En la actual calle Torre Nueva, que a la sazón se llamaba calle Nueva del Mercado, vivía el Padre Santiago Sas y Casayau.Y allí fue cobardemente prendido la noche del 24 de febrero, tres días después de la Capitulación, como ya hemos referido al hablar de su compañero de martirio, el P. Boggiero.
Para mayor vergüenza de quienes perpetraron tan execrable infamia, citemos aquí el artículo 7º del Acta de Capitulación, dictada personalmente por Jean Lannes, Mariscal de Francia y Duque de Montebello, General en Jefe de los Ejércitos ante Zaragoza, que además la rubricó con su firma: La Religión y sus ministros serán respetados, y serán puestos centinelas en las puertas de los principales templos.
Del historiador Isidoro Dolz («Diccionario Geográfico Universal», voz Zaragoza. Barcelona, 1834. Viene así citado en PASTOR BELTRAN, A. Los Escolapios y los Sitios de Zaragoza. Biografía del P. Boggiero, Ed. Heraldo de Aragón, Zaragoza, 1959) tomamos la descripción siguiente (basada en testimonios de testigos), y que ilustra sobre el modo tan particular de entender un acuerdo, que demostraron los invasores: Los cadáveres de estas dos víctimas inocentes se distinguieron en el fondo del río por bastantes días, detenidos y enredados entre las estacas de pilotaje, como dos bultos negros por las ropas y manteos que llevaban, hasta que las aguas los arrancaron de allí y los arrastraron con su corriente.
Mosén Santiago Sas había participado en una serie de arriesgadas acciones, animando al pueblo a la lucha más tenaz. Con sus compañías de escopeteros se distinguió en los lugares de mayor peligro, por lo que Palafox le otorgó el grado de Capitán.
Gálvez y Brambilla (grabadores que llegaron a Zaragoza el 26 de octubre de 1808 y pudieron así dibujar del natural los destrozos del Primer Asedio, con los que conformarían su serie «Ruinas de Zaragoza»; los retratos fueron encargo de Palafox) le representan en sus grabados sobre personajes de los Sitios, sable en mano. Y desde luego su ejemplo debió ser de lo más activo, pues ciertos testigos ponen en sus labios esta frase: Imitad mi ejemplo y no quedará uno solo. El propio Lejeune refiere en su Diario cómo se le pudo oir jactarse -ensangrentado y sudoroso- de haber matado a diecisiete gabachos.
La Plaza que lleva su nombre se halla en el centro de lo que era un dédalo de callejas sin sol, estrechas y entrelazadas (el Tubo es un buen ejemplo de ello), que constituían el llamado Trenque de Gimeno Gordo. Hemos hablado de él al referir la hazaña de María Blánquez.
El trenque comenzaba en la llamada Puerta Cineja (conocida posteriormente como Arco Cinegio) y terminaba prácticamente en la explanada del Pilar, menos amplia que la actual, pero comparativamente muy despejada. Imprescindible comentar el nombre de la calle «4 de Agosto», que hace referencia a la gloriosa jornada en que Zaragoza, en situación muy crítica, pudo salvarse gracias al arrojo del Brigadier D. Antonio de Torres.