Al borde del Coso se encuentra el Real Seminario de San Carlos que alcanzara tan trágico protagonismo con la explosión de su polvorín el día 27 de junio de 1808. La gran cantidad de pólvora que allí se almacenaba tuvo consecuencias desastrosas en el orden material; y no fue menor el efecto desmoralizador sobre los combatientes que venían soportando ya largos días de asedio.
Se barajaron muchas hipótesis, pero definitivamente se impuso la absurda verdad: un carretero de los que municionaban diferentes sectores cercanos de muralla, dejó caer imprudentemente una chispa de su cigarro. Como ya se ha comentado al hablar de la iglesia de San Juan de los Panetes (6º , en los preparativos del segundo Sitio, una de las primeras provisiones del mando fue la diversificación del parque en repartidas y pequeñas maestranzas.
De camino hacia la Plaza de San Miguel, pasamos por la encrucijada que forman las calles del Heroísmo y el principio de Manuela Sancho (Pabostre en 1808). Nos evocan las violentas acciones que tuvieron lugar en pasos tan angostos, durante los primeros días de febrero de 1809 (y en los que tanto se distinguió la heroína). Los golpes y contragolpes se sucedían, sin acabar de quedar el terreno definitivamente en manos de nadie. De hecho, la calle del Heroísmo recibe su nombre del contraataque popular que permitió su recuperación el 1 de febrero; antes se llamaba Quemada, por conducir a la Puerta del mismo nombre.
El frente quedó estabilizado en ella, pues los franceses consiguieron dominar un lateral de la misma, mientras los españoles eran dueños del otro. ¡Y apenas tiene cuatro metros de anchura!
Curiosamente, en esa zona se encuentra la calle Reconquista, que recuerda el lugar en que acamparon los soldados de Alfonso I que participaron en la ocupación de la ciudad en 1118. Eran de origen navarro, de ahí la advocación de la próxima iglesia de San Miguel de los Navarros