De camino hacia la calle Madre Rafols, pasamos por la iglesia del actual Hospital de Ntra.Sra. de Gracia (llamado ahora Provincial), en cuya cripta descansan algunas de aquellas religiosas de la Caridad, mártires anónimas, que en función de su generoso servicio perdieron la vida durante los Sitios.
Avanzando por la calle Madre Rafols -dedicada a la memoria de la Superiora de la comunidad, abnegada protectora de heridos y enfermos en los tristes días- pasamos junto a lo que fue Cuartel de Pontoneros (como ya hemos mencionado en el 17º objetivo, el Arma de Ingenieros dedicó el recinto castrense a su ilustre predecesor, el coronel Sangenís).
Allí se encuentra ahora la Plaza de José María Forqué, presidida por la estatua ecuestre del General Palafox, que representa el mayor logro de la Asociación hasta el momento. Se trata extensamente en otros puntos de esta web:
Con fecha de 4 de octubre de 2007, se colocaron las letras que faltaban en el pedestal del monumento al General Palafox.
Un poco más adelante es visita obligada el Convento-noviciado de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Sobre el dintel del cubre pórtico, una placa en piedra nos recuerda:
A la Ven. / M. MARÍA RAFOLS BRUNA / Heroína de la Caridad / en los Sitios memorables de 1808-1809 / Superiora del Santo Hospital de Nra.Sra. / de Gracia, Fundadora / de la Congregación de HH de la Caridad / de Sta.Ana. / Sus hijas y hermanas en Religión / este mármol conmemorativo / le ofrecen y dedican /.
La casa de los recuerdos humildes de la Madre Mª Rafols como llaman a su pequeño museo las religiosas que allí habitan -siempre sonrientes, siempre amables, no en vano profesan Voto de Hospitalidad- es muy interesante.
Contiene, junto a entrañables objetos de devoción (imágenes, grabados piadosos..) pertenecientes a la Fundadora (cofundadora en realidad, junto con el P. Juan Bonal, del que también se conservan abundantes huellas de su paso por la Comunidad: ornamentos, objetos de culto, etc.; sus restos mortales descansan igualmente en la Capilla) y a los que profesaba gran cariño, otros utensilios de uso ordinario de la Venerable Madre. Con ocasión del bicentenario de su nacimiento, el Consejo General de la Congregación reunió todos estos recuerdos en una primorosa reconstrucción de su celda, donde el lecho y el ventanillo por el que llamar a la celadora, son los auténticos.
Se trata de su celda última, en la Inclusa del Hospital Provincial, que antes de ser derribado ocupaba el solar donde se ubicaron al poco las naves de talleres -carpintería, herrería…- de la Escuela de Maestría del Hogar Pignatelli, actualmente aún en pie (en la calle Doctor Fleming) pero en trance de sufrir una nueva remodelación. No se trata pues, en modo alguno, de la primitiva celda de la Pza.de S.Francisco -hoy Pza. de España- pues la violencia de los combates lo redujo todo a escombros.
De la época de los Sitios se conserva su estuche conteniendo instrumental de cirugía, con el que procuraba la mejor atención para los heridos; y algunas vasijas de loza rescatadas de entre las ruinas del primitivo Hospital Real de Nuestra Señora de Gracia, (de ahí las iniciales H.G. que llevan grabadas) volado por los franceses el 6 de febrero (la mitad ya había sido destruido en los bombardeos del 3 de Agosto), con un hornillo de 1.500 libras de pólvora.
En una consola junto a la vitrina, un testigo excepcional de los sufrimientos y penalidades de los heridos, y de la abnegación de la Heroína: el cántaro milagroso de la Madre Rafols. Dice la tradición que en los peores días del asedio, cuando las acequias de la ciudad habían sido cortadas por el invasor para agobiar aún más a la afligida población sitiada, e impedir la sofocación de los pavorosos incendios que asolaban las ruinas por doquier, la Madre María Rafols siempre encontraba en aquel cántaro agua fresca con la que aliviar a los heridos. Y por más que repartiera, nunca se agotaba.
En el pasillo principal que da acceso a la Capilla, un lienzo de Julio García Condoy representa el momento en que la Madre Rafols, que se había decidido a ir personalmente al campamento francés a solicitar algún socorro para sus heridos y enfermos, suplica tan humanitaria ayuda al propio Mariscal Lannes. Parece ser que éste (hay quien dice que conmovido, hay quien dice que despreciativo) accedió a que la benéfica expedición regresase a sus líneas con unos cuantos cestos de despojos de las cocinas imperiales.
Enterrada inicialmente en la cripta del Hospital de Ntra.Sra.de Gracia, fue trasladada (junto con el P. Juan Bonal) a su emplazamiento actual, el 20 de octubre de 1925, rindiéndoles la ciudad grandes honores -armón enjaezado y escolta-. En la Capilla, junto a la sencilla tumba de mármol blanco (a la izquierda del altar mayor) donde reposan definitivamente los restos de tan benemérita heroína, podemos leer la placa conmemorativa del Primer Centenario:
Descanse en paz / la Venerable Madre / MARIA RAFOLS / Heroína de la Caridad / Superiora del Hospital / de Ntra. Sra. de Gracia / en los años 1808 y 1809. / Fundadora de la Congregación / de Hermanas de la Caridad / de Santa Ana. / Murió el 30 de agosto de 1853 / La Patria / y la Ciudad agradecidas / le dedican esta memoria / en el 1R Centenario de los Sitios.
A la derecha del altar y frente al sepulcro de la Madre Rafols, se halla el del padre Juan Bonal.
Para saber más en:
HERMANAS DE LA CARIDAD DE SANTA ANA