Conferencia impartida por D. José Antonio Pérez Francés el 11 de junio de 2010 en el patio del Museo de Zaragoza, dentro del programa
de conmemoración del 202º aniversario de la Batalla de las Eras, organizado por la Asociación Cultural “Los Sitios de Zaragoza”
«Zaragoza 1808-1809 .El patrimonio perdido»
Conferencia de de José Antonio Pérez Francés
En la mesa presidencial.
La Concejala del Excmo. Ayto. de Zaragoza Dª Carmen Galindo. El Comandante Militar de Zaragoza y Teruel, Excmo. Sr. General D.Alberto Corres Zubelbia y D. Gonzalo Aguado, presidente de la A.C. Los Sitios.
Un gran esfuerzo imaginativo es preciso hacer para evocar el cuadro de ruinas y miserias que ofrecía nuestra ciudad después de su heroica defensa contra las huestes napoleónicas que la sitiaron en 1808 y 1809: “ paredes salpicadas de balazos, casas arruinadas por las bombas, otras incendiadas, algunas aisladas por haberse librado de la destrucción, cadáveres que infestaban las calles, unos esparcidos por las escaleras y sótanos, y otros sepultados entre las ruinas, obstruido el tránsito por las zanjas y escombros..”. Tal era el aspecto de Zaragoza después de sus famosos Sitios, según el testimonio de Daudevard de Ferussac en su conocido Diario histórico, carta del 26 de Febrero de 1809.
Mucho tiene que llorar la población Zaragoza por el rico caudal de monumentos históricos y artísticos que entonces perdió.
Es verdad que muchas casas, iglesias y conventos fueron convertidos en escombros durante esos dos fatídicos sitios; pero estas pérdidas pudieron ser reparadas en lo material, y hoy, en efecto, las vemos sustituidas por modernas edificaciones.
Lo que no tiene reparación posible son otras clases de pérdidas, tal como el suntuoso Palacio de la Diputación del Reino y e1 artístico Monasterio de Santa Engracia, monumentos únicos sobre los que se cebaron las bombas enemigas, las minas, la rapiña y el fuego.
La destrucción de esos dos edificios fue la mayor desventura sufrida por la población como consecuencia del asedio francés, porque eran lugares privilegiados donde se vinculó el recuerdo de memorables sucesos, y en los que poco a poco se fueron atesorando verdaderas joyas artísticas, espejo de nuestra identidad, que serian en nuestros días testimonio elocuente de la grandeza y valor de este antiguo Reino.
Seria labor prolija la de ir describiendo uno por uno los edificios públicos y particulares, eclesiásticos y civiles, desaparecidos durante los Sitios.
Vinieron al suelo entonces, o quedaron sumamente destrozados, el Palacio de la Diputación del Reino, la casa de la Ciudad, el palacio del Conde de Aranda, el monasterio de Santa Engracia, la Universidad, el Hospital de Nuestra Señora de Gracia, el Seminario Conciliar, la famosa Cruz del Coso, uno de los arcos del Puente de Piedra, los conventos de San Francisco, Predicadores, Santa Fe, San Lázaro, San Agustín, San José, San Lamberto, Trinitarios, Santa Mónica, Jerusalén, Nuestra Señora del Carmen, de Jesús, de Altabás, etc.
Se salvó milagrosamente el templo metropolitano de Nuestra Señora del Pilar, contra el cual asentaron los franceses durante el segundo sitio cuatro grandes morteros; sus bombas, por fortuna, no llegaron a estallar. El cabildo zaragozano ha reconstruido a la perfección sus históricas cicatrices.
Ignacio Jordán de Asso escribe:
“El estado en que ha quedado esta capital por la crueldad con que, contra toda ordenanza y derecho de guerra, han procurado arruinarla los pérfidos enemigos, exige alguna detención. Sin contar con los muchos edificios que el bombardeo derribó hasta los cimientos, la calle del Coso está sobremanera desfigurada, pues el humo y los infinitos agujeros que hay en las fronteras ya de balas de fusil, ya las de cañón, con varias casas que eran todas derruidas, presenta todo el aspecto más triste.[1]”
Diputación del Reino.
En el segundo sitio de los franceses, días 27, 28 y 29 de enero, fue pasto de las llamas el soberbio Palacio de la Diputación del Reino, emplazado frente a la Lonja en el área donde se construyó (1834-1848) el actual Seminario Conciliar.
El día 27 cayó sobre él una bomba, e iniciado el fuego, fue imposible contenerlo por la rapidez de su propagación e intensidad.
Este palacio se levantó a expensas de las generalidades del Reino de Aragón, desde el año 1437 hasta el año 1450, bajo 1a dirección económica de D. Ramón de Mur. Ignoramos los artífices que idearon su diseño.
Ibrahim de Llobar, alarife moro, trabajaba en é1 en 1471, sin duda en alguna obra complementaria o de reparación.
En su planta superior se hallaba el Salón de Cortes ó Sala Real, que media 292 palmos de largo, 52 de ancho y 56 de altura, seis grandes ventanas, dos a oriente y cuatro al norte, iluminaban esta hermosa estancia. En el fondo de dicha sala, en la pared de oriente, estaba colocada a manera de altar la imagen en alabastro de San Jorge y el dragón obra del pamplonés Miguel de Ancheta. Las paredes estaban vestidas con retratos de los reyes de Aragón, pintados por Felipe Oriosto, con sus respectivas inscripciones latinas de Jerónimo Blancas.
La techumbre mudéjar dorada y adornada con figuras en re1ieve de grifos, leones, centauros y otros animales mitológicos era espectacular.
En otra habitación contigua se reunía el Tribunal del Justicia, y contenía retratos de estos célebres magistrados.
En su capilla, situada en el piso bajo, Gil de Morlanes había labrado en 1502 un notable retablo de alabastro, dividido en tres compartimientos: en el centro, la Coronación de la Virgen, y en los costados, historias de San Jorge y de Santa Engracia. La Audiencia Real se reunía en esta hermosa estancia decorada con pinturas de Pablo Raviella.
Según los hermanos Gascón de Gotor de la antigua Diputación se conservan dos relieves de piedra con las armas de Aragón.
Monasterio de Santa Engracia.
La Iglesia del Monasterio de Santa Engracia fue volada por los franceses a las 12 de la noche del 13 de Agosto de l808.
Ignacio Jordán de Asso lo describe así:
“El Monasterio de Santa Engracia, que podía competir con el primero, no es más que un montón de escombros: todavía se descubre un lado de la iglesia con sus tribunas, algunos arcos, que suspendidos parece que van a caer, la torre y su fachada, cuyo conjunto ofrece una lastimosa perspectiva.”[2]
Desaparecieron para siempre las obras de Berruguete, los magníficos sepulcros de Jerónimo de Zurita y de Jerónimo Blancas, entre otros, su magnífica colección de esculturas, sus pinturas y cuadros y su preciosa biblioteca de más de 2.000 volúmenes.
Una parte del claustro principal, obra de Martín de Tudela, con los artesonados e hileras de columnas fue destruido por las minas francesas. El resto, una parte importante, fue derribado entre 1836 y 1842 con permiso de las autoridades y el silencio cómplice de la Academia de Bellas Artes de San Luis.
Hospital de Nuestra Señora de Gracia. La Universidad.
Entre los restantes edificios destruidos en los años de 1808 y 1809, siguen en importancia el Hospital de Nuestra Señora de Gracia y la Universidad.
Comenzado el Hospital de Nuestra Señora de Gracia por el rey Alfonso V la ciudad prosiguió la obra y la sostuvo a costa de grandes sacrificios. Para su sostenimiento se le concedieron privilegios y arbitrios de todo género: la explotación de los juegos, bochas y pelota y además la del teatro, único durante casi dos siglos en Zaragoza.
Bombardeado impunemente por Verdier, conociendo su finalidad como hospital, sus ruinas fueron pasto de las llamas, por orden de Palafox, al final del primer Sitio.
La Universidad de Zaragoza fue otro de los objetivos militares al ser parte del último cinturón defensivo de la ciudad. El 18 de febrero de 1809 sufrió los efectos de una gran mina. Su patio de columnas fue reducido a escombros.
Su biblioteca fue declarada monumento nacional en 1969. Tras el derribo del resto del edificio la biblioteca fue abandonada a las inclemencias meteorológicas hasta que el viento la derribó en 1973.
Seminario.-Cruz del Coso.-Puente de Piedra.
Otro de los edificios que sufrieron su total ruina fue el Seminario Conciliar, situado en las “Piedras del Coso” contiguo al Seminario actual. Empleado como polvorín una negligencia de un carretero español provocó su explosión y total ruina. Era el 27 de junio de 1808.
La célebre Cruz del Coso, enclavada enfrente de la puerta Cinegia edificada en 1532 por Gil de Morlanes, reedificada por Felipe de Busignac en 1654 y posteriormente entre 1759 y 1767, fue objeto de la puntería de la artillería francesa al finalizar el primer Sitio.
También fue volado por los franceses, al abandonar la ciudad, por orden del general París el último arco del puente de Piedra siendo reconstruido por el ayuntamiento para la visita del rey Fernando VII. Protegido al máximo nivel de patrimonio por la Diputación General de Aragón en el año 2002, la solera de uno de sus arcos fue destruida para permitir el paso de embarcaciones en el año 2007.
No podemos olvidar los numerosos conventos destruidos en Zaragoza rara era la orden religiosa que no estuviese instalada en la ciudad, con su importante patrimonio todo él víctima del expolio y la barbarie.
Sólo voy a citar a dos de ellos, quizás los más representativos: El Convento de San Francisco y el Convento de Predicadores.
El Convento de San Francisco.
El Convento de San Francisco estaba situado en la plaza de San Francisco, actual Plaza de España, en los terrenos ocupados actualmente por la Diputación Provincial muy próximos a la Cruz del Coso.
Fundado en 1286, los restos del convento fueron enajenados por el Estado en 1835. Su iglesia gótica de 275 pies de longitud y 95 de anchura fue finalizada a principios del siglo XVI. Volado por una enorme mina francesa de 3000 libras de pólvora, el 10 de febrero de 1809, quedó en pie su espectacular cimborrio y torre, el arco del trascoro y un salón interior.
Con su destrucción desaparecieron las tumbas medievales del infante D. Pedro hermano del rey Jaime II de Aragón, de Teresa de Entenza madre del rey Pedro IV de Aragón y del noble D. Bernardo de Cabrera, además del simbólico sepulcro de D. Juan de Lanuza último Justicia de Aragón.
Convento de Predicadores.
El convento de Predicadores fue el más antiguo de la ciudad, y tan célebre, que sus locales se celebraron más de una vez las Cortes del Reino de Aragón.
Con restos desde 1217, importante era la fábrica de Aldallah Bellito y sus obras datadas en 1336.
En el siglo XVII fue renovada su iglesia, ampliándola a una obra de tres naves con 64 varas de longitud, 44 de ancho y 24 varas de elevación.
En una palabra; Zaragoza durante los Sitios quedó destrozada, sus mejores edificios, salvo unas pocas excepciones, perecieron entre las llamas o cayeron desplomados a consecuencia del bombardeo. Eso es lo que popularmente conocemos y nos han contado.
Pero la cantidad de monumentos de la denominada “Florencia de España” era tal que aun quedaba un importante, importantísimo, patrimonio que conservar y que las autoridades municipales fueron derribando poco a poco victimas como decía Camón Aznar por la incuria y abrutamiento[3].
Tanto o más se ha derribado o destruido en los siglos XIX, XX y XXI con la venia del Estado y los Concejos de la ciudad. En 1848 se demolía la Puerta de Toledo, en 1865 la casa de Torrellas y comenzaba la destrucción de la Aljafería, en 1867 la puerta de Valencia, en 1868 la puerta del Ángel y la iglesia de san Lorenzo, en 1885 la casa de Zaporta, en 1898 la Torre Nueva, en 1908 el convento de Santa Fe, en 1918 la iglesia de Santiago, en 1921 la casa de Coloma, en 1966 la iglesia de San Juan y San Pedro, en 1969 el convento de Santa Lucia, a finales de los 80 los restos del templo romano de la Plaza del Pilar…
EL PATRIMONIO MILITAR. LOS RESTOS MILITARES DE LOS SITIOS.
En absoluto podemos comparar cualquier monumento Zaragozano de entonces, el más simple o el más sencillo, con la mejor obra de fortificación realizada por españoles y franceses durante los Sitios de 1808-1809.
Pero después de 200 años podemos formularnos dos sencillas preguntas:
Primera ¿Eran o son importantes estas fortificaciones?
Obviamente las fortificaciones de hace 200 años tienen importante valor histórico y patrimonial. En todo caso como marca la ley de Patrimonio corresponde a los arqueólogos realizar su estudio y determinar su importancia, su conservación o destrucción. Intuyó que en Zaragoza no se han realizado correctamente estas actuaciones.
Segunda ¿Qué restos de fortificaciones nos podíamos encontrar?
Lo primero que había que hacer era estudiar las distintas fuentes escritas de los dos bandos y consultar la abundante cartografía.
Conocemos por el Coronel Rogniat, jefe de Ingenieros del 3er Cuerpo de Ejército francés que los restos de las fortificaciones españolas fueron minados. Una carta de Rogniat dirigida al Mayor General y publicada por Belmas, escribe:
“Señor, según las órdenes del Duque de Montebello, empleo las tres compañías de minadores por hacer saltar las fortificaciones de Zaragoza a excepción del castillo llamado de la Inquisición. Ya he demolido los dos tercios del recinto de esta plaza.
16 de marzo de 1809.
Las fuentes españolas no ofrecían una perspectiva mucho mejor: Reconquistada Zaragoza por el general Mina en julio de 1813, dio la órden inmediata de destruir en una semana los aproches franceses.
Esa labor era claramente imposible, los trabajadores contratados por el ayuntamiento de Zaragoza comenzaron las obras con el mayor interés. Pero tras finalizar la Guerra de la Independencia el general Wellington ordenó tapar los fosos de las fortificaciones españolas. La labor de destrucción de los aproches quedó entonces interrumpida y tras pasar los trabajadores del ayuntamiento más de 25 años tapando el foso de la Aljafería puedo concretar que la labor de destrucción de aproches fue abandonada.
La expansión de la ciudad sepultó poco a poco los restos debajo del asfalto o muchos de ellos fueron destruidos al construir viviendas.
Pero la Zaragoza del 2007-2008 conservaba importantes restos de fortificación militar de los Sitios que han sido destruidos.
En el año 2006 y 2007 se informaba al EXCMO. Ayuntamiento de Zaragoza de la existencia de importantes obras de fortificación correspondientes a la protección de los puentes volantes y continuos construidos por los franceses durante el 1er y 2º Sitio. Descritos tímidamente por Alcaide Ibieca, por Daudevard, Belmas o Lejeunne. Podemos confirmar que los franceses construyeron 1 puente en el primer Sitio y 5 puentes durante el segundo Sitio (dos de ellos eran dobles puente volante-continúo).
Sus estructuras defensivas no afectaban, en absoluto, a las principales obras de construcción de la EXPO 2008, sino todo lo contrario. Empleando tan sólo una mínima inteligencia podían haberse integrado en la Exposición.
Los restos de la medialuna del puente del primer Sitio construido el 11 de junio de 1808 eran inferiores en dimensión a la descripción de Agustín Alcaide Ibieca 300 varas aragonesas-230 m. La fortificación en forma de bonete tenía 80m de largo por unos 6m de ancho y se encontraba enfrente de los jardines del hotel Iberus. Fue destruida por EXPO 2008.
Mucho más importantes eran las obras de fortificación del 2º Sitio construidas por los dos CE franceses. Los restos del Revellín de protección del puente de Juslibol (tendido el 22 de diciembre de 1808) fueron arrasados para crear un aparcamiento de vehículos que nunca ocupó todas las plazas. Con un poco esfuerzo e imaginación se podían haber integrado en el mismo.
Los restos de la media luna de protección del puente de Ranillas (17 a 19 de enero de 1809) localizados en el parque del Agua eran mucho más impresionantes por sus dimensiones y características: más de 319 metros por 6 m de espesor, dos revellines para cañones de a 8 libras y por tener en su tramo recto un camino cubierto.
Delante de está fortificación, más próxima al río Ebro estaba la fortificación española construida por el Marqués del Duero en 1843 durante la crisis Esparterista.
Todos estos restos fueron totalmente destruidos con la misma incuria y abrutamiento que en siglos pasados por EXPO 2008 sin permitir un estudio arqueológico que determinara su importancia, su mantenimiento o su destrucción. En toda Europa no se han encontrado restos semejantes de una fortificación de campaña de la época de Napoleón.
Pero además contábamos en Zaragoza con un barrio importante en la defensa de 1808 -1809 que había sido escasamente urbanizado: el barrio del Arrabal.
Estudiando fotografías aéreas hasta el año 1983 podíamos seguir gran parte del trazado de las obras de aproche del Arrabal. Hoy en día, ya urbanizado, aún queda intacto un tramo de la segunda paralela del aproche francés. Lo demuestran todas las fuentes cartográficas, desde las españolas hasta las del coronel Dode. También la paralela es descrita en los textos de Belmas y Daudevard de Ferussac.
Un tramo de 140 m de la acequia del Soto del Cañar (Polígono del Vado) corresponde al tramo de inicio de la 2ª paralela francesa y, probablemente debajo del asfalto están los restos de la batería de nº24(o 2ª según Dode) de cuatro morteros pesados. Los mismos morteros que dejaron sus cicatrices en la fachada Oeste del Pilar. Según el periódico Heraldo de Aragón del día 7 de este mes el polígono del Vado va a ser urbanizado. Los restos de los Sitios desaparecen entre los jardines de la calle Cosuenda. ¿Por qué no se integran en la ciudad?
Respecto a las fortificaciones españolas, como he descrito en el texto del coronel Rogniat, pocos eran los restos que podíamos encontrar en Zaragoza. Destruidas además sus ruinas por el avance de la ciudad me dispuse a estudiar la zona exterior del Canal Imperial de Aragón.
Descrito el lugar por Agustín Alcalde Ibieca encontré restos de fortificaciones españolas en las proximidades del puente de la Muela.
Ignacio Jordán de Asso como cronista del reino proporciona o nuevos datos sobre el combate del 15 de junio de 1808, hasta ahora inéditos:
“En el anuncio que se dio al público del resultado del día 15 se reputó por setecientos muertos la pérdida del enemigo; pero fue mucho mayor, y según buenos cálculos pasaron de mil y quatrocientos, pues en el llamado puente de la Muela se les hizo frente, deteniéndoles el paso nuestros cañones y gente por tres ó quatro horas, en donde tuvieron ya una pérdida mui grande.”[4]
Lugar histórico, campo de batalla, lugar simbólico donde los haya porque fue allí donde comenzó el primer y el segundo Sitio de Zaragoza. Permanecía intacto hasta el año pasado.
Todavía existen las zanjas de defensa de la posición española del primer Sitio.
Sin embargo los restos del reducto del 2º Sitio lugar destinado a jardines, según el Plan Urbanístico de Zaragoza, han sido arrasados totalmente en el año 2009.
Zaragoza hoy aspira a ser capital Europea de la Cultura en 2016 y como dice un cartel de propaganda “Zaragoza tiene mucho que enseñar”, pero como he demostrado en esta conferencia desgraciadamente “el Ayuntamiento de Zaragoza tiene mucho que ocultar” y vive hoy todavía de espaldas respecto a su rico patrimonio histórico.
Una trinchera, los restos de una fortificación de tierra, segmentos de una paralela, la fosa común donde descansan más de 30.000 almas de “nuestros abuelos”. Los abuelos que defendieron con valentía y honor nuestra Libertad e Independencia merecen algo más de respeto que un aparcamiento de asfalto en su superficie.
Todos estos restos de fortificaciones, debidamente estudiados, interpretados y restaurados podían haberse integrado en el patrimonio de la ciudad formando parte del espacio de un Museo de los Sitios. Un Museo que los zaragozanos estamos esperando su fundación desde hace ya más de 200 años.
En la guía monumental de Zaragoza publicada por el Excmo. Ayuntamiento de la ciudad en 1975 escribía el profesor D. Guillermo Fatás Cabeza respecto a la crónica de un patrimonio desaparecido:
“Esperemos que 1975 sea definitivamente, el final de esta apabullante crónica necrológica sobre parte tan sustantiva del mismo ser de Zaragoza.”
Hoy desgraciadamente esa crónica negra continua.
En pleno siglo XXI creo que nuestras autoridades municipales y la propia Diputación General no han estado a la altura para defender un patrimonio, un patrimonio común de los zaragozanos, de los aragoneses y de los españoles.
Zaragoza candidata a la capitalidad Europea de la Cultura en 2016 igual que el 15 de junio de 1808 presenta lo mejor que tiene: su pueblo, los zaragozanos.
Pero eso sólo no basta y honradamente creo que un pueblo, una ciudad que rehúsa de su historia y de su patrimonio no merece incluirse como candidata a la capitalidad Europea de la Cultura. Ahora en crisis ahorren en fundaciones y propaganda.
Otras ciudades de España cuidan mucho mejor su Historia y Patrimonio y como zaragozano, aragonés y español les muestro todo mi apoyo. Muchas gracias señoras y señores por su atención.
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[1] “Memoria de lo más importante que ha ocurrido en la ciudad de Zaragoza con motivo de haberla atacado el ejército francés.” Madrid Imprenta de la Greda 1808.
[2] Ídem nota 1.
[3] Calificativo en aragonés.
[4] Ídem nota 1.