ASOCIACIÓN CULTURAL LOS SITIOS DE ZARAGOZA

11 de junio de 2016

La mañana del pasado 11 de Junio fue diferente para un grupo de personas de la Asociación de vecinos “Peramán” de Garrapinillos. Ya habían realizado una ruta con nosotros en mayo de 2013, pero querían seguir conociendo y descubriendo más lugares y monumentos, que son historia viva de los Sitios de Zaragoza.

Esta vez comenzamos en la Glorieta Sasera donde imaginamos cómo era la fortificación del Reducto del Pilar, sus funciones y algunos descubrieron que en la base del pedestal del monumento hay una inscripción que dice: “Por la Virgen del Pilar vencer o morir”, en recuerdo al lema que se leía en la puerta del Reducto.

A la altura de la Plaza de Aragón visualizamos cómo sería la Zaragoza de 1808, con el río Huerva, la Torre del Pino, la Puerta de Santa Engracia, la Basílica…, hasta que a mitad del siglo XIX se realizó un proyecto siguiendo el modelo porticado de París.

Rápidamente, llegamos hasta la Iglesia de Santa Engracia para recordar los sucesos ocurridos en el impresionante Real Monasterio de los Jerónimos de Santa Engracia. Explicamos el papel que tuvieron los polacos en los Sitios y la razón de que tengan una placa en recuerdo de los soldados del citado país que lucharon con honor en los Sitios de Zaragoza.

Muy cerca de aquí, nos recibieron el busto de Felipe San Clemente y una placa en recuerdo del general Lacoste, herido mortalmente el 2 de Febrero de 1809. Cabe destacar que es la única placa que hay en nuestra ciudad que sirve de homenaje a un general francés.

Y por fin llegamos al monumento con mayúscula, obra de Agustín Querol, que se ubica en la Plaza de los Sitios, en el que destacan los grupos escultóricos de Agustina de Aragón, el grupo de mujeres tirando del cañón con una sensación infinita de fatiga, de fuerza, de unidad…; el episodio de la Sublime Puerta… Y, en medio de tanto heroísmo, sorprende cómo la luz va sacando de la misma piedra a la Virgen del Pilar, a la Torre Nueva, a Palafox… En la cima una alegoría de Zaragoza tendiendo su brazo sobre todos los defensores. En pocas palabras, impresionante y todo un descubrimiento para muchos de los asistentes.

Después de fijarnos en los impactos que aparecen en una parte de la fachada de la Iglesia de San Miguel, nuestra imaginación voló de nuevo a la Zaragoza de 1808 para ver por un momento el Convento de San José, defendido por Mariano Renovales y Manuela Sancho. Nos adentramos en un dédalo de calles, como la de los clavos, los Viejos, la Torre, las Eras…, donde descubrimos algunos impactos que se conservan en algunas fachadas.

Al salir de estas calles nos detuvimos en la Muralla, en el lugar donde fue abatido Antonio Sangenís, ingeniero militar que dirigió los trabajos de fortificación de la ciudad, que cautivaron al mismo Napoleón. Del 22 al 27 de Enero la Muralla fue atacada y reventada.

Antes de hacer un pequeño descanso en el Centro de Historia, cruzamos la Calle Asalto hasta el parque Bruil donde se encontraba el Molino de Goicoechea, que sirvió de fortín avanzado defensivo a cientos de zaragozanos.

Tras recuperar fuerzas, nos concentramos en la Plaza de San Agustín para describir la lucha encarnizada que tuvo lugar en el Convento y que muestran los numerosos impactos que se conservan en la fachada de la iglesia. El pintor César Álvarez Dumont inmortalizó esta lucha con dos magníficas obras pictóricas: “La defensa del púlpito de San Agustín” y “la Heroica defensa de la Torre de San Agustín”, dirigida precisamente por un agricultor de Garrapinillos, conocido como “tio Garcés”, que resistió hasta el final con varios hombres.

Avanzamos unos metros hasta la esquina con la calle del Pozo, donde se encuentra la Casa de los Sitios, cuya esquina de la fachada aparece literalmente acribillada; es una imagen que estremece, que nos hace pensar en los terribles combates que se libraron en esta zona. Fue una lucha en cada calle, en cada casa, utilizando el empleo masivo de minas para acabar con la resistencia.

Desde la plaza de la Magdalena llegamos hasta la casa de Palafox para rendirle un pequeño homenaje al Capitán general, encargado de la defensa de nuestra ciudad.

En esta ruta no podía faltar hacer referencia a la relevancia que tuvo la Basílica y la Virgen de Nuestra Señora del Pilar en los Sitios, de ahí que la artillería francesa dirigiera sus bombas hacia sus muros, cuyos impactos se observan en la fachada oeste y en la que da al Ebro.

En el Puente de Piedra nos interesamos por la razón de que se encuentre un monumento dedicado a los religiosos Boggiero y Santiago Sas, y al militar bilbilitano Barón de Warsage. Asimismo, tuvimos la oportunidad de conocer el peirón que recuerda cómo era el primitivo templo de Altabás, el episodio de la Sublime Puerta y la voladura del puente de Piedra.

Aunque ya empezaban a notarse en las piernas las 3 horas y media de ruta, la propuesta de Juan Carlos de acercarnos al Arrabal tuvo mucha aceptación en el grupo y así pudimos descubrir singulares calles, plazas y rincones cuya memoria de los Sitios se palpa en el aire; desde la plaza de la Mesa, el original callejón del tio Lucas, Villacampa, plaza del Rosario…, hasta la casa de Jorge Ibort, el Tío Jorge.

Fue una ruta larga, intensa, en la que se mezcló sentimiento e historia. Sirva de homenaje a todos los que lucharon en defensa de unos ideales que creían justos, aunque resultaran incomprensibles para el mariscal francés Lannes, que describió la guerra de Zaragoza como “desesperada, inhumana y anti razonable” y su defensa como “demente”.

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