Junto con la calle Doctor Palomar y el Convento de San Agustín forma un grupo de objetivos que permite revivir lo que fue el extremo septentrional del semicírculo de fuego y muerte que acabó por hundir la defensa de Zaragoza. El otro extremo, Santa Engracia y el centro, la Puerta Quemada (cercana a la Plaza de San Miguel, 19º objetivo).
Esa fue la guadaña que segó la resistencia, una vez que se hubo hincado por las Tenerías (quedando el corazón de la ciudad al alcance de la mano) y por Sta. Engracia, llegando hasta la actual Pza. de España (amenazando la espalda de los defensores del Carmen y del Portillo). El derrumbamiento del Arrabal el 18 de febrero, sólo fue una rápida puntilla, pues la suerte, aun sin eso, estaba ya echada.
Tomar los bastiones exteriores (Convento de San José y Reducto del Pilar, que cayeron los días 12 y 15 de enero respectivamente) había costado a los franceses mucho tiempo, pero al fin, el 20 de enero pudieron empezar a ocuparse directamente de la muralla, que fue ferozmente atacada entre los días 22 y 27, hasta ser reventada. No por ello les resultó fácil progresar a los napoleónicos.
Sobre el heroísmo derrochado en la defensa, baste considerar que la conquista de los 100 metros que separan al Coso, del cinturón Constitución-Paseo de la Mina-calle Asalto costó UN MES a los poderosos y experimentados invasores (que emplearon a fondo no sólo artillería, sino también minas subterráneas).
¿Cómo no sentir un respeto emocionado por el grado de resistencia, el grado de aferramiento a las piedras, el grado de desesperación, que nuestros heroicos antecesores debieron alcanzar?.
No es cometido de este anecdotario ir narrando escaramuza por escaramuza, voladura por voladura, esquina por esquina, toda la gesta (para quienes pudieran tener interés, existe bibliografía suficiente y adecuada). Nos limitaremos aquí a traer ciertos testimonios de los propios combatientes, para conseguir imaginarnos de algún modo, el clima tan atroz que se respiró.
El propio Mariscal Lannes escribía así su informe: una muralla en cada calle, un parapeto en cada esquina, una mina en cada casa, ¡qué guerra!, inhumana y antirrazonable… (LANNES, J. «Cartas al Jefe del Estado Mayor, Berthier»).
El coronel Rogniat, segundo Jefe del Cuerpo de Ingenieros francés, hombre capacitado y serio: … estas ruinas malditas se convertirán en nuestras tumbas, antes de que hayamos expulsado al último de esos fanáticos de su reducto final (ROGNIAT, Barón de, «Relato de los sitios de Zaragoza y de Tortosa por los franceses»).
El coronel Brandt, oficial polaco del Regimiento del Vistula: … entrábamos en una habitación y se nos disparaba desde el techo o desde la pared inmediata, a quemarropa, a través de improvisadas aspilleras hechas por los defensores desde el cuarto de al lado… (BRANDT, H. von, «Recuerdos de un militar polaco: escenas de la vida militar en España y en Rusia de 1808 a 1812»).
El barón Lejeune, … las andanadas convierten los parapetos en piezas como de encaje, por tantos agujeros… para desalojarlos hundimos el muro que nos separaba de la pieza contigua, aplastando así a los defensores resguardados detrás, y todo para descubrir entre medio del polvo una habitación similar, y así una y otra vez… al acometerlos, volvieron a repasar con gran velocidad el agujero abierto en la pared, y desde su primitivo refugio, nos tirotearon, sin dejarnos tan siquiera asomar … (LEJEUNE, BELMAS, BILLON y otros., cit. en RUDORFF, R. Los Sitios de Zaragoza 1808-1809: Guerra a muerte. Ed. Grijalbo, Barcelona,1977, y en GARCIA MERCADAL, J. Palafox, Duque de Zaragoza (1775-1847). Ed. Gran Capitán, Madrid, 1948).
En la Plaza de la Magdalena es obligada la referencia a la antigua Universidad. Ubicada en el solar del actual Instituto de Bachillerato «Pedro de Luna», sobrevivió, aunque muy maltrecha, a los combates. Supuso el punto de máximo avance de los franceses en el Segundo Sitio. Remozada, sirvió de sede al Instituto femenino «Miguel Servet» de Enseñanza Media hasta finales de los años 1960 en que fue derribada en parte. Conservada sin convicción la capilla «Pedro Cerbuna», los escasos cuidados que se le prodigaron acabaron propiciando su hundimiento, perdiéndose con ella gran parte de su magnífica biblioteca, que fue objeto de indiscriminado expolio, desprotegida siquiera por una simple valla.
En la valla del actual Instituto se pueden ver unas placas que muestran cómo era la zona en la época de Los Sitios, cuando aún era presidida por la Puerta de Valencia. En la actual Plaza de las Tenerías, en el arranque del Puente del Pilar (de Hierro) se alzaba la Puerta del Sol. En el patio de Museo de Zaragoza se puede contemplar el símbolo que le daba el nombre.
Para más información, ver «Escapada urbana. Recordando los sitios de Zaragoza», en Boletin 12