luis.

No son éstos los únicos fondos que el Museo de Zaragoza conserva relacionados con el conocido episodio de la «Guerra de los Sitios de Zaragoza». El propio Museo, arquitectónicamente nació de este acontecimiento (la Conmemoración del Centenario de los Sitios) que se recuerda estratégicamente en varios puntos del edificio. Además, nuestras salas y áreas de reserva albergan otros muchos restos arquitectónicos de monumentos de dicho momento (restos escultóricos de Santa Engracia) y otras evocaciones de aquellos acontecimientos, (como el óleo de la «Defensa del púlpito de San Agustín” o «Malasaña y su hija», de C. Álvarez Dumont, 1887, «Episodio de la defensa de Zaragoza contra los franceses» de Federico Jiménez, el «Pasaje de la Guerra» de M. Oliver Aznar, «La doncella de Zaragoza» de Sir D. Wilkie, 1927), restos de fusiles y armas de los defensores de la ciudad y otros objetos, de porte variado, que ahora no detallaremos. En todos ellos, en las salas del Museo de Zaragoza, puede el visitante ampliar sus experiencias y sacar sus conclusiones sobre este episodio de nuestro pasado en el que tantas miradas se han fijado, desde Goya hasta los grabados presentes, episodios que afectaron de forma notable a la ciudad y que la colección «Ruinas de Zaragoza» nos transmite fielmente de la mano de Gálvez y Brambila, que visitaron Zaragoza en el verano de 1808, y cuyas imágenes atormentadas, vistas en ocasiones desde el pintoresquismo neoclásico o como ruinas románticas, nos han llegado a partir de las treinta y seis estampas en las que se transparenta la desolación producida por la guerra, a las que se añaden los héroes populares que han quedado en la memoria de todos y que perviven, materialmente en muchos de los nombres de nuestras calles.

Así, estas sensaciones pueden ampliarse recorriendo en Zaragoza los lugares relacionados con los episodios de los Sitios, muchos de los cuales se reproducen, con gran valor histórico, pues hoy han desaparecido, en los grabados que realizaron Gálvez y Brambila, no como meros espectadores, sino impregnando ruinas y acciones de cabales sentimientos de repulsa ante las destrucciones de la guerra.
Miguel Beltrán Lloris

LA SERIE ESTAMPAS

¿COMO SURGE?

La serie Ruinas de Zaragoza comprende un total de 36 estampas al aguafuerte y aguatinta, dibujadas y grabadas por Juan Gálvez y Fernando Brambila entre 1808 y 1812. El origen de la serie está en el deseo por parte del general Palafox de perpetuar la gesta del pueblo zaragozano: la resistencia de la ciudad de Zaragoza frente al ejército invasor de Napoleón, durante el Primer Sitio que padeció la ciudad entre junio y agosto de 1808. Ambos artistas, llamados por Palafox al igual que Goya, acudieron a Zaragoza en octubre de 1808, una vez finalizado este primer asedio, para tomar apuntes con los que elaborar el testimonio gráfico de lo acontecido, según cuenta el cronista de los Sitios de Zaragoza don Agustín Alcaide Ibieca. Aunque regresaron a Madrid, tras la capitulación de la ciudad el tres de diciembre de 1808, ante el temor a las represalias francesas por el carácter de su empresa, decidieron refugiarse en Cádiz. Es en esta ciudad donde la serie se publicó por primera vez entre 1812 y 1813 bajo un plan de suscripción previamente anunciado, al amparo de la Academia de Nobles Artes de Cádiz y de las Cortes, por entregas de tres estampas cada una.

La marcha de la publicación se puede seguir paso a paso en el Diario de Sesiones de las Cortes de Cádiz. Allí consta que el 30 de septiembre se da cuenta de haber recibido la segunda entrega, y sucesivamente las siguientes, el último día de cada mes, hasta llegar a la última, la duodécima, el 4 de agosto de 1809. La publicación de la serie tuvo un éxito rotundo, encumbrando a los dos artistas en sus respectivas carreras; sirva como ejemplo el nombramiento de Juan Gálvez como pintor de cámara de Femando VII en 1814, Brambila lo era desde 1799.
A pesar de ser una serie muy popular de la que se editaron un número elevado de colecciones, a Zaragoza se enviaron cincuenta, son escasas las que han llegado completas hasta nuestros días.
La serie se divide temáticamente en tres apartados y a cada apartado le corresponde un tamaño diferente:

  • Vistas de episodios y escenarios de la lucha entre el ejército invasor y la población sitiada (12 estampas, las de tamaño mediano).
  • Vistas de las ruinas de algunos de los edificios más castigados tras los bombardeos (12 las de mayor tamaño).
  • Retratos de los protagonistas y héroes de la defensa de la ciudad (otras 12, las de menor tamaño).

PUEDE VERLAS TODAS EN NUESTRA GALERÍA DE PERSONAJES ILUSTRES.

En 1905 se publicó una segunda edición bajo el título Álbum de los Sitios de Zaragoza en el que se reproducen las estampas de Gálvez y Brambila copiadas en fototipias por el fotógrafo Lucas Escolá, tal como reza la portada del álbum y prologadas por el general don Mario de La Sala Valdés. Posteriormente se han publicado más ediciones de la serie en otros formatos como en tarjeta postal con ocasión del Centenario de Los Sitios o en calendario.

Se conservan algunos dibujos preparatorios realizados por Gálvez, en el Museo Lázaro Galdiano y en la Biblioteca Nacional. El Museo Lázaro Galdiano conserva el de la estampa «Alarma en la Torre del Pino» que difiere en algunos detalles del grabado definitivo. Este dibujo incluso fue reproducido en una de las series de postales editados por don José Lázaro Galdiano. La Biblioteca Nacional conserva asimismo dos dibujos de Gálvez de los retratos de los héroes Mariano Cerezo y María Agustín, así como una prueba de estado de la estampa titulada «Vista del costado de la Iglesia del Hospital General de Nuestra Señora de Gracia».

Silvia Fayanás Buey

SIGNIFICADO DE LA SERIE

La serie tiene una importancia crucial desde el punto de vista histórico y artístico en la Historia del grabado en España. Como si de un reportaje fotográfico se tratase, las estampas se constituyen en un documento histórico que narra uno de los episodios más dramáticos de la Guerra de la Independencia, el Primer Sitio a Zaragoza.

Para la ciudad de Zaragoza la serie se convierte en un testimonio gráfico de primer orden en cuanto que describe cómo era la ciudad antes de ser arrasada por el ejército napoleónico, una ciudad, cuya fisonomía tras el Primer Sitio había quedado transformada para siempre y que había perdido parte de su historia con cada edificio destruido. Por otra parte la representación de los protagonistas cuyas acciones heroicas fueron claves en la resistencia de la ciudad, sirvió de propaganda política y de acicate al resto de los españoles que tuvieron la oportunidad de ser testigos a través de este documento del patriotismo más elevado de un pueblo en defensa de su identidad. Las instituciones oficiales, las Cortes y la Academia de Nobles Artes, apoyaron la publicación de esta serie con el fin de alentar a la población en su lucha contra el ejército invasor y en defensa de la independencia de España. Con la distribución de la serie se perpetuaba la memoria histórica de una colectividad, de una población cuya heroicidad serviría de ejemplo y de orgullo para la posteridad.

Desde el punto de vista artístico, significa el inicio de la estética prerromántica aplicada al mundo de la estampa por la representación de ruinas de edificios históricos y por la destreza en la utilización del aguatinta en el logro de calidades pictóricas.

Aunque lejos del simbolismo universal de Los Desastres de la Guerra de Francisco Goya, en cuanto manifestación atemporal en contra de la barbarie de la guerra, y lejos también de su particular mirada descarnada, también en las «Ruinas de Zaragoza» se nos muestran las consecuencias fatales de la guerra: la destrucción de vidas, de edificios, en definitiva de parte de nuestra historia.

Silvia Fayanás Buey

VALORACIÓN ESTETICA

Todas las estampas están firmadas por los dos artistas. Aunque atendiendo al bagaje profesional de cada autor es muy probable que Gálvez llevara a cabo el grupo de los retratos y de vistas de escenas, mientras que Brambila realizara las vistas de las ruinas de la ciudad. Además en los dos primeros grupos de estampas las firmas vienen dadas en el orden Gálvez y Brambila, mientras que en el tercer grupo el orden es Brambila y Gálvez.

Gálvez plantea siempre unas composiciones bastante convencionales y ante todo narrativas, centradas en los personajes y en las que las arquitecturas no son más que meros escenarios. Los retratos huyen del tópico académico y representan al personaje en su acción más heroica o en el lugar donde se produjeron los hechos.

Para Brambila, sin embargo el elemento principal son las ruinas de los edificios destruidos por el fuego enemigo y los incendios. Brambila es un teórico de la perspectiva y procura tomar siempre puntos de vista en escorzo y con contrastes de luces y sombras entre las ruinas de los edificios, utilizando muchas veces en sus composiciones arquerías semiderruidas situadas en primer plano y a contraluz

También hay grandes diferencias en cuanto a la utilización del «color”. Las de Gálvez son más uniformes debido a la utilización limitada del aguatinta, mientras que Brambila le saca más partido a dicha técnica consiguiendo claroscuros de un espíritu casi prerromántico: efectos de los incendios y explosiones («Vista del convento de San José»), de la luz de la luna, crean escenografías a veces mágicas casi fantasmales («Ruinas del patio de Santa Engracia»).

Silvia Fayanás Buey

LOS ARTISTAS

Fernando Brambila

(Guerra, Milán, 1763-Madrid 1834)

Pintor, arquitecto y teórico, llegó a España tras su participación como dibujante y pintor en la expedición científica de Malaspina, en 1794. En esta expedición adquiere gran experiencia en la representación de paisajes, haciendo uso de sus amplios conocimientos en perspectiva y de los aparatos científicos que viajaban a bordo, como la cámara oscura. En 1799 es nombrado pintor, arquitecto y adomista de la Real Cámara. Parece ser que no era muy apreciado entre los pintores de la Corte, teniendo sus más duros enfrentamientos con uno de los primeros pintores de cámara: Mariano Salvador Maella.

En 1808 viaja a Zaragoza junto con el también pintor Juan Gálvez para la realización de unos apuntes sobre el estado en que se encontraba la ciudad tras el Primer Sitio. A su regreso a Madrid, se ven obligados a refugiarse en Cádiz, donde verá la luz el fruto de dicho trabajo bajo el título «Ruinas de Zaragoza» entre 1812 y 1813. La publicación de la serie como demostración de patriotismo y fidelidad al rey español Fernando VII, cambiará su sino en la Corte. El rey le encargará la principal colección de vistas que realizó sobre los Reales Sitios y también fue por estas fechas cuando publica su Tratado de principios fundamentales de perspectiva. Como colofón a su carrera es elegido académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1815.

Juan Gálvez

(Mora, Toledo, 1774-Madrid, 1847)

Estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en la que ejerció como profesor de dibujo, alcanzando el cargo de director general de la misma en 1838. Intervino en la decoración de los Sitios Reales de manera más destacada en el palacio de El Pardo y en Aranjuez. Viajó junto con Brambila a Zaragoza tras el Primer Sitio, corriendo la misma suerte que su socio en esta empresa, incluido su «exilio» en Cádiz, hecho que le reportó nombramientos como el de pintor de cámara en 1814. Entre sus pinturas al óleo destacan dos grandes lienzos para la catedral de Pamplona y un retrato de Fernando VII que se conserva en el Museo de Barcelona.

Silvia Fayanás Buey

NOTA DE LA ASOCIACIÓN

Sólo se exponen 34 de los 36 grabados. Los dos que faltan tampoco están reproducidos en el estupendo catálogo que se entrega a los visitantes. Son las siguientes:

BATALLA DE LAS HERAS

LA CONDESA DE BURETA

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